Déjame Ir

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Era la noche más oscura de su vida, pero ella aún no lo sabía, a diferencia del ángel que había al lado de su cama, observándola y cuidando de ella por última vez.

—Estarás bien... Te lo prometo.—Susurró antes de abandonar la habitación y caminar a la sala de estar donde se encontraban sus padres. Le habría gustado salvarlos a ellos también.

El silencio de la vivienda fue interrumpido por el timbrido de la puerta. Era extraño que alguien viniera a esa horas intempestivas pero el hombre de esa gran y lujosa casa, se levantó del sillón y se dirigió a la entrada. Nada más abrir la puerta, fue apuñalado por un desconocido encapuchado, acompañado por otros tres individuos los cuales no tardaron en entrar y acabar con su esposa. Se hicieron con todas las cosas de valor del primer piso, pero cuando estaban a punto de subir las escaleras, las sirenas de la policía sonaron en todo el vecindario. Por suerte, un vecino había escuchado el ruido y había llamado. Esto hizo que escaparan rápidamente de la casa.

María sabía dónde su hermana guardaba su cuchillo, con el cual ella misma había sido asesinada. Esta lo cogió y lo puso en el puño de Amy, esta seguía dormida pero despertó al sentir el frío suelo de la sala de estar y el olor a sangre.

El sonido de los coches de policía, sumado a los golpes en la puerta de los agentes, hizo que a la eriza le entrara el pánico, asumiendo que ella había sido la causante de ese caos. Minutos después ya se encontraba en el cementerio, terminando de enterar a sus padres. Cuando terminó, se sentó en el agujero de su tumba y se despidió de aquel mundo que por el momento la había tratado tan mal.

La chica clavó el cuchillo en su pecho y se dejó caer en la tierra húmeda. El ángel admiró su cuerpo inerte y sonrió.

—A partir de aquí, tendrás que hacerlo todo tú sola.—Sacó un teléfono móvil de su bolsillo y marcó un número—Demuéstrame que valoras esta vida.—Susurró mientras se alejaba y se coloca el aparto en la oreja.

—Ya hace siete meses de aquello.

—y... ¿has estado todo ese tiempo cuidando de mí?

La rubia asiente seriamente.

—¿Por qué?

—Porque te quiero.

—¿Y crees que yo no? ¿Crees que no necesito verte?—Pregunta con voz temblorosa.

—Lo que tú necesitas es vivir, ser feliz...

—No puedo, deberías saberlo ya—Contesta fríamente.

—Shadow...olvidame—Murmura abriendo sus alas con la intención de desaparecer de nuevo, pero él la detiene agarrandola fuertemente del brazo.

—¡María!—La eriza lo miró por primera vez a la cara con los ojos llenos de lágrimas—No quiero vivir una vida en la que tu no estés—Suspira acariciando su mejilla—Déjame ir contigo. No puedo hacerlo si tú estás cuidándome. Dejame estar a tu lado por siempre...

* * * * * * * * * *
El siguiente capítulo es el último.

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