Capítulo 1

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 Estoy demasiado tenso con todo esto de la nueva empresa que vamos a iniciar, mi abuelo ha sido un gran apoyo para mí pero él decidió ponerme a prueba y dejarme a mí solo en este proyecto. Samantha ha trabajado por muchos años al lado de mi abuelo y se ofreció a ayudarme un poco y de verdad se lo agradezco.

Ésta ha sido una semana de locos, por las noches casi no puedo ni dormir, casi no he visto a Melody y tengo muchas reuniones aún que me limitan y absorben mi tiempo. El miércoles por la mañana tengo una reunión con mis asesores y vengo con una risa histérica que no puedo controlar, debe ser por causa del mismo estrés, y Samantha no deja de reír y esa si no sé a qué se debe.

El jueves tengo una cena de negocios con Samantha y todo parece ir bien hasta que empieza a poner su mano en mi pierna y tengo que detenerla. Además de que no es correcto yo ya elegí a la chica indicada y está esperándome en casa.

Cuando llego y tengo unos minutos libres intento consentirla un poco viendo una película con ella o simplemente abrazándola y llenando su rostro de besos pero la mayoría del tiempo me es imposible, sobre todo por que en un par de días por fin firmaré el contrato y aún faltan algunos detalles por resolver lo que me mantiene en mi despacho o haciendo continuas llamadas incluso a altas horas de la noche.

El sábado aunque no es día de trabajo, paso metido en el despacho de mi casa terminando los últimos detalles para el lunes poder firmar y por fin poder tomarme unas vacaciones y dedicarme a Mel que por cierto anda visitando a su familia. Pero las horas pasan y estoy tan ocupado con mi trabajo que no me doy cuenta de que ya es más de las once de la noche y ella aún no llega así que empiezo a llamarla con calma para saber si está bien o si ya viene de camino o algo pero no responde su teléfono, la llamo un par de veces más con la misma actitud serena pensando que tal vez dejó su teléfono por el cuarto y que ahorita lo verá o algo pero nada, sigue sin contestar y es ahí cuando empiezo a ponerme nervioso y le marco una, dos, tres, cuatro y hasta quince veces y sigue sin contestar y ya son más de las doce y mañana tengo que ir temprano a la oficina para supervisar algunas cosas que mañana entregaremos a los socios.

Estoy muy molesto y me duele la cabeza por toda esta situación.

Al día siguiente me levanto temprano y me voy para la oficina pero resulta ser que es un caos el departamento de administración y finanzas y tengo que hacer el trabajo yo mismo para asegurarme de que todo va a quedar perfecto y al final me toma más tiempo de lo necesario. Wilson llega a recogerme y cuando voy en el auto veo su nombre en la pantalla con una llamada entrante.

-¿En dónde estás? -estoy furioso, cansado, con dolor de cabeza y muy preocupado por su ausencia y falta de responsabilidad para llamarme y decirme que anoche no llegaría a casa.

-Hola, Daniel, sí yo estoy bien ¿y tú? -no me agrada su sarcasmo.

-¿En dónde estás? -vuelvo a hacer la pregunta.

-En tu casa -responde. Aunque odio que diga que es mi casa me alivia que ya haya llegado y que esté bien.

-Ya voy para allá, no te muevas de ahí -digo antes de colgar y pedirle a Wilson que  acelere aún más.

Llegamos a casa y camino por el salón hasta que la veo acostada en el sofá de la sala de estar.

-¿En dónde estabas? -de verdad me preocupé mucho y necesito una explicación.

-En casa de mis padres -se encoje de hombros-. Te dije que me acompañaras y no quisiste.

-¿Pasaste la noche con ellos? -tal vez la pregunta no es del todo muy correcta pero necesito saber en dónde estuvo y por qué nunca contestó el maldito teléfono.

DanielDonde viven las historias. Descúbrelo ahora