apenas yo.

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Me gusta pensar en mi concepción como un evento mágico y místico, con paraísos pictóricos uniéndose entre sí y derritiéndose bajo mi existencia.
Me agrada hacer mi ego del tamaño del Cosmos y pensar en espasmos de gloria y dolor convirtiéndome en musa de dramaturgos amargados.
Mi madre me dijo que no llore desde el día de mi nacimiento, hasta el momento en que mi padre me acercó a su pecho, del lado de su corazón, entonces rompí en llanto por horas.
Apago las luces y veo días y noches pasar frente a mi, veo pueblos franceses besar la libertad y veo capitales deshacerse bajo la historia del planeta.

Me gusta girar los globos terráqueos y pensar que bajo mis dedos residen pueblos enteros, que mi fino tacto puede acariciar ciudades y destruirlas con un soplo.

Siempre he sido solitaria, me aterran las masas y las emociones suaves. Me siento intensa a mi misma bajo una única mirada, observo a las masas desde lejos moverse y gritarse entre sí, besándose y asesinando.

Me muevo entre los pies de los gigantes que consumen y crean, los miro, los dibujo. Disfruto de mi rincón para escribir sobre las maravillas del mundo; describo el sonido de los caballos en la lejanía, describo la finura en la voz de Alejandro Magno cuando recitaba.

No soy ninfa, ni hada, no soy princesa ni escritora. Soy apenas del tamaño de una espora. Una que escucha la música que tocaban los tambores en tribus de hace apenas miles de años. Soy la espora que habla con personas de fe perdida y corazones abiertos.

Intensa y desesperada.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora