Clara (6)

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Pasaron unos días. Intercambiamos algunos mensajes breves por el teléfono. Al parecer todo quedó en un susto y su padre estaba bien. Al parecer había tenido como un amago de infarto, pero nada grave. Tenía que cuidarse más. Rubén estuvo un par de días algo ausente, como muy lejos de todo. Yo lo veía en clase, y lo único que me daba fuerzas eran las miradas que por breves segundos intercambiábamos.

Rubén se me había metido en la cabeza. Yo no sé si era simple atracción, amor, pasión, sexo... No sabía qué era, pero Rubén ocupaba mis pensamientos, y en muchos momentos me sorprendía recordando el tacto de su piel, el sabor de su boca, la tensión que su cuerpo generaba al estar en contacto conmigo. No podía saber qué ocurriría a partir de entonces. Si no era nada grave, no podía dejar que eso se interpusiera. ¿O quizá él lo emplearía como excusa para alejarse de mí? No acababa de entenderlo; él parecía desearme tanto como yo a él, así que, ¿por qué tantas dudas?

Me lo imaginaba en la ducha, después del trabajo, quitándose la camisa, dejando toda la ropa por el suelo, mientras se metía en la ducha, y dejaba caer una cortina de agua muy caliente sobre su piel, provocando un excitante vaho que confundía su silueta. Frotándose enérgicamente los brazos, el torso, las piernas, la entrepierna, pensando en mí, excitándose, cerrando los ojos e imaginando que estoy ahí con él, desnudita, ofreciéndole mi espalda, cogiéndole las manos para que atrapara fuerte mis pechos...

Y todo volvía a empezar. Maldita imaginación, ya volvía a volar y a dejarme calenturienta. Por una parte me gustaba esa situación, el secreto, el tabú, el verlo a escondidas... Por otra, desearía que fuera todo más fácil, que pudiera verlo, llevarlo a mi habitación, o salir por la calle... Todo era muy raro. Así que decidí tomar la iniciativa y averiguar qué pasaba. Y le escribí.

Amor ProhibidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora