Pequeña tortura.

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Las cuatro paredes de su oscura recamara adornaban su soledad y los ecos que regresaban hacia el, eran de sus suspiros. Un pequeño rayo de luz entraba tímidamente por su ventana, y le daba directamente a sus párpados Hielo. Pero no le molesto, es mas, era como recibir una mirada cálida y llena de vigor de su castaña. Con sus dedos empezó a hacer figuras extrañas en el aire, sin nada mas en sus pensamientos que Hermione Granger. ¿Cómo pudo llegar hasta ese punto? Cuando todo empezó, tuvo la idea grabada en la mente que todo eso que sentía, seria temporal, pasajero, rápido. Pero tan solo era poder besar, tocar y sentir a Hermione, para que ese sentimiento creciera más, hasta convertirse en una emoción demasiado grande, dentro de su pecho. Cerró sus párpados cansados, imaginando que tal vez podía dormir, pero las sonoras campanas que anunciaban la llegada de alguien a la Mansión, te tumbaron en sus tímpanos, sacándolo de su ensoñación.

-Joven Malfoy, lo busca de nuevo Astoria Greenggas.

-Hazla pasar Honey y cuando se vaya, revisa si la temperatura de mi madre es la correcta.-dijo Draco, limpiando sus ojos y colocándose su calzado color negro.

-Cómo orden el joven amo.-dijo su elfina doméstica para luego retirarse en una reverencia.

Draco espero 5 tal vez 10 minutos, para sentir la presencia de alguien más en la habitación.

-Espero que me tengas Buenas noticias, corazón.-dijo mientras se volteaba a los ojos celestes de Astoria.

-Muy gracioso Malfoy, pero no tengo tiempo, me quede de ver con Blaise y...

-No me interesa con quien te vas a ir a revolcar. ¿Recuerdas porque tu y yo nos vemos? Una palabra. Hermione, ahora dime lo que tienes y si no ya puedes largarte.

Astoria dio un bufido demasiado exagerado y se sentó en uno de los sillones de piel negra del rubio.

-Pues bien, tengo mucho que decirte. Hoy Granger y las demás, fueron a entregar algunas invitaciones al Valle de Godric y Granger no estará aquí en Navidad porque una tía vieja que vive Irlanda se irá unos días a algún lugar muggle y le pidió a Granger que cuidará su casa. Se irá a principios de Diciembre.
-Dime algo, ¿Cómo se veía ella, al entregar las invitaciones?.-dijo Draco con cuidado en ocultar su temblor de voz.

-Honestamente, amargada. No lo sé, su cara era larga y parece que no a dormido en días. Sus ojos tienen orejas y su cabello más horrible que de costumbre.

-Te prohibo que hables así de ella enfrente de mi. Eso es de mucha ayuda Astoria, gracias. Ya puedes irte con quien te agrade. Largate.-Draco se volvió a recostar, con el rayo de luz de nuevo en sus pupilas.

Astoria se levantó del sillón, pero antes de irse dijo:

-Eres una vergüenza Draco Malfoy. Tu sufriendo por una Sangre Sucia, que asco. Pero debes entender algo Draquito. Por más que ella no quiera casarse, lo va hacer, porque aunque no lo creas, Weasley tiene lo suyo y si no se casa por gustó, lo hará por placer. Hasta pronto.

Cuando escucho la puerta cerrarse, suspiro profundamente mientras controlaba sus puños. Se empezó a cambiarse por un color menos deprimente.

Cuando estuvo listo, salio de su enorme Mansión, con un solo proposito: recordar a Hermione Jean Granger porque se enamoró de el.

Mientras, en la pequeña casa de los Granger, el reflejo de Hermione mostraba a una chica vestida de blanco, un moño sumamente perfecto y un velo de tela. El maquillaje de su rostro la hacia lucir como una fina flor en un valle. Pero la sonrisa de su rostro no se distinguía. Sus pómulos no estaban rosados como de costumbre y el mar Chocolate de sus ojos eran como aquella vez, marrones.

El 7° Año (Parte 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora