Capítulo 12

4 1 0
                                    

Volví a nacer, literalmente, ahora nada me impediría seguir con mi vida, y tal como mi madre siempre quiso, me quería ver feliz, así que me propuse a serlo, pero esto no significaría que olvidaría mi origen, es por eso que aún escribo esto.

Me encontraba en Roma, alquilé un dormitorio, la única ventaja que tenía era nuestro similar idioma, tomé una ducha para relajarme, y me decidí a pasear por las calles de esa linda ciudad, era bastante confortante apreciar la belleza de ese país.

Me dió un poco he hambre, así que me dirigí a un restaurante, tomé asiento y esperé a que el mesero me tomara la orden, contemplaba el lugar y me relajaba cada vez mas, la gente en realidad que era agradable, a pesar que no les entendía.

La espera fué larga, y mientras lo hacía me propuse a escribir.

Dejé de hacerlo, porque me llamó mucho la atención una jóven que se sentó delante de mi, era bastante bonita, y si tan solo pudiera hablar italiano, me acercaría a ella para conversar, no podía hacer mucho y me moría de ganas por hablarle, así que solo me quedé observandola.

Pidió su orden y por el momento en que esperaba se disponía a fumar, esa era una oportunidad para acercarme a ella y ayudarla, sin pensarlo mucho me levanté de mi asiento para platicar con ella.

-¿Necesitas ayuda?-Le prendí si cigarrillo con una sonrisa en el rostro.

-Muchas gracias caballero-Me sonrió.

-¿Hablas español?-No lo podía creer, estaba entendiéndola a la perfección.

-Si, viví por cinco años en Argentina, tiempo suficiente para aprenderlo.

-Perdón, no me presenté, mi nombre es Antonio.

-Mucho gusto, soy Roxanne, al parecer eres nuevo en Italia, ¿No es así?

-Así es, vine a iniciar una nueva vida.

-Con que un aventurero.

-Curioso ¿no?

Nunca creí que me pasaría esto, y todo se volvió mas facíl, nuestra conversación se volvió mas interesante, y nos pasamos hablando mientras apreciabamos el atardecer de ese lugar.

A decir verdad, nunca creí poder superar ese dolor que tenía, pero en efecto, era así, estaba feliz, pero aún mas por conocerla.

El cielo se oscureció por completo, y comprendimos que era demasiado tarde.

-Ya es de noche, y creo que es hora de que me vaya.

-¿Te molesta si te acompaño?

-Para nada-Salimos de aquel lugar para dirigirnos a su casa.

Continuamos caminando hasta llegar a una casa bastante sofisticada.

-Es aquí.

-Bien, pero me gustaría preguntarte algo ¿Te gustaría que nos volvieramos a ver?

-¿Vernos?

-Perdona lo que dije, no debí apresurar las cosas.

-¡No!, está bien, que te parece mañana justo aquí.

-Es un hecho, entonces nos vemos mañana, descansa-Aquella mujer alegró por completo mi día.

Nunca había sentido algo así por alguien.

El Hombre erranteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora