Capítulo 11

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Estoy completamente desnuda boca abajo en la cama improvisada que preparo Steve con su suave cobija gris y las mantas blancas. Él está totalmente absorto acariciándome la espalda de arriba hacia abajo con sus suaves y delicados dedos y cierro los ojos para disfrutar de este momento post coital. Siempre pensé que tu primera vez era algo que simplemente ocurría y ya está, que era algo común y corriente, nada en especial. Pero me equivocaba. Y mucho. La verdad, no tengo palabras para describir como me siento en estos momentos porque, no hay palabras para describir lo increíblemente feliz que soy.

Siento un torbellino de emociones mescladas. Felicidad, deseo, miedo de perderlo ahora que al fin tuvimos sexo. Sin mencionar que tengo un millón de preguntas sobre sexo. Jamás me sentí más viva, más plena y, más mujer. En todo este tiempo había imaginado como podría ser mi primera con Steve y, la imaginación no le hizo justicia a la realidad. Ni de cerca. Me paso una mano por el pelo con una enorme sonrisa en los labios. Me giro para poder él ver rostro de Steve y noto que sus verdes ojos brillan. Brillan como si tuviera ganas de llorar pero, no está llorando. Alzo mi mano y le acaricio el rostro. Él me sonríe y me besa tiernamente en los labios.

—Buenos días, preciosa. —Me da un tierno beso en los labios

—Buenos días tú. —Contesto acariciándole las mejillas.

—¿Cómo te sientes?  —Me mira a los ojos algo preocupado.

Trato de buscar una palabra en el torbellino de emociones que siento en estos momentos.

—Feliz.

—No tienes idea de lo mucho que espere este momento. —dice dulcemente estrechándome contra su cuerpo.

—La espera valió la pena.

-Toda la pena del mundo. Desde que te conocí, fantaseaba con el momento en el que te hiciera mía.

Me besa el pelo una y otras vez tiernamente y yo sonrió como idiota. Al escuchar esto, me convenzo más de que haber esperado al momento perfecto, ha sido una buena idea. Necesito hablar con Rose sobre sexo. Pienso repentinamente. Ella tiene mucha más experiencia que yo y puede darme consejos al respecto. Me muevo para tomar mi ropa y siento un repentino dolor.

—Cariño, ¿Acaso eso de ahí abajo está muy adolorido? —Señala con su cabeza mi entrepierna algo preocupado al ver mi gesto de dolor.

Yo me sonrojo al instante.

—Un poco. —Admito algo avergonzada.

—¿sabes? —me pregunta mientras se colca encima de mí. —ya no podrás librarte nunca más de mí.

—¿ah sí? —pregunto con las cejas arqueadas mientras me acomodo debajo de su cuerpo.

—No. no después de que te haya poseído y hecho mía. —dice con los labios pegados a los míos dándome un tierno beso.

—Que florido por tu parte.

—Lo de anoche sí que fue bastante florido. —dice con su increíble sonrisa torcida y las pupilas de sus ojos ligeramente dilatadas...

Mierda.

—¡Steve! —le doy un manotazo en la espalda fingiendo estar ofendida.

—Auch. —exclama con un gesto de dolor. —Beth, eres una salvaje.

—¡Claro que no! —exclamo sonrojándome como un tomate y tapándome la cara.

—Sí que lo eres. —dice juguetonamente mordiéndome el labio inferior. —Dios, me encantaría hacerte el amor una y otra vez en estos momentos hasta que ya no puedas más.

Destino InciertoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora