Capitulo veintitrés.

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Abro mis ojos lentamente sin saber en qué lugar me encuentro, miro al rededor y solo es un espacio vacío, trato de correr pero caigo al suelo, cuando miro mis pies, estos están amarrados por un cadena, al igual que mis manos.

— ¿¡Donde estoy!? — Grito.

— Estas donde tienes que estar — Se me eriza la piel cuando escucho su voz, ella está aquí, mirándome.

— ¡Sácame de aquí!

— Nah.

— ¡Ridícula!

— tan linda mi hermanita — Con las yemas de sus dedos comienza a tocar mi cara, tararea una canción pero ni idea, hasta que mis ojos se encuentran con los de ella, miro su aspecto y verga... ¡Cambio! Sus mejillas eran rojas, su piel ya no tenía grietas, su cabello le llegaba hasta las cintura, joder estaba muy bonita — Se lo que estás pensando.

Ella agacha su cara y borra esa sonrisa.

— Esta horriblemente bella.

— Lo sé, soy hermosa — Ella se voltea, pone sus manos hacía atrás y dice — La vida está llena de colores, a veces es roja, verde, azul, hasta negro pero la pregunte es ¿Nosotros la pintamos o la misma vida te pinta esos colores?

Ruedo los ojos y con fastidio digo — ¡No estoy aquí para tus juegos! — Ella camina hacia mí, quedando cara cara.

— Entonces ¿Para qué has venido?

— Para salvar a mi gente — Con su cara burlona dice:

— ¿La hija de mami y papi quiere salvar a su gente? ¡Pues no! Para salvarlos tienes que hacer lo que yo te diga, que tal si vemos sufrir algunas personas ¿Te parece bien?

— Jeje si ¡Digo no! No quiero más muertes.

— Vendrán muchas, Emily, ¿Qué tal si comenzamos con el chico gritón?

Arqueo mi ceja — ¿Qué quieres hacer con él?

— Solo un pequeño juego — Ella chasquea sus dedos haciendo que esa oscuridad se vaya por una artificial, dejando ver a Enamuel, adentro de una jaula llena de cuchillas — ¡Maldición como odio a este chico!

Él estaba gritando, y en verdad que era fastidioso su grito, Esmeralda lo mira fijamente con una sonrisa de oreja a oreja — El juego es simple solo tienes que... ¿Sabes qué? ¡Como este chico me cae pésimo! Voy hacer este juego más macabro.

Esmeralda comienza a reírse a gritos, su risa se podía oír en toda la habitación, haciendo que ella se viera más macabra de lo que ya era, de repente, su dulce aspecto se quita, dejándola como siempre — ¡Que comience el juego!

Mi GemelaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora