Capítulo 10

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Abro los ojos y me encuentro con un sábado totalmente encapotado por oscuras y tristes nubes. Lo noto por lo oscuro que esta mi habitación esta mañana. Me desperezo y me incorporo de la cama apoyándome con los codos y miro a mí alrededor pasándome una mano por el pelo con un largo suspiro.

Hoy será un día realmente lluvioso.

Tomo mi teléfono de la mesita de noche y veo que son las once de la mañana. Me levanto de la cama y tiro el teléfono en ella mientras camino al cuarto de baño y noto que la casa está en completo silencio. Que extraño. Es sábado por la mañana. Mis padres deberían estar rondando por toda la casa como lo hacen cada vez que están aquí.

Cuando regreso a mi habitación, noto el gran desorden que es. ¿Cómo es posible que la haya desordenado tanto en tan poco tiempo? Con un suspiro, comienzo a recoger y ordenar todas las cosas desordenadas. Veinte minutos después, ataco el armario y reacomodo toda mi ropa dejándolo impecable.

Cuando termino, me siento en la cama e inspecciono nuevamente mi habitación sintiéndome orgullosa de mi trabajo. Ahora está totalmente limpia y ordenada. De pronto escucho unos pasos en el pasillo que se aproximan. Abren la puerta y veo a y madre asomarse ligeramente desde la puerta. Cuando ve que la habitación está en perfecto orden, entra totalmente en ella y la mita de hito en hito con la boca abierta sin dar crédito a lo ve.

—Dios santo, los milagros si existen.  —Dice con los ojos exageradamente abiertos como platos.

Pongo los ojos en blanco.

—Mama, no exageres.

—No exagero. Es un milagro que hayas arreglado tu habitación un sábado por la mañana.

—Bueno, necesitaba algo de limpieza...

—¿Algo? Beth, aquí apestaba como si algo se hubiera muerto. Cosa que no me sorprendería.

—Anda ya...  —le reclamo algo enfurruñada.

—Bueno. ¿Quieres comer algo antes del almuerzo? O ¿prefieres esperar?

—Prefiero esperar. No tengo mucha hambre la verdad.

—De acuerdo, como quieras. Luego no digas que tu madre no te alimenta como es debido.

Sale de la habitación cerrando la puerta tras ella. Me paso una mano por el pelo poniendo los ojos en blanco y me tumbo en la cama mirando hacia el techo. En ese momento escucho un fuerte trueno levantándome de la cama caminando hacia la ventana y corro las cortinas blancas hacia un lado. El día está realmente oscuro con un cielo totalmente encapotado por grises nubes. Sobre la ventana, cae la primera gota de lluvia seguido por una fuerte lluvia que empaña la ventana y no me deja ver con total claridad la calle fuera de mi casa. Cierro nuevamente las cortinas y voy hacia cuarto de baño para tomar una larga ducha.

Cuando bajo a la cocina, noto que mis padres no están en casa. Frunzo el ceño al notarlo. Afuera hace un día extremadamente lluvioso. ¿A dónde diablos habrán ido con este clima?. Suspiro y camino hacia el refrigerador para sacar leche y prepararme un plato de cereales. Escucho un fuerte trueno y me sobresalto involuntariamente. No le temo a los trueno pero, a veces me sobresaltan un poco. Me termino el cereal, lavo el plato y subo a mi habitación.

Aquí dentro, está muy oscuro. Cierro la puerta tras de mí sin encender la luz y me dirijo a la ventana. Afuera, está cayendo un diluvio y me preocupa que mis padres hayan salido con este pésimo clima. No deberían de haber salido de casa. De pronto suena mi teléfono y camino hacia la mesita de noche para tomarlo. Cuando miro la pantalla, veo que se trata de Steve.

—Hola tú.

—Hola cariño

—¿y a que debo el honor de su llamada?

Destino InciertoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora