Rompiendo el hielo.

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A el abuelo le  sorprendió bastante el hecho de que yo no estaba yendo a la casa de Torao desde hace ya un buen tiempo.

Él debería estar ocupado estudiando para poder ingresar a la universidad, ya que la carrera de Medicina era una de las más demandadas y exijidas. No todo lo que le dije a mi abuelo era mentira.

¿Cuántos meses habrían pasado ya?

¿Uno? ¿Dos? ¿Tres?

No lo sabía exactamente, el tiempo pasaba demasiado rápido. Y un mes te puede parecer una semana.

Pronto sería Octubre...

Definitivamente ese día no pasaría desapercibido para mi memoria.

Si había algo que recordara al pie de la letra... Eso era las fechas de cumpleaños.

*

Llegó el tan esperado día.

Hoy día estaba decidido a romper el "hielo" con él.

A Sabo le pareció raro verme en la cocina a esas horas, bueno, en realidad, verme ahí no era tan raro, lo extraño era verme haciendo otra cosa que no fuera comer.

-¿Luffy? -preguntó bastante extrañado- ¿qué haces con el delantal puesto? ¿vas a cocinar?

-Si -dije, sacando las ollas y lo que necesitaría- ¿Por qué?

La expresión tranquila y relajada de Sabo se transformó en pocos segundos a una de sorpresa, bastante sorpresa.

-¡¡¡¿¿¿Eh???!!!

¿Tan raro era verme cocinar?

-¿Tú... Cocinando?

-Es por una ocasión especial.

Sabo pareció entenderme sin la necesidad de explicarle.

-¿Es para...?

-Si.

No sé cómo, pero Sabo siempre lograba saber que es lo que me pasaba.

-Ya veo. Entonces, eso quiere decir que ya arreglaron sus problemas, ¿no?

-No, aún no.

-¿Piensas llevarle comida para reconquistarlo?

-E-es s-solo un presente. No tengo segundas intenciones -por alguna razón sentía que mi rostro debía estar sonrojado.

-Si tú lo dices -él realmente no me estaba creyendo ni una sola palabra- Entonces te ayudaré. No quiero que termines intoxicando a alguien, luego me sentiré culpable por no poder haber evitado una muerte inocente.

-¡Oye! Estaba pensando en seguir una de tus recetas -mencioné en voz baja, era conciente de que mi comida no era digna de ser llevada a Mistura pero tampoco era como para matar a alguien.

*

Pocos minutos después llegó, ni siquiera me miró, me estaba ignorando otra vez, fue directo a su asiento, dejó su mochila y se sentó mientras sacaba un libro de medicina para leer.

Rápidamente saqué lo que había hecho para él y me dirigí a su sitio.

Al llegar, dejé lo que traje en su mesa. No esperé que él se diera cuenta o no de mi presencia.

Solo dije:

-Para ti.

Regresando a mi sitio a mi asiento a hacer mi tarea.

Al cabo de un rato, lo vi parado frente a mí con el pequeño paquete, lo dejó en mi mesa y se marchó.

Yo lo cojí y lentamente deselvolví el paquete.

El taper estaba vacio... me sentí feliz.

Mientras volvía a envolver el taper, la pequeña tarjeta que decía "Feliz Cumpleaños" cayó al suelo, mostrando algo que no esperaba. Un pequeño pero a la vez significativo mensaje:

"Gracias"

¿Esto es lo que llaman "estar en la cima del mundo"?

Creo que estoy en problemas.

Tan Cerca y Lejos a La VezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora