CAPITULO 42

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ZOÉ

De mi cabeza no puede salir el momento del beso, odio sentir esas emociones de adolescentes que al recibir un beso no sabes lo que sientes por aquella persona que te lo dio, pero lo que me preocupa es que con Reyes no sentí mas que pesar y Ethan, a él correspondí porque me agradó, me agradó como me besaba o lo que sentía mientras lo hacía.

Tengo mi mano sobre mis labios con la otra sobre la cortina de la ventana para dejar que la luz entre pero solo me quedo parada pensando en ese beso que me está atormentando, que comienza a alterarme, cuando lo recuerdo siento que mi pecho late con fuerza y duele, no me gusta, aborrezco sentirme de ésta manera.

-Debo dejar esto- hablo en voz baja quitando mi mano de mis labios rápidamente para con las dos manos abrir las cortinas de las puertas de cristal para el balcón e ir a la de la ventana a una esquina y subir la suave cortina blanca hasta mirar los edificios enfrente de éste.

Hago mi maleta para asistir al gimnasio y dejarme de pendejadas y seguir entrenando, no tengo para qué pero aun así quiero hacerlo.
Cuelgo mi maleta sobre mi hombro, me acomodo los tenis dando varios golpes al suelo con mis pies y cuando estoy por salir mi móvil comienza a vibrar en mi brazo cuando ya estaba sujetado en la pequeña correa para ejercicio, le quito los auriculares y lo desamarro de la correa para responder la llamada.

No tenía el numero registrado por lo que me entraba más curiosidad por contestar, si es un asesino en serie no habrá problemas, solo cuelgo la llamada y sigo con mis actividades.
-¿Bueno?
-Señorita Torres, se le solicita venir a la escuela, ahora- escuché la voz de una mujer y suspiro al identificar quien es; la directora latina.
-Vale, en unos minutos estaré ahí- no dejé que la mujer terminara de hablar cuando ya había colgado el móvil e irme de mi habitación aún con la maleta en mi hombro e irme al instituto, no dudo que me molesten una hora y después me dejen ir por lo que de ahí me iría al gimnasio.

( ( . . . ) )

Al llegar al instituto fui obligada a dejar las cosas en la recepción fuera de la oficina del director con su secretaría «No sabía que tenía una secretaría, tremenda tontería» pienso en cuanto dejo caer la maleta sobre el escritorio encima de todos los papeles que tenía la mujer encima.

-Puede pasar- dijo la mujer en un tono un poco en bajo pero molesta por mi arrogancia, ella intentó bajar la maleta del escritorio pero jadeó al intentarlo -¿Qué tiene aquí?- dijo la mujer sorprendida a punto de abrir la maleta hasta que tomé su muñeca con fuerza para detenerla.

-Cosas personales- miro a la mujer que se puso pálida al sentir mi mano en su muñeca pero regresar a su color al saber que no era una amenaza por el momento -Solo no revise mis cosas ¿Okay? Debe saber cuánto molesta a las chicas ese pequeñito gesto- hice un intento de guiñar y quitar la maleta del escritorio para ponerla a un lado de éste en el suelo.

Me giré sin mirar la reacción de la mujer y abrir la puerta de la oficina del director sin ni siquiera tocar la puerta antes.
Me quedé a la mitad de la puerta observando los ojos oscuros de mi madre sentada con una taza blanca en sus manos, no supe como sentirme por un momento y cerré la puerta quedándome fuera de la oficina con el corazón latiendome con fuerza.

Pensé que le había superado ese terror a mi madre de verla en la escuela pero me doy cuenta que aun siento ese mismo horror de verla cerca cuando estoy en problemas.
-Por favor señorita Torres, entre- habló con suavidad el director con la voz un poco distorsionada por las paredes y escucharse el sonido de unas tazas golpeando algo de cristal con cuidado.

Abrí la puerta de nuevo y entré, sin querer rechiné mis tenis por un segundo contra el piso de madera de la oficina, el olor de los libros viejos llegó a mi nariz y de nuevo sentí esa irritación por el olor a viejo del director que a pesar de ponerse colonia su olor corporal aún se nota.

ETHAN IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora