Capítulo 12

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Max respiraba pesadamente, observando con un gesto iracundo a Levi. El verde claro de sus ojos se había oscurecido con una fina niebla de algo parecido al rencor, y sostenía con tanta fuerza la botella de agua que llevaba en la mano derecha que ésta se aplastó entre sus dedos.

-¿Y bien? -insistió el chico-. ¿Qué hace él en mi casa?

-Buenas tardes a ti también, querido Max -comentó entonces Levi con una pequeña sonrisa provocadora.

Eve, que estaba comenzando a sentir la rabia de Max aumentando cada vez más, y sabiendo que el comentario de Levi no había ayudado mucho en la situación, se puso de pie y caminó hasta quedar frente a chico cubierto de tatuajes.

-Te recuerdo que también es mi casa, y está aquí porque lo he invitado. ¿Hay algún problema con eso, Visser?

Max bajó la vista y soltó una risita ácida por lo bajo, negando con la cabeza antes de mirar por encima del hombro de Eve, directo hacia donde se encontraba Levi.

-¿Por qué estás aquí? ¿Qué coños quieres?

Levi se rió de forma socarrona, con sus intensos ojos celestes reluciendo en su rostro de piel bronceada.

-¿Yo? Oh nada, ¿se te ocurre alguna razón por la cual querría algo, Max? -El chico alzó una ceja y mostró una sonrisa ladina-. Solo estoy aquí porque Eve me está poniendo al día con las clases. No pienses que he venido por ti, ni siquiera sabía que ella y tú vivían juntos.

-Nuestros padres están juntos -informó Eve, antes de que, por alguna razón, Levi pensase algo que no fuese-. Es por eso que vivimos en la misma casa.

-Vete -añadió Max, mirando a Levi con una mezcla de emociones en sus ojos, donde predominaba la rabia.

-Visser -habló Eve, molesta-. Suficiente.

-En realidad no me marcharé hasta haber terminado con todo lo que Eve tiene que enseñarme -respondió entonces Levi, encogiéndose de hombros-. Soy su invitado después de todo.

Max caminó hasta la mesa donde se encontraba Levi y apoyó las manos en ésta antes de acercar su rostro de forma amenazante al chico de piel bronceada.

-Te lo estoy pidiendo con amabilidad -pronunció Max, con sus ojos clavados sobre el celeste puro de los de Levi. Su respiración estaba un tanto acelerada y sus hombros se encontraban tensos bajo la fina tela deportiva que llevaba puesta-. Sabes que soy muy bueno a las buenas, pero un hijo de puta a las malas.

El par de chicos se mantuvo la mirada por varios segundos, sus rostros serios y sus ojos puestos sobre los del otro. Ambos lucían imponentes, fuertes y arrolladores frente al otro, y ninguno se iba a dejar intimidar por la mirada de su rival. Eve observó la escena con el corazón en la garganta, atemorizada de que pudiesen descuartizarse en cualquier momento, hasta que, de pronto, Max retrocedió con un gesto abatido, como si no pudiese continuar soportando la pesada mirada de Levi sobre la suya.

El ojiazul esbozó una maliciosa y ácida sonrisa a la vez que un sentimiento rencoroso se avivaba en su mirada.

-Pues créeme que nunca olvidaré cómo eres a las malas, Maximilian Visser.

Y como si aquellas palabras lo hubiesen golpead con tanta fuerza como para dejarlo sin aliento, el chico cubierto en tatuajes retrocedió un par de pasos más. Una niebla de temor, pena y culpabilidad nubló sus ojos, y luego desvió la mirada de Levi, como si fuese incapaz de siquiera mirarlo a la cara.

-Estaré en mi habitación -anunció, tirando al suelo la botella de agua aplastada que anteriormente sostenía en su mano y dirigiéndole una mirada a Eve-. Lo quiero fuera antes de que den las nueve...

Clase 18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora