Lammy.

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Él había dicho que no tendría tiempo en el día, que fuera en la noche.

Estaba afuera de su casa, esperando. Hacia frio, no era mucho pero si lo suficiente como para lamentar no haberme puesto siquiera una chompa. Llevaba fuertemente agarrado mi cuaderno.

Toqué de nuevo la puerta.

No contestaba nadie, hiba a tocar de nuevo pero la puerta se abrió repentinamente. Una niña de cabello marrón amarrado en dos pequeñas coletas y de un color de ojos que se me hacian familiares estaba parada frente a mí.

-¡Hola!- saludé -¿se encuentra Torao?

Ella me miró extrañada.

-¿Torao?

-Si -afirmé moviendo la cabeza- es alto, tiene grandes ojeras y unos ojos iguales a los tuyos... y es algo amargado.

-Ah~...

Parecia que sabia de quién hablaba.

-Hablas de hermano, ¿verdad?

-¿hermano?- no entendía a que se referia.

-Si, él es mi h-

Ella no pudo terminar porque alguien la estaba llamando.

-Lammy, dije que primero miraras por la ventana, no puedes abrir la puerta a extraños así nada más.

La persona que la llamaba era... Él.

-¡Torao! -lo saludé.

-¿Mugiwara-ya? -parecia que mi presencia aqui era más que rara.

-Este...hermano ¿lo conoces?

-Si, desgraciadamente si. Tenemos que hacer un trabajo juntos.

-¿Es tu amigo? -preguntó la pequeña.

-No, no lo somos. Solo es mi compañero de clases.

Era cierto, nosotros apenas estamos comenzando a hablarnos.

-Vamos, ve adentro. Cora-san está en la cocina, cuida que no se incendie o le caiga agua hirviendo.

-¡Claro! -contestó sonriendo la niña.

Él le acarició suavemente su cabello y ella se fue.

Torao se dió la vuelta, y supuse que era una invitación muda a que pasara adentro. Yo avanzé y...

¡Plash!

La puerta se cerró en mi cara.

-¡Aún estoy afuera!- me quejé, sobando mi nariz para intentar disminuir el dolor.

Al poco tiempo abrió la puerta.

-Había olvidado que estabas afuera.

-¿En serio?

-Si. Pasa, el tiempo es oro. Tengo otras cosas que hacer.

*

El trabajo lo terminamos en menos de lo que pensaba, una hora bastó para eso.

Estabamos en el segundo piso, en lo que parecia ser la sala. Todo estaba ordenado y en su lugar, en uno de los sofás pude visualizar unas muñecas, debían de ser de la pequeña niña.

-Esa niña es tu...

-Lammy, es mi hermana.

-Lo suponía, tienen el mismo color de ojos, aunque ella es más... Alegre.

-¿No lo parece?

-No quize decir eso.

-Puede wue tengas razón, ella se parece más a ti.

Lammy se parecía más a... ¿mi?

-Sus personalidades son muy parecidas pero, claro, ella si piensa.

-No sé porque, pero siento que me estás insultando.

-Tal vez si.

Vaya, tenía un humor muy peculiar.

-Ya terminamos, debes irte.

Se levantó de su asiento, Caminó hasta la entrada y se paró allí señalando la puerta.

-¿No puedo quedarme un poco más? -pregunté.

-No. Yo tengo cosas que hacer y tú también... aunque lo dudo -esto último lo dijo en voz baja pero logré escucharlo.

-¡Oye! Yo también tengo cosas importantes que hacer -caminé hasta llegar frente a él.

-Pues qué bueno -dijo, abrió la puerta y luego se puso detrás de mi, empujándome hacia afuera. -Chau y que tengas una buena noche.

Y cerró la puerta.

Estando afuera pude llegar a oir como Lammy le regañaba a Torao por no haberla avisado de que ya me iba.

Su hermana es muy simpática.

[Editado]

Tan Cerca y Lejos a La VezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora