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-¿Qué? - Silvia abrió los ojos como platos y su respiración se cortó de repente.

Mierda, he ido demasiado rápido, seguro. No tendría que haber dicho nada, lo mejor era esperar... Alomejor se agobia y se arrepiente... Pero qué bien sentaba decirlo, admitir la verdad.. Desde que la vi que estoy enamorada, no podía aguantarlo más.

-Yo... Siento si he ido demasiado rápido... Sé que soy un huracán, que ni yo misma me entiendo y no pretendo que lo hagas tú. Solo quería decirlo, quería sacarme este peso de encima y yo..

-Ana...

-No, déjame hablar. Que entiendo que no estés preparada, que haya sido muy de repente... Sé que parezco bipolar, quizás lo soy, pero...

-¡Ana! Cállate ya, por dios. Qué palique tienes. - dijo negando con la cabeza. - y pensar que cuando te conocí no hablabas ni que te obligaran.

Apreté los labios con fuerza para esperar una respuesta. Ella miraba abajo, a sus pies. Sus manos se movían nerviosas, estaba temblando como una hoja agitada por el viento.

-Ana... De rápido nada. No sabes las ganas que tenía de oír esas palabras de tu boca...

Sonreí y le levanté la cabeza para que me mirara a los ojos. Las dos éramos tan tontas que estábamos llorando a lágrima viva. La abracé fuerte y noté como intentaba relajarse, aunque no lo conseguía. Acariciaba su espalda lentamente mientras ella daba pequeños y suaves besos en mi hombro.

-Ey, por cierto - se separó de mi. - que no te lo he dicho, pero...

Cogió su cara entre mis manos y nos acercó un poco más. Nuestras narices se tocaban y notaba su aliento fresco en mi boca. Sonreí y fui a darle un beso, pero se apartó.

-¡Oye! - me quejé.

-Es que no me dejas hablar - me sacó la lengua y se volvió a acercar a mi. - Ana, que también me tienes enamoradita perdida. Desde el primer día me cautivaste y ya no hubo marcha atrás.

Solté una carcajada acompañada con lágrimas y esta vez no le di opción a apartarse. Echaba de menos su cuerpo, la manera con la que su piel se erizaba con un simple roce con la mía. Me puse a ahorcajadas encima de ella y empecé a besarla con la rapidez, fuerza y desesperación.

-Me tienes ganas, eh.. - sonreía Silvia mientras mis besos se dirigían a su cuello.

-Bueno... - dejé de besarla - un poco - sonreí.

-Pero yo más.

Pegó un bote y me dejó a mi debajo en un abrir y cerrar de ojos. Empezó a acariciar mi figura, detallando cada centímetro de mi cuerpo, como si después fuera a dibujarlo. Las dos buscábamos el máximo contacto con la otra, y por eso la ropa era un impedimento. En seguida las prendas volaron por encima del sofá, y Silvia me levanto y me llevó a la cama.

En esa habitación hubo una guerra de gemidos, besos y caricias y las dos íbamos empate. Hicimos el amor sintiéndonos más que nunca, disfrutando al máximo de ese momento mágico. Después de dos asaltos aún teníamos más ganas, así que empecé a besar la barriga de Silvia para que se despejara un poco.

-Anita no tienes remedio - decía ella riendo.

- Por cierto - dejé mi tarea - ¿tú no iba a visitar a tus padres?

-Sí, pero vamos mañana. Dije lo de las 12 para darte un tiempo mínimo, el cual apuraste al máximo. - sonrió.

-¿Vamos? - pregunté atónita

-Ajá - se encogió de hombros - ya puedes seguir con lo que hacías eh... - me sonrió con esa sonrisa pícara suya.

-No Silvia, ¿vamos? ¿Me vas a presentar a tus padres?

-Y a mis hermanas - me miró

-Y pensabas decírmelo...

-Pues ahora... O mañana ya

-Pero bueno, tienes un morro que te lo pisas. Y tu madre, ¿qué? No sabrá que voy, le romperás el plan... Mejor me quedo...

-No, no, no - dijo ella negando con la cabeza - mi madre sabe que vienes, no te escaquees.

-Pero, ¿cómo lo va a saber? Si aún estamos en media reconciliación - señalé la posición en la que estábamos.

-Claro, pero yo se lo he dicho esta tarde - se encogió de hombros de nuevo.

Parpadeé incrédula y me quedé mirándola un buen rato en silencio. Ella se reía de mí cara sin entender por qué estaba tan sorprendida.

-Ana mujer, ¿qué te parece tan raro?

-Primero, que voy a conocer a tus padres Silvia, que estoy nerviosa. Y segundo, ¿cómo sabías que vendría?

-No lo sabía - me sonrió - solo lo deseaba.

Sonreí y me puse encima suyo y acaricié su mejilla mientras me volvía a perder en sus ojos una vez más.

-Me alegro que hayas venido - me besó la nariz.

-Demasiado he tardado - dije tumbándome a su lado - siento tanto haberme separado de ti estas semanas... Es que cada vez que lo pienso me siento más imbécil.

-Ana - Silvia apoyó su codo en la cama y su cabeza en su mano para quedarse de cara a mi - que no pasa nada, de verdad. Llámame optimista, soñadora o lo que quieras, pero yo sabía que esto nuestro no acabaría aquí, sabía que volverías. Y créeme que no tengo nada que perdonarte, necesitabas ordenar tus ideas...

No dejé continuar sus palabras porque me abalancé sobre ella para besarla de nuevo, y esta vez no dejar de hacerlo. Dejé enseguida sus labios para ir repasando toda su anatomía con los míos, hasta llegar a donde las dos queríamos llegar. Repartí unos pocos besos por allí y decidí seguir con mi mano, así podría mirarla a los ojos mientras hacíamos el amor. Toda nuestra noche se basó en eso, en repartirnos placer y demostrarnos el amor que nos teníamos mutuamente.
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El sol empezaba a salir por el horizonte cuando nuestros ojos se cerraron y caímos en un profundo sueño a causa del cansancio que llevábamos encima. Me alegro tanto de haber recapacitado a tiempo, de haberle dicho lo que de verdad siento.. Ahora puede que sea un poco más feliz... Soy más libre.

Hola! Muchas gracias a todos los que leéis y comentáis la historia, me alegro que os guste. Aviso que a la historia no le quedan muchos capítulos, ya dije que esta sería más corta jejeje pues eso, muchas gracias a todos 💘💘

El valor de las palabrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora