Capítulo 6

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EDUARDO GUTIÉRREZ

11 de Marzo de 2016


Llego con mi coche y aparco mirando hacia el club en un sitio donde no hay mucha luz para que nadie me vea. De repente veo al hombre que vi esta tarde hablando de algo sospechoso en una esquina del club. Saco mi libreta y empiezo a apuntar: hombre de 1,75, pelo oscuro y largo que se le ve por debajo de la cabeza, al estar encorvado el pelo cae y la capucha no hace apenas nada, en un momento llego a ver que tenía una frondosa barba canosa. Va vestido con sudadera muy ancha, pantalones vaqueros y unas deportivas a punto deshacerse, es delgado. Se encuentra con otro hombre de pelo corto, delgado, estatura media. Lleva una camiseta y chaqueta de cuero, vaqueros y deportivas negras. Me bajo del coche para aproximarme detrás de un contenedor y observo que le da un paquete. Cuando terminan de hablar sigo al más viejo, me acerco a él por detrás y mientras le apunto con mi pistola en su espalda le susurro que no haga ningún ruido y le conduzco hacía mi coche. Una vez ahí le dejo inconsciente con un golpe en con el codo en la manzana de Adán y le llevo con mi coche a una casa que lleva bastante tiempo abandonada, en la que seguro que nadie metería la nariz.

Una vez en ese antro, le ato las manos y los pies a la primera silla que pillo y le echo un cubo de agua fría para despertarle.

- ¿Quién eres? Y no me respondas que te llamas Roberto Carlos Sánchez, eso ya lo pone en tu CURP, yo quiero saber cómo te ganas la vida.

-¿Por qué estoy aquí? ¿Quién eres?

-Soy el cabrón que te va meter en chirona, pinche pendejo.

-¿Yo? ¿En prisión? ¿Por qué carajos iba a estar yo en prisión?

-Mira te he oído hablar con tu amiguito sobre algo de drogas y una red de narcotráfico que lo flipas así que ya me estás dando información o lo mejor que te pasará será entrar en la cárcel.

-De verdad se lo juro, yo no sé nada de eso que dice usted.

-Bien, veamos qué información me da tu familia, he encontrado varios números de teléfono en tu cartera. Y si no consigo lo que quiero, aquí tengo unos utensilios que pueden ayudarte a recordar.

A esto le enseño mis aparatos de tortura, unas tenazas un poco oxidadas. Tomo mi móvil y llamo con número oculto a su casa.

-Hola, ¿es la señora Sánchez?

-¿Quién lo pregunta?

-Mire, llamo del hospital, a su marido le ha dado un infarto en medio de la calle y se ha dado un golpe en la cabeza en la caída. Necesito rellenar una ficha así respóndame a un par de preguntas por favor.

-¿Cómo? ¿Pero qué ha pasado? ¡Quiero hablar con él ahora mismo!

-Señora, mantenga la calma, está todo bajo control. Empecemos. ¿Cuál es su nombre completo y el de su marido?

-Pues... –parece dubitativa- Roberto Carlos Sánchez Felipe y mi nombre es Josefina Muñoz, pero acepté el apellido de mi marido.

-Aham, ¿fecha de nacimiento de su marido?

-24 de Febrero de 1974, tiene 42 años.

-¿Cuál es su dirección?

-Calle Chilpancingo, sin número.

-¿Tienen algún hijo?

-¿Por qué le tengo que decir eso? – Su tono cambia a uno más agresivo.

-Debemos comprobar si ellos pueden tener el mismo problema que su padre.

-Un hijo pequeño, Simón Sánchez, y uno mayor, Miguel Sánchez.

-¿En qué trabaja su marido?

-Es escritor, por eso no sale mucho de casa

-Entonces, ¿a dónde iba hoy?

-A veces tiene que salir a respirar un poco, ¿sabe?

-Bueno esto es todo, gracias señora Sánchez.

-¡Espere! ¿En qué hospital está? ¿Qué habitación?

Pero cuelgo de inmediato. Ahora que se más sobre este pendejo podré amenazarle como es debido.

-Bueno, ahora que tu mujer me ha dado la información que quería, venga, dime cuando va a ser la próxima entrega de droga y donde. Te preguntaría por tu jefe pero sé que esos tipos no se andan con juegos y prácticamente nadie sabe qué es de ellos y, siendo sincero, no tienes pinta de ser alguien importante.

-¡Oblígame a hablar!

-Con que esas tenemos, ¿eh? Conozco tu dirección, y no estaría nada mal hacerle una visita al pequeño Simón, ¿verdad?

-¡Como pongas un dedo sobre mi hijo juro que el que acabará en chirona serás tú!

-Venga, venga, cabréate, ¿te sabe mal que tu hijo viva una mentira pensando que eres escritor? ¿Quién se va a creer eso? Tan solo mírate los dedos, los tienes en la mierda, un escritor se cuida mucho más lo dedos... Anda que...

Entonces, pillo unas tenazas y le amenazo con sacarle las uñas una a una. Aun así no suelta ni una palabra, no me creo que sea tan duro. Así que voy a arrancarle la uña del dedo índice, pero al mínimo dolor que siente, suelta:

-¡Vale, vale! Es mañana a las 10:15AM en el bar Las Gambas.

-Si es que ya te vale, hacerte el duro siendo un carcamal de cuarenta y pico años. Mírate, estás sudando.

Me quedo a pasar la noche ahí, entre otras cosas para vigilar que no se escape o no le encuentre alguien por casualidad. Menos mal que no me ha hecho torturarle, no es para nada mi estilo pero es la forma más efectiva de sacar información a alguien en poco tiempo. Mañana sabotearé la entrega, con suerte arrestaré a dos personas en un mismo día. Aunque me gane el odio de cierta parte de la comisaría, si no es que me lo he ganado ya, va a valer la pena. Si consigo resolver este embrollo y capturar al narco, mi ascenso será inminente.

A la mañana siguiente voy a dicho bar a la hora del encuentro. Me llevo a Sánchez conmigo, lo ato rápidamente y lo dejo en el asiento de atrás. Al llegar, aparco en frente del bar y cuando detecto al traficante y a su debido comprador, grito:

-¡Manos arriba, policía! –mientras saco mi pistola. Agarro al comprador, que es el primero que pillo y el traficante decide huir. Intento dispararle a la pierna pero fallo estrepitosamente. Mientras huye, veo que ve a Sánchez en el coche y grita su nombre. Arresto al comprador y lo llevo al coche pero cuando me doy cuenta Sánchez ya no está. Seguramente intente huir con su familia, así que voy tras él.

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