Cuando llego, aunque sólo son las nueve y acaban de abrirla, ya hay gente pillando las hamacas. A mi eso no me preocupa pongo mi toalla lo más cerca posible de las escaleras para que nadie me vea mucho rato fuera del agua. Dentro me siento segura pero fuera me siento rara en bikini. Me da la sensación incómoda de que todos me miran y analizan cada defecto, aunque sé que no es cierto. Es más, me apostaría algo a que nadie me mira. Una vez he puesto el huevo me tumbo sin quitarme el vestido y miro a mi alrededor, lo primero que veo es que hay nuevo socorrista y es muy guapo aunque no me llama especialmente la atención, me da la impresión que es mucho cuerpo y poca cabeza. Además a mí el que me gusta es el vecino que vive en la casa del final de mi calle, es un loco que siempre me sonríe aunque nunca hemos hablado, me gusta su mirada y sobretodo que es un poco misterioso. Sé que monta bastantes fiestas y que va con muchas chicas pero es normal, no es que sea el típico chulo de gimnasio como el socorrista, sinó que es más bien un graciosillo pero también tiene su picardía y eso a las chicas pues nos acaba conquistando más. Va con su moto para arriba y para abajo, a veces miro desde la ventana a ver si pasa y si lleva a alguien, a ver si los conozco o cuanto tiempo ha estado fuera y me pregunto que habrá estado haciendo. Soy extremadamente tímida como para hablarle.
Estoy en mis pensamientos cuando veo a Igor sentado a mi lado, no me he dado cuenta de cuánto tiempo lleva aqui. Me levanto y me siento en el borde de la piscina. Deja su toalla al lado de la mía y le digo que se siente conmigo. Lo hace. Nos quedamos en silencio mirando alrededor y como odio esos silencios le digo:
-¿Ha pasado algo con Cris? - Sé que siempre ha habido algo entre los dos, pero Cris no tiene interés en él, a ella le gustan más del estilo del socorrista. No los chicos buenos.
-mmm...no especialmente, pero me ha dejado de lado por sus nuevas amigas, aunque son muy estúpidas, sólo piensan en motos, fiestas y chicos. Y no tienen ni idea de ninguna de las tres cosas. - Le sonrio con complicidad. Creo que tiene razón pero sí le doy mucho bombo se distanciará mucho más y creo que tengo que volver a unir la piña que éramos antes.
-He visto que hay un nuevo socorrista. ¿Lo conoces?
-Sí, bueno no he hablado con él, pero sé donde vive, tiene un hermano gemelo, dicen que son como el día y la noche.
Curioso. Nunca he conocido a gemelos.
Me levanto sin decir nada, me quito el vestido y me lanzo a la piscina sin pensar. El agua está helada pero salgo a la superficie y miro a Igor con cara de pena para que se meta y no dejo de moverme para calmar el frio, levanta las cejas y baja la barbilla y cuando veo que no se va a meter le lanzo agua. Se levanta, se queja, se acerca a su toalla y cuando pienso que va a tumbarse se quita la camiseta rápidamente y se lanza al agua. Es raro que él haga eso, la mayoría de veces tarda siglos en meterse en el agua y primero hace un ritual que nunca aprenderé, se moja la nuca y los brazos y la barriga, madre mía parece un gato. Cuando saca la cabeza todavía estoy con la sonrisa puesta y la cara de sorpresa. Jugamos a hablar debajo del agua, a ahogarnos a lanzarnos de las formas más locas y nos retamos a buscar cosas buceando, el que gana elije el siguiente juego, la gente viene y se va pero nosotros ahí estamos hasta pasadas las tres del mediodía. Cuando veo que el socorrista se está comiendo un bocadillo me entra un hambre feroz, le pregunto la hora y cuando me la dice. Salgo corriendo para casa, Igor me sigue y me deja en mi puerta. Quiere quedar esta tarde para dar una vuelta en bici, yo solo puedo pensar en comer, le digo que cuando acabe de comer se pase, no le invito a comer como solía ser porque no he avisado en casa.
A las cinco de la tarde estoy leyendo tumbada en la cama cuando me llaman, no tenemos timbre en casa, la verdad es que casi ningún vecino tiene, puedes ver la calle desde casi cualquier punto de la casa, así que una voz es el mejor timbre, y la puerta de la calle siempre está abierta, y la del garaje si estamos en casa también. Así que me asomo por la ventana del comedor en la planta de arriba y veo a Cris, Vane y Ali saludándome con energía, salgo hacía ellas y me dicen de dar un paseo. Aviso a mamá que está haciendo un bizcocho y no me hace mucho caso. Subimos por la calle y cuando llegamos al final de la calle ahí está, el chico que me ha robado el corazón sin dirigirme la palabra, es mi amor platónico por millones de motivos, pero el principal es que aunque los dos sabemos que existimos, él no me ve como una opción, a veces creo que no me ve, a secas.
Va caminando por la carretera, lleva la camiseta en el hombro y unas bermudas con chanclas, como se puede ser tan desenfadado, tan sexy y tan de todo a la misma vez. Es como un sueño, hecho a mi medida. Se para cuando llega a su puerta, se gira, nos mira, no, me mira fijamente, me saluda con un movimiento de cabeza y sonrie. Yo no tengo la voluntad ni para devolverle el saludo, bastante esfuerzo tengo que hacer para controlar que mi boca se mantenga cerrada y que no parezca una idiota babeando. Pero me ha mirado, o igual tengo tantas ganas de que mire que me lo estoy imaginando. Él abre la puerta y avanza por el jardín como si no acabara de derretirme entera delante de él. Dejo caer un suspiro y eso es suficiente para revolotear al patio.
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PARECE QUE VA A LLOVER
RomanceSoy Nayara, una estudiante normal, una chica del montón que, sin comerlo ni beberlo he acabado estando en el centro del huracán. He crecido con mi mejor amigo y vecino, Igor nuestras familias también están muy unidas y dan por hecho que acabaremos s...