~XXII~

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                                                                                    ______ P.O.V

Me levanto y veo que estoy desnuda. No hay que ser una genio para saber lo que pasó, aunque no recuerde nada de la noche anterior. Probablemente Draco y yo estábamos con dos copitas de más y eso. Le veo durmiendo como un tronco a mi lado, por lo que le beso la frente y le dejo durmiendo, me pongo una bata y voy a la cuna de Nick, cogiéndole con cuidado para luego bajar al salón, tras comprobar que los niños siguen durmiendo.

Me siento en el sofá y miro al pequeño pelirrojo con una sonrisa. Tiene los ojos de su padre, cómo no, y mi pelo. Pero tiene muy poquito, a decir verdad, aunque todavía tiene dos meses, todavía le queda tiempo para que le crezca.

En cuanto mi bebé se despierta y parpadea, intentando abrir los ojos para despertarse, se gira y se aferra a mi pecho, empezando a mamar aún con los ojitos cerrados. Cuando deja de succionar, le giro para que saque los gases y luego le vuelvo a acunar, yendo a la cocina.


Sobre la encimera está el biberón de cuando los gemelos eran pequeños. Frunzo el ceño, ya que Nick sólo toma pecho y cuando lo hace del biberón es cuando se queda con sus tíos. Por lo que derramo la leche y como puedo agito la varita para que se limpie solo.

Oigo a alguien entrar a la cocina y me giro.

—Buenos días, cariño. —Le digo, sonriendo. Él frunce el ceño y ladea la cabeza.

—Hmmm...hola.

— ¿Pasa algo? —Le pregunto, frunciendo el ceño también.

—No... ¿Ya le has dado la leche?

—Sí. —Alzo una ceja y me acerco para besarle —. Por cierto, ¿Qué fue lo que pasó anoche? Normalmente suelo acordarme de lo que pasa entre tú, la cama y yo.

Él parpadea, varias veces. Luego coge a Nick de mis brazos, lo deja en el pequeño capazo que hay en el salón, y vuelve a la cocina, para después empujarme contra la nevera y besarme como si no me hubiese visto en años. Un gemido se escapa de mi boca antes de seguirle el beso con la misma intensidad, agarrándome de su cuello.

—Por el amor de Merlín, eres tú.

Suelto una carcajada.

— ¿Qué diablos te pasa? Claro que soy yo. —Frunzo el ceño cuando me abraza —. ¿Me vas a explicar qué ha pasado?

Ahora él es el que me mira sin entender.

— ¿No recuerdas nada?

—Si te refieres a anoche, no, no recuerdo nada. Pero seguro que fue una muy buena noche, porque tengo agujetas.

Él se ríe.

—No...—Su rostro se torna serio de nuevo —. Tú...perdiste la memoria.

—Ya, venga, muy gracioso, cariño. —Río —. Pero las bromas se le dan mejor a George, o a Zabini, en su defecto.

—No es una broma...—Me toma de la mano y me lleva al sillón. Me cuenta varias cosas que se supone que pasaron, pero en mi cerebro no hay constancia de eso. Cuando termina su relato cierro los ojos. Se supone que soy capaz de ver el futuro y el pasado, por el amor de Morgana, nunca mejor dicho. Incluso soy su descendiente.

Entonces llega como un flash, todo. Desde que salí de casa creyendo que era Mcgonagall la que me llamaba, la muerte de Lucius y cuando me desperté en el hospital, hasta la noche anterior.

Ojos Grises. La secuela. (D.M. y _____)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora