11/30. Aires de cambio

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~ Colorado Spring ~

Amber se repitió a lo largo de su viaje si estabahaciendo lo correcto o no. Como siempre, su conducta contradictoria no dejabade hacerse un lugar en su cabeza. La calma llegó cuando después de tantas horascomenzó a ver las montañas coloradas siendo adornadas por el cielo anaranjadoque cedía protagonismo a la cercana noche. Ni bien hubo subido al bus pocodespués de despedirse de Claude y antes de quedarse sin cobertura llamó a sumadre avisándole que iría a quedarse por un tiempo. Su madre presentía quedespués de la última llamada que había tenido con su hija algo estaba pasando y se sintió aliviada al saber que la tendría cerca para ayudarla en lo que estuviese atravesando.

Al llegar por fin a destino su padre la esperaba junto a un muchacho de piel bronceada y cabello cortado al raz, supuso que seria el famoso Emmanuel, el ayudante de su padre en el taller mecánico.

La joven torció el gesto brevemente, ya que, lo poco que sabia de Emmanuel  era que había estado seis meses en prisión por robo de stereos y que su padre le dio una nueva oportunidad. Suspiró pesadamente y combatió con ese pajarito interno que le decia que tenía  derecho a juzgar a todo mundo menos a si misma.

–          Papá, que gusto verte – dijo Amber saludando a su padre con un fuerte abrazo y casi no dejándolo respirar.

–          Hija, no tienes idea la falta que hacías en casa.- dijo sonriente – Te ves bien. Emmanuel  ella es Amber mi hija mayor.

–          Tu padre me ha hablado mucho de ti – dijo Emmanuel  amablemente. – ¿Te ayudo con tu equipaje? –preguntó el joven señalándolo. Sus brazos estaban llenos de tatuajes de esos del tipo gótico.

–          Gracias – respondió.

En el viaje en auto Amber y su padre dejaron a Emmanuel  en su casa y luego siguieron el resto del viaje hablando sobre su madre y las rebeldías de Carly. Aquellas charlas que antes le hubiesen parecido una perdida total de tiempo ahora le parecían de lo mas añorado. Se había esforzado tanto en fingir lo que no era que había olvidado el valor de las pequeñas acciones y charlas de paso.

La prueba de fuego aún no había llegado. Su madre y Carly era lo que mas tenia. A su madre por saber que tendría que mentirle y a Carly porque esta no se tragaba ninguna de sus excusas, siempre había sido así y no veía que eso fuera a cambiar.

***

–          ¡Amber, hija! – chilló Ruth al verla entrar – ¡Por Dios! ¡Estas delgadísima!. ¿Es que en ese lugar no te alimentaron bien? – dijo examinándola mientras la sostenía por los hombros.

–          Mamá estoy bien, solo ... he estado estresada – dijo tratando de restarle importancia- Ya veras que con tu comida volveré a la normalidad.

Amber forzó una mueca para que su madre no se preocupara. Como si la comida pudiera solucionar sus conflictos, pensó.

–          Carly, ¿a dónde vas?. Ven a saludar a tu hermana.

–          Hola Amber, chau Amber. – dijo la hermana menor rodando los ojos, mojando un poco de pan en la salsa que estaba en el fuego y apartándose de lo que para ella era una empalagosa y fastidiosa escena.

–          A mi  también me da gusto verte – musitó Amber y pensó en todas las veces que lo había dicho sin sentirlo y que a pesar de que Carly notaba su falta de interés a Amber en su momento no le importó.

–          Algún día comprenderá lo importante de que sean unidas – suspiró Ruth. Como madre le dolía que Carly fuera tan distante y seca con su hermana, pero poco sabia Ruth del verdadero trasfondo.

ACORRALADA [ Finalizada ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora