Capítulo 7

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SIMÓN SÁNCHEZ

11 de Marzo de 2016


Desde la pelea con mi madre, mi padre no ha vuelto a casa. Lo hace muchas veces, no sé donde irá, la verdad, pero esta vez mi madre está más preocupada de lo normal, eso hace que yo también me preocupe. Miguel, en cambio, está enfadado, y le he oído decir varias veces para sí mismo que prefiere que papá no vuelva. Espero que no lo diga en serio.

Pasan las horas y papá no regresa, por muy fuerte que haya sido la discusión con mamá, tendría que avisar de donde está, al menos por sus hijos. Yo observo la situación desde el sofá, mientras mi madre y mi hermano no paran de dar vueltas por la sala, me mareo de mirarlos. Y de repente, una llamada al teléfono fijo, mi madre duda en si atenderla o no, es raro que suene ese teléfono, y si suena contesta papá, pero ¿y si es él? Mamá decide atender la llamada.

-¿Si?... ¿Quién lo pregunta?... ¿Cómo? ¿Pero qué ha pasado? ¡Quiero hablar con él ahora mismo!... Pues... Roberto Carlos Sánchez Felipe y mi nombre es María del Carmen Muñoz, pero acepté el apellido de mi marido... 24 de febrero de 1974, tiene 42 años... Calle Chilpancingo, sin número. –no sé por qué mamá está dando tanta información, nunca decimos donde vivimos a nadie. –¿Por qué le tengo que decir eso?... Un hijo pequeño, Simón Sánchez, y uno mayor, Miguel Sánchez... Es escritor, por eso no sale mucho de casa... A veces tiene que salir a respirar un poco, ¿sabe?... ¡Espere! ¿En qué hospital está? ¿Qué habitación?

¿Hospital? Pero ¿Qué ha pasado? Mi madre no recibe respuesta ya que la persona que ha llamado cuelga.

-Mamá, ¿quién era? ¿Quién está en el hospital? –es mi hermano quien pregunta impaciente.

-Vuestro padre, vuestro padre está en el hospital, pero chicos, no os preocupéis, se pondrá bien. –mi madre contesta tranquila, aunque no me creo que lo esté.

-Pero, ¿por qué has dado tanta información?

-La necesitaban para rellenar la ficha, Miguel. Me han colgado sin saber en qué hospital está. No vamos a salir a buscarlo, vosotros no vais a salir de la casa hasta que vuelva, y yo tampoco, es peligroso.

Sin rechistar, Miguel no pregunta nada más, se lleva a mamá a la cocina y me dice que me quede aquí. No entiendo nada, mi padre está en el hospital, y se supone que no es grave, ¿qué tiene que ver eso con no salir de casa? Entran en la cocina, parece el lugar favorito para discutir en esta casa, me ha dicho que me quede aquí para que no oiga nada, pero están gritando demasiado, Miguel está muy alterado.

-¿Qué nos ocultas mamá?

-¿Qué dices hijo? Os he dicho la verdad, vuestro padre está en el hospital.

-¿Y no te han dicho qué le ha pasado?

-Sí, se ha desmayado por la calle y se ha dado un golpe en la cabeza.

-¿Y tú te lo crees? Seguro que todo esto tiene que ver con su maldito trabajo, se habrá quedado el dinero de la puta droga y habrán ido a por él. Como verás no le va a decir nada de esto a los médicos.

-¿Pero eres idiota? Tú padre no haría eso. Y ahora, ¡fuera de mi vista! Al final entre todos me vais a acabar llevando al hospital a mí.

Miguel sale de la cocina muy enfadado. Me quedo pensando en lo que acabo de oír, ¿drogas? ¿Eso no es lo que nos ofreció el otro día ese chico al que Miguel pegó? Pero, ¿papá no era escritor? Aunque, pensándolo bien, nunca lo he visto escribir. Pero no puede ser, papá es un hombre bueno, no como los que viven en esa calle por la que pasamos para ir a la plaza.

Mi madre interrumpe mis pensamientos con dos platos de huevos fritos, por fin vamos a cenar, yo debería haber cenado hace dos horas pero estábamos esperando a papá. Miguel y yo nos sentamos a la mesa, mamá se queda en la cocina. De verdad que a veces odio ser el pequeño a Miguel le cuentan todo mientras que yo me tengo que enterar escuchando sus conversaciones. Tras acabar de cenar, me lavo los dientes y me voy a mi cama, Miguel viene conmigo. Se acuesta a mi lado y me mira fijamente.

-Todo va a salir bien. –me dice con una media sonrisa.

-¿Por qué no dejáis de mentirme? Ya soy mayor. Podéis hablarme de drogas.

Miguel deja a un lado su media sonrisa, ahora su cara es como de sorpresa, no dice nada más y se va a su cama, me gustaría seguir hablando con él para que me lo contara todo, pero me quedo dormido. Me despierto entre horas con el ruido de la cafetera, son las cinco de la mañana, papá no ha vuelto y mamá lleva por lo menos cuatro cafés, sigue en la cocina, sentada, como mientras cenábamos. Yo no aguanto, me gustaría estar con ella, pero tengo tanto sueño...

Oro blancoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora