(Por: Axel)
—Salvado por los pelos, amigo.
—Por una idea de Abi, en realidad. A estas alturas no es como si me sorprendiera.
—Oh, vamos, deberían haber dejado que se fueran a seguir sus propias vidas, para variar. No sé si es peor que ustedes les ofrecieran un trato, o que ellas lo aceptaran.
—Todavía no puedo creer que Fátima lo aceptara.
—Como si ese diario publicara siempre la verdad y nada más que la verdad. Es manejado por humanos, y los humanos somos manipulables, cometemos errores y todo eso. Aunque no aplica en este caso, realmente publicará la verdad sobre...
La mirada de Franco se desvió de mi cara a la estantería detrás de mí.
—¿Hola?¿Qué pasa?
Franco se puso de pie e inspeccionó mi cuarto con una mirada incrédula. Lo supe un segundo antes de que lo dijera en voz alta.
—Tienes comedias románticas por todo tu cuarto.
—Bueno...sí.
—¿En serio? —Dijo con la sonrisa que lo hacía parecer un taimado duende—. ¿De Tarantino a...El club de los corazones solitarios?
Devolvió el libro al estante como si pensara que podía contagiarse de algo.
—Tuve que comprarlos —me defendí—. Abi me contó tanto sobre ellos, y no podía sacar su voz de mi cabeza.
—Gastaste dinero en libros románticos —repitió él.
—Eran los ahorros de mis últimos cumpleaños —susurré—. La odio.
—Gastaste dinero en libros románticos —dijo Franco como si la idea todavía no terminara de calarlo.
—Sí, sí, ya deja de repetirlo. Son adictivos, si tengo que decir algo a su favor.
Antes de que terminara la frase, la risa de Franco explotó con tanta fuerza que di un salto.
—Oye, deja de reírte, a este punto ya ni siquiera es gracioso. No sé qué hacer, Franco. No me la puedo sacar de la cabeza, es una tragedia nacional.
Franco finalmente logró estabilizarse en la cama y me miró con una ceja alzada.
—¿Lo dices tú o quieres que lo diga yo?
—¿Qué cosa? —Pregunté sin entender.
—Parece que voy a tener que ser yo, ¿por qué siempre yo?—Franco suspiró dramáticamente—. Estás enamorado de Abigail Lester.
Iba a responderle que no, a gritos, pero me dio su mirada de "no me vengas con huevadas a mí".
—¿No? —Intenté.
—Yo diría que sí. Y bastante.
—Ok, quizás un poco.
—Bastante —insistió él.
—Solo como un treinta por ciento —rebatí.
Franco me tiró una almohada directo a la cabeza, aunque no dolió casi nada.
—Para ser el futuro mejor cardiólogo del mundo, me pareces bastante decepcionante conociendo tu propio corazón. Creo que dejaré que alguien más instale mi bypass.
—Eso me ofende.
—No, tú insultas mi inteligencia, y mi amistad, asumiendo que no te conozco y que no sé cuándo mierda estás enamorado.
ESTÁS LEYENDO
PROHIBIDO tener citas
أدب المراهقينAbigail está cansada de que cada semana haya una nueva chica llorando porque Axel Cruz le rompió el corazón. Las cosas cambian un día en que la vida le da la oportunidad perfecta para vengarse. A cambio de que ella no revele su secreto, Axel tien...