Silencio y oscuridad. Esas eran las palabras perfectas para describir ese momento. Al joven no le importaba, pues se siente agusto en su cama, la tranquilidad inundaba aquella casa por las mañanas, bueno, eso eras antes de...
—¡Arriba perezoso!
—¡Aaag!—Se queja al ser deslumbrado por el sol que entra por la ventana en el momento en que la chica abre las cortinas sin avisar.
—¡Venga! ¿Quieres llegar tarde el primer día de instituto?
—¡Me da igual!
Amy le mira en silencio durante unos segundos y justo cuando el erizo pensó que le había convencido para que le dejara dormir, sintió como su ángel de l guardia se tiraba encima de él de un salto y empezaba a sacudirlo.
—¡Amy! ¡para!
—¡Arriba, arriba, arriba, arriba...!
—¡Vale, tu ganas!
—Bieeen—Dice con una sonrisa mientras aplaude alegremente.
Sonic se quitó a Amy de encima fácilmente ya que su peso era realmente ligero por su condición. Se vestía y se aseaba mientras la rosada parlotea animadamente.
—...y por eso tienes que prestar atención en clase, estudiar y hacer los deberes. ¡Ah! Y nada de peleas. Haz más amigos y sonríe más a menudo. En resumen, debes portarte bien. Yo cuido de ti, quiero que tengas una vida feliz y tranquila y sana y sin depresiones y sin muerte alrededor...... ¡pensar en positivo!
—Te juro que como sigas hablando así me suicido.—Dice con ironía saliendo del baño con el uniforme escolar ya puesto.
El joven agarra su mochila sin hacer caso a las quejas de su ángel y se dirige a la puerta. Podía hablar con ella sin preocuparse por que su madre le mirase raro ya que esta se pasaba casi todo el día fuera debido a su nuevo trabajo.
—¿No vendrás conmigo?—Cuestiona al darse cuenta que la chica se para en la puerta.
—Ah, pensaba que ya te lo había dicho. Hoy voy a pasar la mañana con María.
—¿Tu hermana?—Pregunta extrañado. Amy le había explicado un poco su historia, algo que a él no le sorprendió para nada puesto que sabía lo psicópata que podía ser su acosadora número uno.
—Sip. Nos vemos luego, ¿vale? Estaré allí dentro de unas tres horas.
—Vale, entonces no vemos a las...—Mira su reloj y abre los ojos como platos—Son las seis.
—¿Eem?
—¡Me has despertado una hora antes!
Una gota de sudor recorre la cara de Amy quien abre las alas preparándose para salir volando de su acompañante enfurecido.
—Eeeh... No me fijé bien... Eje...
—¡¡AMYYYY!!
Bueno, siempre será horrible en su trabajo...
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—Hola, María.—Saluda desconcentrando a la chica que permanecía inmóvil sentada en el marco de la ventana, observando al erizo negro desayunar tranquilamente.
—¡Amy! No llegues así de repente.
—¿Qué más da? Ni que fuera a oírme...—Posa la mirada en el azabache—¿No dejarás que sepa que estás con él?
