—Hola...—Saluda un voz aguda y alegre.
La eriza abrió los ojos y observó por primera vez aquel hermoso lugar.
—¿D-Dónde estoy?
—En el cielo.—Contestó la conejita dedicándole una sonrisa.
La chica de cabellos dorados hizo el intento de levantarme pero calló de nuevo al sentir el peso de unas grandes alas de plumas tan suaves como el algodón.
—Déjame que te ayude, señorita María.—Dijo dándole la mano.
—¿Cómo sabes mi nombre?
—Estoy aquí para informarte. Los arcángeles dicen que serás un buen ángel de la guardia.
—¿Qué?
En aquel momento, dos imágenes se alzaron frente a ella. En una se podía ver a un chico cuyos ojos carmesí estaban inundados de lágrimas y en la otra, a una pequeña eriza rosa que se planteaba su cordura.
—Ambos necesitan ayuda.—Continua explicando.
La rubia dio un par de pasos, acercándose a la imagen de su hermana mientras recordaba aquel accidente que le había traído a ese lugar. Justo en el instante de tocar la imagen, esta se oscureció y se paralizó. La conejita se sorprendió ante aquello.
—¿Qué ocurre?—Preguntó la eriza confusa.
—Oh no...—Murmuró—Demasiado tarde. Ya no puedes ayudarla.
—¿Qué quieres decir?
—Posiblemente se le asigne un demonio para que acabe con su vida lo más antes posible pero visto su estado...parece que no hará falta.
—Esto es por mi culpa. S-si yo no le hubiera dado de lado o...
—Señorita María, está bien. Ahora ambas descansareis en paz.
—¿Amy vendrá al cielo?
La mirada de la pequeña se ensombreció y dejó la pregunta sin responder.
—Eso pensaba—Deduce María.—¿No hay nada que pueda hacer?
—Los arcángeles conocen el futuro. No puedes cambiar el destino pero si el camino que tome para llegar allí.
La chica no entendió muy bien lo que le dijo, pero se negaba a perder más tiempo. Los arcángeles le confesaron que Amy acabaría en el infierno y se convertiría en un demonio acosador e incluso le desvelaron cómo moriría. ¿Su plan? Evitarlo. Esa era la segunda parte de si plan. El primero ya estaba en marcha...
—¿Tú que haces aquí? ¿Te has perdido?—Vacila una diablesa a las puertas del infierno.—¿Buscas a alguien?
—Quiero hacer un trato.—Respondió seria.
La zorra pelirroja se calló de inmediato y sonrió.
—Babe, alguien quiere hablar contigo.—Gritó.
Un erizo verde de con una chaqueta de cuero apareció ante ella y la miró de arriba abajo.
—valla, por favor, no te quedes ahí, pasa a mi oficina.—Dice señalando una habitación—Hacía tanto tiempo que un ángel no visitaba este antro... Desde...aquel accidente... Pero no te preocupes, tu solo no te acerques al fuego, "arderás en la llama eterna" y blah, blah, blah, ¿en qué te puedo ayudar?
A la joven le sorprendió mucha la actitud de ese individuo. De veras no se esperaba que "él" fuera así de amigable. Pero mejor no confiar.
—E-estoy aquí por mi hermana, Am...
—Amy Rose. Si, tengo conocimiento de todos los pensamientos negativos y los de tu hermanita son de mis preferidos. Tan joven y tan psicópata... Le tenemos un sitio reservado por aquí para dentro de muy poco.
—Si, vengo por eso.
—No puedo borrar su nombre de la lista, ya está destinada aquí—Explica con tono aburrido.
—N-no es eso... Según tengo entendido, tendrá la ocupación de demonio...y me gustaría poder elegir su víctima.
—¿Mm? ¿Y eso para qué?—Cuestionó con curiosidad.
—Yo...no puedo salvarla y necesito asegurarme de que se le asignará alguien que cuide de ella por mí.
—Ooooh, que tierno—Se mofó entre risas—¿Sabes que ella tendrá que acabar con su vida?
—No lo hará. Confío en ella.
—¿Y cómo dices que moriste?—Preguntó sarcástico.
—Si Amy no se libra del infierno y como tú has dicho, arde aquí para siempre, entonces...te daré mi alma.
—El alma de un ángel... Mmmmm... Acepto. Tenemos un trato.—Afirma estrechándole la mano. Acto seguido, abre un enorme archivador cuyo cajón se alarga más y más como si fuera infinito. Dentro había más de un millón de expedientes—Buena suerte.
El ángel suspiró y empezó a revisar expedientes. Iba casi por el quinto cuando hubo uno por la mitad que le llamó la atención. Nunca supo por qué, pues este se veía igual que los otro, pero por un momento sintió verlo brillar.
—Sonic the hedgehog—Susurró leyendo el informe.