Capítulo 19

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Desde aquella noche mi percepción del amor cambió por completo, aunque nisiquiera yo mismo sabía porque me enamoraba tan fácil, y porqué solo a mi me sucedían cosas y situaciones muy peculiares, pero en fin, a juzgar por mi estado, yo le agradaba a ella, pero mi reto era enamorarla, estaba totalmente convencido de que ella era el amor de mi vida, y lucharía por ella hasta el final de los tiempos

Tal como acordamos, me arreglé para la cita que nos esperaba, quien diría que mi curiosidad hacia lo mas profundo de Montecarlo iba a toparme con esa persona tan especial.

Salí del hotel reluciendo en todos los aspectos, y puse en mi aquel perfume que hacía despertar mi romanticismo.

Recuerdo muy bien el camino, en verdad eso no me representó un grande problema para mi memoria, y mas aún ese día.

Llegué al jardín, y contemplaba el color del atardecer, sentado sobre una banca junto al río que pasaba con una intensidad moderada, y de lo lejos, poco a poco comencé a verla, venía con unos libros en la mano, y como no hacerlo, era una estudiante.

-No creí que fueses tan puntual.

-Si hay algo que no debes hacer es subestimar mi optimismo, y mi palabra de hombre.

-Eso se oye demasiado bien.

-No lo dudaría ni un segundo, pero dime, a donde quieres dirigirte.

-No lo sé, la verdad es que no acostumbro a salir demasiado.

-Bien, que te parece si tomamos un café, y después nos vamos al teatro.

-Está bien.

Como lo acordamos fuimos a tomar un café, y ella empezó a hablar de su vida, y mientras que yo la escuchaba, debo decir que me perdía en su mirada, esos ojos me atraían como un imán, bueno, de hecho ella ya era bonita de por sí, y el hecho de estar platicando junto a ella, me hacía sentir muy orgulloso, de estar con una persona así.

Este día fue uno de los mejores, o al menos eso creía.

Salimos del café y nos dirigimos al teatro, la verdad es que yo no conocía una obra de Italia.

-Disculpa mi ignorancia, pero no conozco ninguna obra, pero, cual te gustaría ver.

-No hay cuidado, incluso, si quereis, yo puedo comprar los boletos.

-De verdad, muchas gracias.

-Esperadme aquí ¿vale?.

Ella se formó y esperaba su turno pacientemente, cuando ella se alejó de mi, un tipo, también español, se me acercó.

-Hey, amigo, no sois de por aquí ¿verdad?

-No, de hecho, soy de México.

-Vienes con ella.

-Te refieres a Ximena.

-Si.

-Pero porqué me preguntas eso.

-Solo quiero deciros que, teneis que cuidar mucho.

-¿De ella?

-Porsupuesto, ella tiene muy mala fama.

-No te estoy entendiendo-Ximena ya había comprado, y se acercaba a nosotros.

-Ya los tengo, ¡Pero si has hecho un nuevo amigo!

-Ya es demasiado tarde, me tengo que ir, colega, suerte-Se fue dejandome esa duda en la mente.

-¿Suerte?, que quiso decir con eso, ¿Te dijo algo?

-No lo se, pero aquella obra nos espera, así que será mejor si entramos de una vez.

No sabía si lo que me decía era verdad, pero luego de reflexionar profundamente, me dije que quizás el tipo estaba tan celoso de que yo tuviese de compañía a esa tan especial mujer.

Mis dudas desaparecieron y todo volvió a la normalidad.

Tanto tiempo de pensar me hizo incluso, perderme la obra en mi propia cara, solo desperdicié mi tiempo, pero todo lo compensaba su compañía, y aún mas cuando me sonreía tan vigorosa y delicadamente.

La obra terminó, y no entendí nada, y salimos de aquel salón, esta vez, la noche se volvió fría, y no llevaba un abrigo, si tan solo tuviese mi cartera le hubiera comprado uno.

-Tienes frío.

-Mi piel se eriza demasiado.

-Toma mi saco.

-Muchas gracias.

Me quité el saco, pues de todas formas mi camisa era de manga larga, así que yo no sufriría tanto como lo estaba haciendo ella, se me ocurrió abrazarla, y pues al parecer ella no se molestó en lo más mínimo, y así nos fuimos todo el camino.

No sabía que hacer, estaba tan enamorado que yo mismo sería capaz de confesarle todo mi amor en ese instante, el dilema era saber si ella correspondería a mi amor.

No estaba lista, aún no, era demasiado pronto para decírselo.

Llegamos a su casa y me invitó a pasar, esta vez no era demasiado tarde como ayer, y con un poco de incomodidad y nerviosismo entré a su hogar, sus padres estaban sentados en la sala, estaban hablando naturalmente.

-Madre, hemos llegado.

-Bienvenida hija, y al parecer invitaste a tu amigo.

-Si, tuvo el amable gesto de venir y dejarme hasta aquí.

-Que considerado, pero porfavor, toma asiento, que ahora te sirvo un poco de café.

-Muchas gracias señora, pero justo hoy pasamos a tomar uno.

-Y que mas da, anda macho, sientate que ya te sirvo.

-Está bien.

-Hija, ¿podeis conseguir una poca de azúcar con la vecina?

-Ya voy madre, ahora vuelvo.

Ella salió dejándome solo con sus padres.

-Bien, mi hija me ha dicho que tu nombre es Antonio.

-Así es.

-Ayer se la pasó hablando de como la encontraste, dice que pronto se hicieron buenos amigos.

-En efecto.

-Entonces ya sabrás que su cumpleaños está cerca.

-Para nada.

-¡No te lo dijo!, madre mía, pero creo que no acostumbra a celebrarlo.

-Que pena, de ser así, yo mismo le daré una sorpresa, sólo dígame qué día es.

-Es el 3 de Abril.

-En 13 días, bien, tengo algo en mente.

Ella entró y dejamos de hablar de eso, porque si era una sorpresa, ella no se debía de enterar de que le preparaba algo increíble.

-He llegado madre.

Ver su cara solo me hizo pensar en porqué no quería celebrar su fecha tan especial.

En realidad no sabría si se molestaría, pero yo estaba dispuesto a todo, sabiendo eso, ella ya no se podía negar.

La suerte tocó a mi puerta en el mejor momento posible.

Porque en 13 días le declararía mi amor.

Tomé el café, con cierta felicidad, porque ella se quedaría a mi lado.

Tenía el tiempo medido, y debería aprovecharlo para que se enamorara de mi.

El Hombre erranteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora