Capítulo 18

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Desde aquella noche me propuse a buscarla y ahora como tal era mi deber entregarsela, por eso debería de seguir en esa ciudad, pero de repente me llegaban a la cabeza tantas ideas, porque ¿Como iba a encontrar a la joven entre una multitud de miles de personas?, era como buscar la aguja en el pajar, pero yo no me daría por vencido, porque desde ya hace un tiempo, sentía que algo grande iba a pasar.

Lo primero que hice para buscarla fue ir a el casino de aquella vez, pues pensaba que si ella se daba cuenta de que le faltaba su bolso, volvería quizás a regresar para buscarlo. No fue así, porque pasé toda la noche cuidando la puerta desde el interior, y no pensaba en ganar dinero, porque ahora tenía una responsabilidad mayor.

Al siguiente día volví al casino con una poca de esperanza, pero nada, seguía buscando sin que ella se me apareciera, y me fui a mi departamento, pero dormí de una forma muy deseperada.

Cuando amaneció, pensé que ya no valdría la pena ir a ese lugar, sabiendo que nunca la encontraría, y mis esperanzas iban decallendo, si en realidad me quedaría hasta encontrarla, debería de quedarme por unos años mas, y eso significaba mucho tiempo para mí.

Así que solo me quedaría un tiempo mas, solo para ver si de casualidadme la encontraba.

Los días pasaban y yo permanecía ambulante entre las calles, estaba decidido a partir de ese lugar, solo era cuestión de unos días, solo una semana y ya estaría de camino a otro rumbo.

En uno de esos días me dió la curiosidad de conocer la ciudad a lo mas profundo, y fue cuando lo impredecible pasó.

No se si por azares del destino o por otra cosa, pero me la encontré, y estaba sentada en una banca en un jardín por donde pasaba un río, y me acerqué a ella, que mala suerte mía, porque para ese entonces yo ya no llevaba el bolso conmigo, pero si me reconocía, lo mas probable es que tratara de hablarme de aquella noche.

-Disculpa mi atrevimiento pero ¿me recuerdas?

-No y ¿Quién es usted?, ¿Qué quiere?-Me respondió en español, y a juzgar por su acento, provenía de España.

-¿No lo recuerda?, nos encontramos esa vez en el casino, era una noche cálida y le hable, fue ahí cuando usted se marchó y olvidó su bolso.

-¿Casino dice?

-Si.

-Me estais confundiendo.

-¿Confundido?, estoy seguro de que era usted, y pondría las manos al fuego para probárselo.

-Le aseguro que os quemaría.

Acaso era un error, ¿La estaba confundiendo de verdad?

-Pero porqué esta tan segura de que no es usted.

-Pues macho, sencillamente, yo nunca he ido a un casino.

-Oh, lo siento..., mil disculpas, pero puedo hacer algo por usted para remediar esta situación.

-Y ahora que.

-Que le parece si vamos a comer, este..., ¿como te llamas?

-Ximena , ¿Cuál es tu nombre?

-Antonio, mucho gusto, entonces, aceptas.

-Vale, bajo una condición.

-Estoy dispuesto.

-Háblame de tu, ¿vale?

-De acuerdo.

Puede que no haya encontrado a quien al principio buscaba, mas sin embargo, poco a poco lo olvidaba, y estuve satisfecho de haber encontrado a Ximena.

El Hombre erranteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora