Corazones titubeantes

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CORAZONES TITUBEANTES:

Si alguien te dice: “no eres tú, soy yo...“ interrumpe su pinche frase tan inspiradora y empaca la poca dignidad que te queda y pide un taxi con rumbo desconocido, esperanzado en que se cruce en tu camino una terminal de autobuses o el bar más cercano. Si alguien te escribe en un papelito que “el sentimiento es una flor delicada, manosearla es marchitarla“, sería mejor que trazaras al reverso un mapa sin retorno o que dibujaras un túnel que te saque de la maldita prisión de la cursilería. Cuando alguien te pida que le des “las llaves de tu corazón“, es momento propicio para inventar un pretexto perfecto y huir disimuladamente. Por mucho que te guste, por mucho que te espante estar solo, sería preferible que dijeras: “ahorita vuelvo, voy a buscar un cerrajero“. Y buscar una salida más próxima, cerrar con cuidado la puerta, meter las manos en los bolsillos y doblar la esquina silbando una melodía como en las caricaturas. Cuando alguien use frases como: “Valora lo que tienes, porque no es lo mismo perder un minuto de amor, que el amor en un minuto“, agarra el reloj de arena, dale vuelta, dile que vas a la tienda, compra un blindaje antichantajes, destapa una cerveza y reza la oración para los corazones titubeantes: “Una parvada de cuervos aletea en mis sueños, graznando nubarrones que presagian tormentas. Damasiados diluvios a la vista y navegantes melancólicos extrañan alguna balsa de madera. Quiero un viento alucinante, tempestuosa majestad en el norte, que me aferre al timón sin desvelo, mientras me acomodo la gorra de marinero para ya no ser capitán, ya no, de un naufragio que no deseo“.

2da, resacaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora