Destino Incierto

Capítulo 9

  Abro los ojos y me encuentro con un viernes totalmente soleado. Parpadeo un par de veces para aclararme la visión y veo la fuerte luz amarilla que entra a través de las ventanas y llegan hasta las paredes turquesas de mi habitación. Me paso una mano por el pelo y suspiro mientras miro a mi alrededor. Cielos. Allá afuera ha de ser un día realmente radiante cosa que me agrada. Hoy viernes pienso encontrarme con Steve y ahí le daré su regalo. Solo espero que Peter no le haya dicho nada. Si no, no lo sorprenderé. Me incorporo de la cama apoyándome con los codos y tomo mi teléfono celular. Doce del mediodía. Bueno, no es tan tarde después de todo y, mis padres ya se abran ido a sus trabajos. Me desperezo estirando mis brazos y me levanto de la cama. Camino hacia el armario y me dispongo a elegir mi vestimenta de hoy.

Bueno, hoy es un día realmente soleado así que, me decido por un vestido blanco de tirantes que me llega hasta los muslos y unas botas chocolates. Tomo mi toalla y me dirijo al cuarto del baño. Dentro, abro el grifo y me desvisto mientras el calentador del agua hace su trabajo. Me miro en el espejo y veo que mi cuerpo tiene un poco más color. Genial. Al parecer, el verano me está favoreciendo. Con una sonrisa de medio lado, me meto en la regadera y automáticamente siento el gran placer del agua cayendo sobre mi cuerpo como una suave cascada caliente.

Suelto un pequeño gemido de placer. Esto es el paraíso.

Tomo el shampoo de la despensa y me hecho un poco en las manos para lavarme el pelo. Cierro los ojos y me masajeo el cuero cabelludo con los dedos llenos de shampoo. Con mi pelo limpio, me termino de limpiar mi cuerpo, me enjuago el jabón con el agua. Salgo de la regadera, me envuelvo el cuerpo con mi toalla y tomo el secador de pelo saliendo del cuarto del baño.

Dentro de mi habitación, me pongo mi ropa interior y agacho la cabeza para poder secarme la mata de pelo castaño. Cuando termino, me pongo mi vestido, me calzo las botas, tomo mi bolso junto con mi teléfono y el libro de Steve y salgo de la habitación. Dejo el bolso en la mesa del comedor y me preparo unos huevos revueltos, tocino y pan tostado para el desayuno. Estoy realmente hambrienta y, mientras se cocinan los tocinos tamborileo mis dedos sobre el mostrador de la cocina.

Diez minutos después, estoy engullendo literalmente el desayuno que me prepare. Cuando termino, subo nuevamente al cuarto de baño y me lavo los dientes cuidadosamente. Luego me retoco un poco el pelo y me pongo brillo labial. Será mejor que me dé prisa. Steve no demorara en llegar a casa. Quince minutos más tarde, escucho que suena mi teléfono y no tengo que mirar la pantalla para saber de quién se trata. Cuando tomo el teléfono ha dejado de sonar pero, suena el timbre de la puerta principal. Me aliso el vestido y camino hacia la entrada para hacerlo pasar. Con una enorme sonrisa, le abro la puerta y lo veo.

Steve esta increíble vestido con unos vaqueros ajustados, una camisa negra remangada en los codos y unos zapatos negros. Se me seca la boca en cuanto lo veo ahí parado en la puerta de mi casa con esa media sonrisa torcida y su suave cabello alborotado por el viento del verano. A veces me cuesta un poco creer que un chico como el este conmigo. Bueno, no es que tenga baja autoestima pero... en fin. Le devuelvo la sonrisa torcida mientras él me mira de pies a cabeza inspeccionándome. El da un paso hacia mí con los brazos extendidos tomándome de la cintura con un fuerte abrazo y me alza por los aires como un padre jugando con su hija después de no verla por mucho tiempo. Yo me rio a carcajadas y le rodeo el cuello con los brazos y apoyo mi frente con la suya.

Afortunadamente, mis padres no están en casa.

—Hola cariño. —me dice tiernamente.

—Hola. —le contesto en un susurro.

—¿Cómo despertaste el día de hoy?

—Muy bien.

—Yo lo hice pensando en ti. —Pega sus labios a los míos.