La semana perfecta

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(Por: Abi)


—Estás aquí de nuevo.

—Buenas tardes, Abigail.

Puse los ojos en blanco. No podía ser grosera con alguien que me daba lecciones sobre saludar.

—Buenas tardes —gruñí mientras terminaba un mail de recordatorio para los alumnos que estaban excediendo su tiempo de préstamo.

Axel se inclinó sobre el escritorio y empezó a jugar con las fichas que estaba digitalizando.

—¿Qué has leído últimamente?

—Un libro.

—No me digas.

—Pudo ser una caricatura, una noticia, un folleto informativo, una conversación de whatsapp....

—Vale, vale, lo capto. No debo burlarme de la chica inteligente.

—Por fin empiezas a demostrar un poco de sentido común. Aunque te iría mejor si decidieras usar un poco de materia gris en pensar otra pregunta que hacerme, te estás poniendo repetitivo.

—Es la única que consigue una respuesta diferente cada vez que la formulo, Abigail.

Tal nivel de razonamiento me sorprendió un poco, así que le fruncí el ceño. No me gustaba que Axel me hiciera reaccionar, era peligroso.

—Solo volví a leer el primero de Harry Potter —respondí de mala gana—. Ahora ya puedes irte.

—¿Es tu libro favorito? —Siguió Axel, que siempre ignoraba mis "indirectas" para sacarlo de mi vista—. Es la tercera vez que te escucho decir algo sobre Harry Potter esta semana.

¿Por qué tenía que ser la buena memoria parte de sus talentos?

—El segundo. Mi favorito es El Conde de Montecristo.

—¿El qué?

—Escrito por Alejandro Dumas —seguí en mi mejor voz de ratón de biblioteca—. Es el libro universal sobre la venganza, después de la Biblia, por supuesto.

Me puse de pie y volví a colocar las fichas en la parte trasera de los libros. Axel se mantuvo en silencio mientras los devolvía a sus lugares y llenaba el carrito con una nueva tanda, aunque podía sentir su mirada en la parte de atrás de mi cabeza.

—Nunca había escuchado de ese libro.

—Estoy en shock —repliqué en el tono más insípido que pude lograr.

—Pero podría leerlo, por supuesto. ¿Lo tienen aquí?

—Solo hay una edición resumida de cuatrocientas páginas.

Me encantó ver su cara de sorpresa al notar mi uso de la palabra "resumida".

—Podría decirte que disfruto leyendo libros con pinta de enciclopedias, pero no quisiera que me acuses de intentar agradarte.

—Hablando de eso: la próxima vez que quieras hacerme enojar, recuerda que mi libro favorito es famoso por ser una venganza maestra.

—No hay problema. ¿Siempre mueves las manos así cuando hablas de las cosas que te gustan?



—Vuelves a tener esa sonrisa tonta —me advirtió Vivian cuando tomé asiento junto a ella y pedí un brownie.

PROHIBIDO tener citasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora