XLVII

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-¿En... En serio?  - pregunté con una sonrisa radiante.

-Claro - dijo ella llorando - no sabes cuánto hace que quería que pasara esto - me volvió a besar - soy tan feliz - dijo encima de mis labios.

-Y yo - la abracé - créeme que nunca lo había sido tanto.

Nos pasamos un rato más allí, llorando y diciéndonos lo mucho que nos queríamos. Subimos al coche y fuimos a casa. Por  la carretera Silvia no dejaba de darme besos por el cuello ni de acariciarme el muslo sensualmente.

-Si.. Silvia para - dije nerviosa - para que nos mato.

Mmmm - dijo encima de mi cuello. Se separó y volví a respirar tranquila. Cuando hace eso sabe que no soy persona y aún así sigue. Llegamos a casa y Silvia me cogió por el culo y me enganchó a su cuerpo, haciendo que así me subiera a su cintura. Nuestros besos iban caldeando el ambiente y cada vez tenía más ganas de ella.

-Me vuelves loca, futura mujer de Abril - dijo ella cuando ya estaba deshaciéndose de mi camiseta.

Me reí y cogí su cara entre mis manos para besarla. Llegamos a la puerta de casa y con mucha dificultad abrimos. Me empotró contra la puerta y me bajé de su cintura.

-Ve tirando, ya voy. - le supliqué.

Silvia asintió a regañadientes, cogí el móvil del bolsillo y envié un mensaje a Alex: "Gracias." Con eso fijo que sabría la respuesta. Dejé el móvil allí y fui corriendo a la habitación para hacerle el amor a mi futura mujer.

Entre besos, caricias y mucho amor, nos dieron las 7:30 y oí mi teléfono que estaba en la mesa de la entrada. Fui corriendo a apagarlo, y me fui a la ducha de cabeza, donde Silvia me acompañó sin pensárselo dos veces.

-Siento que no hayas podido dormir - dijo cuando salimos - pero... - me miró de arriba a abajo y se mordió el labio.

-No te preocupes, no me importa no dormir si es por lo que hemos estado haciendo - le guiñé un ojo y fui a desayunar. Salí por la puerta un cuarto de hora después, y me entretuve a mirar los mensajes. Tenía 15 de Alex: "GRACIAS DE QUÉ ANA" , "Te ha dicho que sí?", "no sé por qué me esfuerzo si seguramente estás follando" , "más te vale que los polvos hayan valido la pena, me has dejado echo un cuadro!", " cuando te vea te mato. Bueno, primero te achucho para felicitarte y luego te mato". Y muchos más así. No pude contener las carcajadas y la gente del bus me miraba mal. De verdad, este chico es la bomba.

Llegué a la oficina apresurada y cuando llegué donde estaba mi nuevo apartado, me encontré a Alex sentado en mi silla y mirando su móvil, ajeno al mundo exterior.

-Esto es invasión de mi espacio - le susurré al oído. Él pegó un respingo y cuando me vio empezó a chillar y me abrazó mientras daba saltitos.

-¡Ana, Ana! ¡Te casas, te casas!

-Sí, Alex, me caso... A no ser que me partas en dos antes - le dije mientras me reía. Me soltó del abrazo y me cogió al cara entre las manos. Me miraba con ternura, se alegraba de verdad. Ayer no me fijé pero Alex tiene los ojos más bonitos del mundo. Son un azul celeste espectacular, con toques amarillos y oscuros.

-Todo te lo debo a ti.. Nunca lo hubiera hecho si tú no hubieras aparecido.

-Bueno, no tengo todo el mérito. Te has atrevido, que es lo importante. Y me alegro mucho. ¿Cuándo empezaréis a hablar de ello?

-Pues cuando tengamos tiempo - bajé la cabeza - el finde, supongo. Nos han cambiado los horarios y no nos vemos... Hoy no he dormido nada. - le sonreí un poco.

Estuvimos hablando hasta que mi turno se acabó y me fui directa a casa para dormir un rato, me moría de sueño. Tanto rato dormí que me levanté ya el día siguiente con mi alarma para ir al trabajo. Madre mía, nunca había pegado tal dormida en mi vida. Me arreglé y como siempre fui al trabajo. Los días pasaron y por fin llegó el viernes. Estaba viendo una película en el sofá cuando oí la puerta, mucho antes de lo que me esperaba.

-Hola cariño, ¿qué tal ha ido? ¿Por qué vuelves tan pronto?

-Porque me he ido - dijo encogiéndose de hombros.

-Gracias - resoplé - pensaba que eras un holograma.

-No, no me has entendido. Me he ido... He.. Dejado el trabajo.

-¿¡Que has hecho qué?! - me levanté instintivamente y fui hacia ella a paso rápido. - dime que es otra broma de las tuyas.

-No, no es ninguna broma. - afirmó ella con una pose seria.

-¿Estás loca? ¿Se te ha ido la cabeza? ¿En qué cojones pensabas, Silvia? ¿Que no ves que tenemos que pagar la casa? ¡ y encima la boda!

-Ana, cálmate - me pidió ella acercándose a mi.

-¿Cómo quieres que me calme? Silvia, que no llegamos... No llegaremos...

Me senté en el sofá y empecé a llorar. Negaba con la cabeza intentando pensar cómo podríamos salir de esta sin salir muy lastimadas.

-Ana, escúchame - dijo ella sentándose a mi lado - he dejado el trabajo para poder estar contigo. Cariño, no podía seguir viviendo sin verte más de un rato por la noche y un rato por la mañana y los findes. Me partía el alma. No he dejado el trabajo antes porque no había encontrado ninguno.

-¿Eso quiere decir que ya tienes otro? - pregunté levantando la cabeza rápidamente

-Así es - sonrió - no me pagan tanto como en la oficina pero para ir tirando y no tener que tirarnos de los pelos, vale.

-¿De qué es? - pregunté.

-Dependienta en un supermercado - se encogió de hombros.

-¿en serio? Silvia, no hacía falta que dejaras tu trabajo por eso... Yo...

Silvia negó con la cabeza y me dio un beso para callarme. -Silvia - me intenté separar pero no me dejaba - ¡ay Silvia! - me separé de golpe y ella hizo un puchero. -¿Estás segura? No quiero que hagas esto solo por mi...

-Tu no quieres, pero yo sí. Ana, créeme de una vez cuando te digo que haría cosas por ti que no haría ni por mí misma.

El valor de las palabrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora