Intensa y desesperada.

Enferma y devota a ti.

A mi me dijeron que jamás debía entregar mi misterio, que no intentara entender el amor.
Me dijeron que la belleza no sabía llorar y que la vida era bella.
¿Y qué hago en este abismo llorándote mares? ¿Y que le hago a este dolor desconocido?
Te extraño los martes, los jueves también y mis manos te buscan en la oscuridad. Por favor ven, por favor bésame. Hazme creer en eso que no quería creer.
Por favor déjame pensar que valió la pena entregártelo todo. Regrésame a tus brazos. Susúrrame que crees que soy hermosa. Vuelve. Devuélveme la fe que te llevaste en tu partida.

Me conociste niña y me dejaste mujer, herida y sangrando. Me dejaste mil intentos de cartas, ya que ninguna parecía llenar lo que eres. Me dejaste poemas frustrados y una necesidad infernal de tus manos. Te sigo escribiendo canciones, enviándolas a la misma dirección, no importa quién las reciba, que piensen lo que quieran; que estoy loca, que estoy enferma, que eres un maldito. Que escriban un libro de mi dolor.
Éramos misterio, luego cenizas, y misterio de nuevo.
Busque inciensos con olor a ti, y vinos con sabor a tus besos. No he tocado tu lado de la cama.
¿Cuándo volverás?
¿me lees?
¿dónde estás, si no es aquí?