CAPÍTULO 9

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Entré a la ducha, no me sentía muy segura por Jos que estaba ahí afuera temía que en algún momento valla a entrar e interrumpir mi baño. Enrolle la toalla blanca en mi cabello y alrededor de mi cuerpo otra toalla más grande. Abrí la puerta y Jos estaba tumbado en la cama dormido, no podía creer con que facilidad se durmió, parecía un lindo bebé acurrucado en las sabanas y la colcha, se veía tan tierno, sus ojos cerrados y su dulce rostro, sus pestañas largas se hicieron más notorias y sus bellas cejas que encajaban perfecto con el color de su cabello.
Caminé de puntillas hasta un armario donde dejé colgada mi ropa, olía mal no podía usar eso de nuevo. Así que sólo opté por usar mi ropa interior, dejé que la toalla deslizara por mi cuerpo quedando completamente desnuda menos mal Jos seguía dormido, acomode el brasier en mis pechos y el interior.

-Que lindo cuerpo tienes Lina.

-¿Qué? No estabas dorr..dor..dormido? En que momento despertaste!

-Tranquila no vi nada, cuando desperté ya estabas cubierta con tu ropa interior, a propósito te hace ver muy sexy- giño un ojo.

Ayy! Dios! Menos mal, pensé que me había visto encuerada. Jos me prestó una de sus camisas y un pantalón holgado de esos que usan para invierno, la verdad me asentaba bien por el simple hecho de que el clima está frío y el color negro me gustaba. Dejé caer la toalla que cubría mi cabello rizado y luego comencé a cepillarlo con mis dedos hasta que pareciera no estar tan enredado.
Jos me miraba con unos ojos de ternura, parecía que le encantaba como lucía con su ropa.

-Te ves tierna- sonrió.

-Gracias-mis mejillas se tornaron de un color rosa- me gusta ésta ropa- sonreí de oreja a oreja.

Me senté en el filo de la cama y sin querer tomé una foto de Jos cuando era pequeño, la analice y era un tierno niño, desde pequeño ha sido tan apuesto, se veía gracioso en aquella fotografía. Solté una carcajada y Jos regresó a verme, al darse cuenta que me estaba burlando de su foto lanzó mi torso hacia el colchón quedando acostada.

-Porqué te burlas de mi foto Lina- me dijo entre dientes muy serio.

-Porque quiero y puedo Jos- le dije mirándolo a los ojos.

-Pues ya no...

Sus manos estaban cosquilleando mi torso sin parar, me hacia soltar miles de carcajadas, ya no podía más. Estaba a punto de llorar de risa, así que lo pateé sin querer. Calló al piso y se sobaba la cabeza, de un salto se subió nuevamente a la cama y sin haberle importado el golpe siguió haciéndome cosquillas.

-Ya basta Jos- fue lo único que pude decir porque se me iba el aliento cada segundo de tanto cosquilleo.

-Verás que si me dolió el golpe- dijo sobandose la cabeza con la mano.

-Lo siento fue sin intención- hice pucheros juntando mis manos.

-Está bien ven acá.

Me agarró del cuello y me acostó nuevamente en la cama, me arropó con la colcha y me dijo que descansara. Le dije que se quedara un rato más esperando a que me duerma y aceptó en seguida. No podía creer lo que estaba pasando aquella mañana entre los dos, pensé que lo iba a odiar de por vida pero creo que se siente mejor estar así. Sus cálidos brazos me arroparon y mis ojos se iban cerrando poco a poco.
Desperté después de unas horas de haberme quedado dormida entre los brazos de Jos, con mucho cuidado me levante de la cama, no quería hacer ruido él estaba en un profundo sueño. Recogí mi ropa mal oliente a alcohol y sudor la acomode en mi brazo, agarré mi pequeño bolso y salí de aquella habitación. Tenía que volver a mi casa, mis padres deben estar preocupados, bajé cautelosamente las escaleras, los padres de Jos estaban afuera de la casa, no tenía la más remota idea de por donde salir y que no me viesen. Fui por la cocina y gracias a Dios encontré la bendita puerta que llevaba al patio trasero. Me escabullí muy cerca de las paredes de aquella casa hasta llegar al frente, asome mi cabeza por el filo de la pared y ahí estaban los padres de Jos hablando de algo, estaban algo serios. En el momento en que entraron a la casa, salí rápidamente corriendo de ahí pero en unos segundos me detuve a pensar en que rayos me iba a regresar a mi casa, en donde estaba mi auto. Tomé un taxi que casualmente pasó por la carretera y le indiqué la dirección al conductor, creo que cargaba dinero en mi bolso, saqué cinco dólares y se los entregué. La luz de la sala de mi casa estaba encendida, de seguro era mi padre viendo el partido de tenis y tomando una taza de café. Abrí la puerta y rogaba que mis padres no me maten, mi mamá estaba sentada en la mesa y mi padre viendo el partido como había dicho. Estaba estática en la puerta y ellos abrieron los ojos como platos al ver no presencia. Mamá se acercó a mi y me preguntó que donde rayos había estado. Sentía un poco de temor al decirle pero luego se fue desvaneciendo y mis labios se abrieron para aclarar la situación.

-Estaba muy preocupada por ti y tu padre igual- dijo mientras acariciaba mi cabellera café.

-Lo lamento, me quedé a dormir en casa de una amiga.

No podía decir que era de Cam, porque de seguro la llamaron a noche o el la mañana. Era raro ver a papá tomar una taza de café al medio día, casi siempre lo hace en las mañanas. Lo saludé y me miró con un rostro demasiado serio que hizo intimidarme, agache la cabeza ante sus reclamos.

-¿De quién es la ropa que traes puesta Lina?

¡Diablos! Pensé que no lo habían notado ahora que se supone que les voy a decir. Una lluvia de mentiras invadió no cabeza y solté las palabras.

-Me la prestó el hermano de mi amiga- ¡valla Lina que ingeniosa! ¿El hermano de tu amiga?, al parecer el nerviosismo me estaba atacando por la espalda. Mi padre me miró confundido y serio- si, y bueno me tengo que ir a la recamara, bajaré en un momento a comer.
Cogí mis cosas y subí prácticamente trotando por las escaleras.
Entré a mi habitación y metí mi ropa sucia en el cesto, recordé que el día Lunes en el instituto había que llevar una pequeña maqueta de "tu parque soñado", básicamente se trataba de construir un parque lleno de árboles verdes, columpios y esas cosas pero que tu siempre hallas soñado. Le pedí a papá para los materiales y comencé a construirlo, realmente me quedo perfecto, lo que más me gustaba eran los pequeños columpios que hice con fierritos dorados.

Rebeldía De Amor(Jos Canela)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora