Capitulo treinta y tres

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Todos estábamos impaciente a que mi madre hablara, pero solo se me queda mirando fijamente, como si quisiera hablarme atreves de sus ojos.

- Lo siento, Emily, no puedo – Siento mucha rabia, como si estuviera decepcionada de mi madre ¿Por qué tiene que mentirme? Ya no aguanto que me oculte la verdad cuando es obvio que la tengo en frente de mis ojos.

- No te cuesta con decirme – Ya su mirada no era la misma, estaba cansada por todos los golpes que recibió de Edgar, en cada parte de cuerpo se encontraba un moretón, sus labios carnosos estaban rotos, sus ojos estaban alrededor una mancha morada, joder, esa no parece mi madre.

- Me cuesta más de lo que crees.

Karen – Interrumpe Esmeralda – Ya no puedes negar que existo, no hay vuelta atrás.

- ¡Ya déjame en paz!

- Entonces di la verdad, es muy simple.

- ¿No tengo otra elección? – Edgar se acerca hacia mi madre, y parándose al frente de ella contesta:

- Morir, de la forma más lenta y placenteramente.

Ella mira a todas partes, y con todas sus fuerzas se levanta y queda cara a cara con Edgar, él se aleja unos centímetros pero mi madre se le acerca ¿Y esta que le pasa?

- Te prometí jamás decírselo.

- He cambiado de parecer, ahora dilo.

Ahora es ella la que se aleja de Edgar, camina hacia mí y agarrándome de lo hombros me lleva hacia ella, me acobija entre sus brazos, pero lo más deseaba era alejarme, así que la aparte de la forma más brusca, la mire fijamente, esperando que hablara ¡Ahora era yo la que hablaba por los ojos!

- Espero que me entiendas, que puedas perdonarme, aunque se, que voy a morir, solo te pido una cosa... jamás te dejes engañar, a veces las personas que menos piensas que te van hacer daño, son las que te hacen un daño peor, ten una mente propia, Emilly. Si quieres saber sobre Esmeralda te diré que sí, ella es real, es tu gemela ¿Quieres saber cómo murió?

Asiento lo más rápido posible, ella suspira y finalmente dice:

- Edgar Black, tu padre, trabajaba junto a mí en un lugar llamado, OLS, era una compañía donde - mandaban asesinar personas para el placer de los demás, el punto de esto era grabar y subirlo a un sitio llamado igual que su compañía, te preguntaras porque lo hacíamos, pues simplemente compartíamos un gusto. Al tiempo nos pareció realmente estúpido ¿Asesinar personas para el gusto de los demás, han, así que lo decidimos hacerlo por nuestra cuenta propia, amábamos ver a las personas sufrir, pero por alguna razón estas personas tenían una relación, Edgar jamás me lo quiso decir, pero yo sabía que algo pasaba, así que por "Traición" me separe de él, pero ups, adivina que paso ¡Se había roto el condón! Y ahí nacieron ustedes, así que me vi obligada a dejar ese mundo, y obligue a Edgar a dejarlo, pero el aún seguía trabajando en sus absurdos inventos ¿Un virus, un humano? A solo él se le ocurre semejante estupidez.

- Bien, ahora dime, como murió Esmeralda.

- Murió de la manera más estúpida posible. Edgar comenzaba hacer cosas que para nada me gustaba, como llegar tarde, irse tres días sin aviso, y yo sabía él estaba volviendo asesinar personas, así que le reclame y ¡Todo se descontrolo! Edgar quería llevarte, quería alejarte de mí, pero yo no deje, así que me dijo, que, si no te tenia, nadie lo podría hacer, te iba asesinar y después se suicidaría, agarro una pistola, te apunto, y sonó el disparo, pero no fue a ti quien te dio, si no a Esmeralda, ella se interpuso para que no diera a ti, eso paso cuando tenían doce años.

- Imposible, si tenía doce años es muy obvio que debo recordar.

- Cuando Esmeralda se interpuso, Edgar agarro la lámpara y te golpeo, llevándose a Esmeralda, quedaste inconsciente, a los meses despertaste y no recordabas nada, y ahí fue cuando pude hacer una nueva vida, sin que tú supieras la verdad.

- ¿Qué? ¡Pero nana me dijo que Edgar ya se había asesinado!

- Y así fue – Responde Edgar con una gran sonrisa.

- Entonces porque la mataste.

- Porque soy un asesino – Se voltea, mira a mi madre y apuntándole con las pistola dice – Adiós pecueca – le da tres tiros por la cabeza, haciendo que todo su rostro se llene de sangre, o como lo disfrutaba – Después, hija mía, pasaron cosas realmente macabras.

- Algo falta.

- Estas en lo cierto, aun no sabes muchas cosas, Emily, esta familia está repleta de mentiras, siempre hay algo nuevo que se descubre, algo más terrorífico.

Sin decir ninguna palabra, sale de la habitación, dejándonos completamente solas.

- No puedo entender, me siento muy frustrada.

- Te entiendo.

- ¿Qué será de mí? No tengo familia, Esmeralda, estoy completamente sola – Me tiro en el suelo, mirando al vacío, ya no aguanto, siento mucha presión, mucha rabia y sobre todo, mucha tristeza, jamás voy a sentir el calor de una familia, ahora ¿Quién podrá estar a mi lado? Lagrimas salen sin permiso, con dolor, suelto un grito, me estoy ahogando en mis propias lágrimas, es como si ya me hubiese rendido, como si nada en mi tuviera sentido.

- Me tienes a mí – Ella se acuesta a mi lado, me volteo para poder mirarla, y no note que ya su cara no daba miedo, de nuevo, tenía aquellas mejillas sonrojadas, su piel pálida, pero sus ojos aun muertos.

- ¿En serio? Significa que jamás me vas a dejar sola.

- Nunca estarás sola.

- ¿Estarás a mi lado pase lo que pase?

- - Eso hacen las hermanas ¿No? Siempre estaré a tu lado.

- ¿Lo prometes?

- Lo prometo – Ella se levanta al igual que yo, me apunta hacia una extraña puerta que aparece en el fondo de la habitación – Esa es la salida, distraeré a Edgar, sálvate, te necesito viva – Se mete la mano debajo del vestido y saca una especie de gema, de color verde ¿Por qué soy tan mal pensada? Me la entrega, y con una sonrisa dice – Esta gema, es la llave para todas las verdades, quiero que me prometas que harás todo lo posible por descubrir los secretos de esta familia ¿Bien? Vete.

- Espera ¿Tu no vienes?

- Como ya te dije, tengo que distraer a Edgar, por favor ya vete.

Voy corriendo hacia la puerta, pero antes de irme, digo.

- Te quiero, Esmeralda, eres mi confidente.

- Y tu una pendeja ¡Ya vete!

Rio en voz baja, cuando ya iba a salir, una voz gruesa me detiene...

- ¿Para donde crees que vas, pioja?

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Mi GemelaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora