EL CÓDIGO DE LOS CIEGOS:
Apago la luz, me quedo un rato con los ojos abiertos, como si quisiera descifrar el código de los ciegos. La congoja se instala a mi lado, siento una opresión en el pecho, un nudo en la garganta y unas tímidas lágrimas que apenas se asoman. Y mi sueño es frágil, como los días de otoño, como el ruido de las hojas secas. Sólo tengo el consuelo de las canciones. Y aunque me sienta a merced de la melancolía, siempre habrá un refugio contra el olvido. Sólo es cuestión de hacer un inventario de lo bueno y lo malo. Sí, es verdad que de pronto viene el insomnio, a veces el miedo y en ocasiones la desesperación. O suelen ser las ansias que me devoran las uñas, que me hacen arrancarme los pellejitos de los labios, mientras pienso en un conjuro que te aparesca a mi lado.
ESTÁS LEYENDO
2da, resaca
PoesíaTanto amor puede ocasionar resaca, sí no se tiene la medida exacta.