CAPITULO 33

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ZOÉ

Estaba en el gimnasio sentada en el piso abrazando mis piernas con la cabeza por las nubes.
No me sentía con muchos ánimos para hacer las rutinas tampoco tenía ánimos de estar en mi dormitorio con Reyes queriendo sacarme información a la fuerza y más con el pesado de Francisco.
En ocasiones levanto la cabeza para mirar alrededor y ver si alguien tiene su atención en mi y así es, algunos se me quedan mirando solo unos segundos para después seguir con lo suyo, hubo ocasiones en que crucé miradas con Ethan y era terrorífico.

Poco a poco me di cuenta que desde la noche anterior le tengo terror a Ethan, él lo nota y sonríe mientras hace sus ejercicios con el saco de boxeo.
Siento mi cuerpo temblar, pienso en las cosas que podrían pasarme si descubren que fui testigo del incendio del auto de Reyes que ocasionó tres explosiones de tres autos.

–Pequeña...– dijo Cooper en un tono suave sentándose a mi lado sin dejar la tabla de madera con sus papeles de su mano, siempre la carga a todos lados sin dejar de lado el silbato colgado de su cuello –Estás muy apagada el día de hoy– estaba recto, mientras hablaba conmigo vigilaba de los demás y abrazaba igual sus piernas imitando un poco mi posición, como si fuera una burla.

–No estoy para hablar– susurré.
–Y yo para cuidar de niñas– balbuceó ronco sobando un poco mi brazo derecho.
–Solo, solo quiero estar sola– bufé –Pero veo que aquí no tiene mucho sentido estarlo– me quité su brazo de encima levantándome del suelo –Me iré, vendré otro día– acomodé la correa en mi hombro mirando como Cooper se levantaba del suelo y asentía.

–Bien pequeña, cuidate– revolvió mi cabello dibujando una cálida y suave sonrisa en su rostro e irse a seguir con su duro trabajo de entrenador.

Cuando abrí la puerta para salir del gran salón un golpe duro y en seco golpea mi espalda baja haciendo que cayera a suelo de rodillas y después en cuatro, mi corazón se agitó un poco por el susto pero se tranquilizó en cuanto recordé la costumbre.
Me levanté tomando mi maleta del suelo que había salido fuera al caer y la puse sobre mi hombro la correa de la maleta.

–¡Zoé! ¿¡Ya te vas!?– gritó en alto Alec acercándonose hasta mi con una tierna y cálida sonrisa en la cara, de pronto su sonrisa se fue disminuyendo al verme la cara –¿Estás bien?– susurró poniendo ambas de sus manos en mi mejillas –Te vez mas triste que seria– suspiró poniendo su mano en mi frente –Pues enferma no estás– masculló en bajo.

–Deja de tocarme– me lo aparté de un golpe duro en su pecho –Rompo el trato– dije entre dientes en un tono bajo.
–¿Qué?– dijo sorprendido, con los ojos como platos y las cejas arqueadas.
–Ya no ocupo, Ethan ya me maltrató– suspiro pasando mi mano por mi coleta alta sintiendo los suaves cabellos tintos en mi palma –Olvidate de saber de Angélica y de mi– comencé a caminar hasta bajar las escaleras para ir al primer piso.

Cuando estaba por salir del local acomodando las mangas de la sudadera negra su voz me detuvo, tenía la misma sudadera pero abierta mostrando su camisa blanca polo al cuerpo.
–Lo siento Zoé, te diré como recompensa por hacerte daño, por no avisarte– dijo apenado.
–No lo necesito– dije entre dientes molesta.
–Insisto– su voz de escuchaba mas temblorosa que nunca –Vamos, eres una chica, te invito un café y hablamos en paz– insistió en un tono suave.

Miré la pantalla de mi móvil para ver la hora y suspirar –Solo una hora, tengo escuela– me crucé de brazos mirando los suaves y brillosos ojos de Alec, él sonrió.

( ( . . . ) )

El lugar es cálido, más con el café entre mis manos y con una persona agradable al otro extremo de la mesa.
–Bien, habla antes de que termine el café– soplé un poco con el café en mis manos para enfriarlo, él sonrió nervioso.
–Hmm...¿Con qué empiezo?– dijo ronco metiendo la pequeña cuchara en su taza y darle pequeños giros en ella.
–¿Por qué le dicen Felino?– balbuceo con los labios rozando con el cristal de la taza mirando a Alec.

Él pensó un poco con la mirada en su taza y darle un pequeño sorbo, chilló en bajo al quemarse con el café y suspiró, miré como el vapor salió de sus labios y no pude evitar sonreír, comenzaba a gustarme la manera en que lloraba Alec muchas veces en la que estaba con él.

–Ese apodo se lo puso Cooper cuando lo adoptó– sonrió de manera suave, arquee las cejas mostrando un poco mi asombro y al verme él hizo lo mismo asustado pero al entender mi duda rió ronco –Dios mio Zoé ¿Cómo es que aún no te has enterado? Cooper es el papá adoptivo de Ethan, por eso es que está todo el día en el gimnasio, si no está es porque está comiendo o haciendo algún delito– rió como si no fuera nada, como si lo que dijera fuera algo suave.

–Bien, por lo que me contó Ethan es que él quería asaltarlo pero como Cooper es un excelente peleador le dio su merecido y de alguna extraña razón se hicieron amigos y después familia. Lo del apodo es porque cuando Ethan quiso asaltarlo había salido de la nada y se le echó encima, Cooper dice que fue sigiloso, pasos calculados y mirada peligrosa como el de un felino además de que es muy astuto– le di otro sorbo a la taza con cuidado de no quemarme pensando un poco en lo que habla Alec.

–Al parecer siempre fue un criminal– dije sin pensar.
–No– respondió de inmediato –Cuanto tuvo trece años sus padres lo abandonaron en casa, le dijeron que se irían a una junta y nunca regresaron– suspiró, eso definitivamente me sorprendió haciendo que dejara la taza en la mesa y mirar con mas atención a Alec –Así que cuando lo echaron de esa casa tuvo que sobrevivir como pudo y como solo tenía trece, recurrió al camino de la delincuencia– hablaba mas serio ahora, se le notaba en el rostro que con solo recordar o pensar en la vida de su amigo le era doloroso.

Seguimos hablando por horas hasta que la noche cayó y yo tuve que irme a mi instituto, me despedí de la manera mas suave con Alec porque al acabar de hablar él de veía demasiado afectado y yo estaba en shock, pensar en todo lo que a pasado ese hombre ahora tiene sentido y hasta me duele olvidando un poco mi odio hacía él.

–Esto es un secreto– susurró.
Asentí, no contaré la vida de Ethan con nadie, ahora lo tengo como un tesoro ya que su pasado; es doloroso.

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PERFIL: CHRISHARUKO

ETHAN IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora