Capítulo 22

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Después de haber quedado en la ruina me enfoqué a buscar una fuente de supervivencia, y desde el principio ya sabía que esto iba a ser una tarea muy difícil.

Sabiendo un poco de francés y en las condiciones que estaba, ya no era más que otra persona desesperada encontrando un trabajo, un vagabundo, pero yo tenía un talento nato para este tipo de cosas, mi mejor talento, mi última jugada que bien me podría arruinar la vida o levantarme como lo solía ser.

Pero la ciudad parecía una obra de mármol tallado, las luces cálidas y el sonido del mar era lo único que no me hacía sentir miserable, después de todo soy de las pocas personas que tiene la dicha de haber perdido toda la herencia por una estúpida estafa, ese ya no era lugar para mí, ya no tenía valor en la ciudad, era insignificante. Me aturdía la cabeza el hecho de pensar que había llegado tan lejos como para morir de hambre en Mónaco.

Y si ya no era parte de Montecarlo era necesario deshacerme de todo para tener un poco de sustento en la única semana que me sobraba, después de eso era seguro que el hotel echaría mis cosas por la ventana; Abrigos de piel, zapatos de plata y mancuernillas de topacio, ya nada de eso iba conmigo si quería por lo menos comer, revisé los cajones y me encontré con esa caja de terciopelo negro que me ha seguido desde que era un niño, por un momento olvidé todo el rencor que tenía guardado, y las lágrimas salieron de par en par, me recargué en la esquina del escritorio, entonces mi cuerpo se dio por vencido, yacía sentado en la pared sosteniendo el único recuerdo que quedaba de mi madre y mi pulso se tornó cual tormenta; al día de hoy puedo sentir su cabeza sobre mis dedos, su frágil respiración, su débil aliento, su agonía. Al ver su imagen siento cómo su corazón pierde el compás, y vuelvo a escuchar cada gota de lluvia de ese maldito día, sus manos se vuelven frías y ya no tiene voluntad para seguir luchando. Esa fue la razón que me hizo cambiar de opinión para volver a donde empecé.

Cojí un periódico y sorpresa, justo la misma imprenta del periódico estaba solicitando a un nuevo reportero, ya antes en mi juventud había trabajado en algo así. No lo pensé dos veces y me dirigí a esa imprenta, no me importaba si me perdía en esa ciudad, porque al fin de cuentas esa oportunidad que se me presentó, me vino como anillo al dedo, era justo lo que necesitaba y fue como si el universo se hubiera conspirado a mi favor.

Por mi propia cuenta y preguntando pude llegar a ese lugar, y justo reflexioné eso que preguntando a Roma se llega.

Por supuesto que esto también iba a ser un poco complicado, porque ya hace mucho tiempo que yo ya no editaba notas, ni siquiera conocía bien el idioma.

-Bien, supongo que estas aquí por el puesto del periódico.

-Así es.

-Genial, quizás tu si tengas el perfil requerido, o si es la primera vez y crees que eres orto mas que tiene el talento adecuado.-Eso de alguna manera me daba a entender que yo no era el único buscando esa oportunidad y que ya habían venido otros sin conseguirlo.

La plática se extendió entre él y yo, por supuesto que yo manejaba muy bien este tipo de temas. Total que al final me acabaron cediendo el puesto.

Esto a la vez de que me iba a mantener con vida, me permitiría perfeccionar mis habilidades.

-Bien muchacho, te voy a explicar como funcionan las cosas, vas a estar a prueba un tiempo en lo que se te acaban los días de hospedaje que tienes. Cuando esto acabe yo tomaré cartas en el asunto para ver si vales la pena.

-Perfecto, usted no se preocupe, soy un pez en el estanque.

-Suenas prometedor, demasiado en mi consideración, espero grandes resultados.

Entrar en esas oficinas me hacían recordar los momentos que pasaba trabajando para mantener a mi mamá, no lo veía con nostalgia sino como unos años en los que mi juventud era plena y feliz, sonreí al volver a ver tantos papeles y botes de tinta, me satisfacía que alguien como yo pudiera haber llegado tan lejos.

Mientras los días pasaban y yo apenas empezaba a conocer el lugar me dieron la gran noticia.

-Valla creo que no me equivoqué contigo, superaste   mis expectativas, puedo decir que tu tiempo de prueba ha concluido.

-Esperaba que durara un poco más, aún tengo unos  días en el hotel.

-Eso se ha acabado, así que pasaremos a lo que sigue.

-Y que es.

-Tu nuevo puesto de trabajo.

-A que se refiere, yo creí que permanecería haciendo esto.

-Has sido ascendido, con lo que escribiste las ventas han aumentado masiva-mente.

-Y ahora que sigue.

-Mira el puesto que tienes lo puede cubrir alguien mas, mientras que tu, quiero que te vayas a uno especial, tu vas a dar las noticias internacionales.

-Se refiere a que solo cambiaré mi sección.

-Creo que debo de ser más explícito, ya no vas a tener que trabajar en la oficina, te mandaremos como reportero y editor, viajaras para darnos lo más novedoso con tus propias palabras.

-¡Que sorpresa! la vedad es que me dejó sin nada que decir.

Es el sueño de todos montar por un avión y viajar eternamente por el mundo, eso era lo que tenia que hacer, y me pagaban por ello, y a decir verdad, quien rechaza un trabajo así, de inmediato lo tomé y en los últimos días que permanecía trabajando en la oficina me organizaron una fiesta, al parecer le había caído muy bien a los demás, además de aumentar las ventas sus salarios hicieron lo mismo, estaban agradecidos conmigo, y yo me sentía con la responsabilidad de poder mejorar y ayudar a mis compañeros.

Todos confiaban en mi, y estaba dispuesto a seguir creciendo como persona.

Al cabo de una semana empaqué mis cosas, mi transporte era un barco que fácilmente podía llevar a medio millar de personas, las noticias internacionales dadas por el antiguo editor, se fueron con él. Me dijeron que había renunciado al trabajo, porque necesitaba una vida o algo así, para ser honestos fue muy de mala suerte renunciar a un trabajo que te permitiera conocer nuevas culturas, países, un trabajo que te diera la sensación de ser feliz.

Era la mañana estelar, en la que me dirigía a lo que toda la gente anhelaba durante todas sus vidas, el capitán me recibió y me dijo hacia donde ir, la habitación quedaba en la vista perfecta para contemplar el amanecer, dentro de ella estaba mi jefe.

-Bien, este es tu primer día, no quiero que me falles.

-Haré justo lo que espera de mí...-Me miró con una cara de satisfacción por un momento-... y quizás más.

-Esa es la actitud que esperaba de ti.

-¿Y hacia donde voy ahora?-Me volvió a mirar pero esta vez no se esforzó en decir nada, y pasó un largo rato para que volviera a hablar.

-Será mejor que te lo diga él mismo.

-¿Quién?

-Solo espera aquí y pronto lo vas a saber, así que te recomiendo que empieces a escribir, me gustaría que le dieras una bienvenida a la sección, un homenaje.

Salió despacio por la puerta, y pasó poco mas de un minuto y se escucharon pasos hacia mi recámara, fue entonces cuando él abrió la puerta.






El Hombre erranteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora