CAPITULO 05

8.4K 473 22
                                    

ZOÉ

El invierno en Londres no se compara con el Invierno de Sinaloa en México, en Londres el invierno para una persona como yo que es de costa que siempre sufre siempre de calor sin importar en que estación del año esté y que está acostumbrada a eso el invierno se vuelve algo mortal a estos grados.

–¿Que hay que hacer por un poco de calor?– me digo a mi misma aferrándome a las sabanas de mi cama y cuidar de no moverme para no perder del lugar calentito que hice por toda la noche dormida sin moverme para nada por lo mismo –Mierda– dije en cuanto escuché que tocaban la puerta de manera ruda, de nuevo –Angélica..– balbucee –Angélica..– al no tener respuesta me senté en mi cama sintiendo el frío morderme por completo, miré la cama de Angélica sobando de mis brazos por un poco de calor.

Fruncí mi ceño al mirar la cama de Angélica; Intacto.
Me levanté de la cama caminando al pequeño armario que estaba en una de las paredes del pasillo y sacar de una sudadera negra. Caminé a la puerta poniéndome la sudadera y acomodar de mi cabello despeinado. Abrí de la puerta y sentí un escalofrío recorrer mi cuerpo como si hubiera visto al diablo pero, solo era Angélica.

En cuanto abrí la puerta y unos pocos segundos después de que ella me miró de pies a cabeza con asco, me apartó de su camino golpeando mi pecho y ponerme contra la pared con dureza, solté un suspiro aguantando mi quejido y miré del rostro de Angélica con atención al ver algo que llamó mi atención.

–Angélica..– balbucee demasiado en bajo, ella quitó su mano de mi pecho y cerró la puerta de un portazo –¿Con quien peleaste?– miré su ropa, la ropa de su gimnasio y de ahí miré la enorme maleta colgando de su hombro que era cubierto por una simple sudadera color negra, casi del mismo color de la mía pero la suya mas oscura –¿Te aceptaron?– ella se alejó de mi caminando al final del pasillo e ir a donde estaban nuestras camas, se tiró sin pensar sobre la suya y ocultar su rostro entre las almohadas –¿No lo hicieron?– pensé caminando hasta mi cama y sentarme mirándola por largos segundos.

–Soy débil– su voz se escuchó demasiado baja y un poco distorsionada por su rostro en las almohadas, fruncí mi ceño al no poder entender muy bien de lo que dijo, cuando quise decir algo ella jaló de las sabanas de su cama y comenzar a llorar, dios ¿Que hago? No la había visto llorar desde aquella vez que estaba siendo maltratada –No puedo defenderme– sollozó y abrazó ahora de la almohada con la cual ocultaba su rostro.

Suspiré tallando de mi nuca y mirarla con preocupación, el frío ahora se había ido de mi al estar en esta situación –Bienvenida al club– balbucee sin pensar y mirar por la ventana que estaba ya empañada por el frío.

–¡Yo no quiero ser como tu!– se levantó de su cama y se puso de pie mirándome llena de rabia pero también llena de melancolía –¡Tu eres una jodida perra!– la miré y sobresalté un poco mis ojos mostrando mi "sorpresa" y solté una pequeña sonrisa levantándome de la cama y alzar un poco mi mirada para alcanzar sus ojos que estaban rojos y llorosos aún.

–Se perfectamente lo que soy..– susurré cerca de su rostro, retándola –No hace falta que me digas– en cuanto terminé de la oración ella golpeó con el puño cerrado mi rostro haciendo que yo cayera al suelo sin haber esperado su reacción –Bien..– me levanté del suelo con la mano en mi mejilla sin mirar de Angélica –Necesitas alguien que te consuele– caminé al armario y saqué unos vaqueros azul marino, me quité del short negro quedándome en braga sin importarme en absoluto Angélica.

Salí de la habitación al vestirme y caminé al quinto piso donde estaba la habitación de Lorena, ella es como la muñequita de cristal preciada de Angélica, la quiere demasiado así que ella podría consolarla. Al estar en el quinto piso y a unos centímetros de tocar la puerta pienso que tal vez no sea lo mas correcto, Angélica conoce a Lorena apenas hace un año y eso para mi no creo que sea tiempo de mucha confianza el que se genere entre ellas, solo hay una persona en quien confía su vida:

–Hector– balbuceo y camino lejos de la habitación de Lorena e ir al sexto piso. Cuando llego a su habitación encuentro a su compañero y solo dice que no se encuentra. Bufo y me voy de ahí sin siquiera despedirme tal vez amigo de Reyes –¿Donde puede estar ese desgraciado? Cuando lo ocupo nunca no lo encuentro– me dije a mi misma rascando de mi cuello y subir las escaleras hasta la azotea al décimo piso.

Al subir el ultimo escalón y poner mi mano en la barra de la puerta metálica que es la perilla escucho como algo es golpeado con dureza, suelto de inmediato la puerta temiendo de que sea alguien queriendo abrir y que esté en el peor estado del mundo –Nadie se droga, nadie bebe, no puede ser alguien peligroso– suelto una pequeña risita al pensar en estupideces aunque podría ser cierto, alguien puede estar en un muy mal estado del otro lado o solo estoy siendo paranoica y fue algún animal grande...Tal vez.

–Vamos...– esa voz se me hace un poco familiar, me acerco a la puerta y recargo mi oreja en la puerta para escuchar un poco mejor, la voz se escuchaba lejana por lo que fue lo único que pensé sin necesidad de abrir la puerta –Solo tienes que ocultar la droga en tu cuarto y ya– creo que debo dejar de mirar el lado positivo siempre a las cosas, esa voz es de ¿Chikura? ¿El chico asiático de mi clase de biología?

–Esto no tiene nada que ver conmigo– me digo a mi misma y dar la vuelta para irme de una vez, seguir buscando de Hector –¡No me meterán en problemas!– me detengo en el tercer escalón para bajar y sobresaltar mis ojos sorprendida al escuchar la voz rota –Esos sollozos...– me giro mirando de la puerta metálica cerrada estando parada entre el tercer y cuarto escalón.

TWITTER: CHRISHINANCHIGO
PERFIL: CHRISHARUKO

ETHAN IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora