''But do you feel like a young god?You know the two of us are just young gods
And we'll be flying through the streets with the people underneath
And they're running, running, running''La suave música que emitían en la radio era lo único que llenaba el absoluto silencio que ambos jóvenes mantenían dentro del auto. Eve observaba a Max sostener con firmeza el volante mientras conducía a una velocidad un poco más alta de lo que ella deseaba. El muchacho le había dicho que solo conduciría por un par de cuadras, pero ya habían pasado más de treinta minutos y él no se detenía.
No obstante, ella no dijo nada. El alcohol que alteraba sus sentidos y cada aspecto suyo la había convertido en una persona un poco más relajada, y ya no le importaba si el joven conducía por cinco horas más o una eternidad completa. No pelearía con él al respecto.
Lo observó con detenimiento mientras la solitaria noche corría ante ellos. Su mandíbula continuaba tensa, como si la rabia que lo había abarcado desde que habló con Tess por teléfono aún no hubiese cesado, y, a pesar de que sus ojos se encontraban puestos en la carretera, sus pensamientos parecían enfocados muy lejos del lugar y momento.
Ella no pudo evitar preguntarse qué estaría pensando, qué era de lo que tanto huía en su auto.
''And I've been sitting at the bottom of a swimming pool for a while now,
drowning my thoughts out with sounds...''
La velocidad del carro fue disminuyendo poco a poco mientras Max se adentraba en un amplio parque que Eve nunca antes había visitado pero que reconocía por su fama. El auto avanzó por el lugar con cuidado, y cuando por fin se encontraron frente al esplendoroso mirador de la ciudad, el muchacho apagó el motor.
Habían llegado por fin a su destino.
Max se recostó en su asiento y suspiró con pesadez mientras observaba la vista. Se podía apreciar la preciosa e iluminada ciudad en todo su esplendor, con sus altas e increíbles edificaciones y su mágico encanto que casi podía hacerle creer a uno que se encontraba en un lugar de ensueños. La luna brillaba en lo alto, llena y brillante, y parecía sonreír desde su lugar en el cielo. No habían muchas estrellas, pero no parecían necesarias con todo el resplandor que emanaba de la gran metrópoli.
La ciudad podía ser un lugar horrible donde pandillas se escabullían entre las calles, creando caos y desgracias por donde pasaban, donde mejores amigos se traicionaban entre sí, donde el pecado cobraba vida y arrastraba consigo a las personas. Sin embargo, en aquel momento, resultaba la cosa más hermosa que Eve había visto en mucho tiempo.
El timbre del móvil de Max resonó entre el silencio, rompiendo la tranquilidad de la noche, al mismo tiempo que el de Eve también lo hacía. Ambos jóvenes miraron las pantallas de los teléfonos, era décima vez que no los contestaban.
Adam llamaba al chico, y Olive la llamaba a ella. El par de adultos habían estado marcando a sus hijos durante toda la noche pero ninguno de los dos se había atrevido a contestar. Max porque, claramente, no quería dirigirle la palabra a su padre; Eve, porque el chico no le había permitido que contestase...
Aunque, a decir verdad, la castaña se sentía muy bien, mejor de lo que lo había hecho en mucho tiempo, con su mente libre y despejada de todo tipo de responsabilidad y perfeccionismos, como para permitir que los gritos y regaños de su madre le arruinasen el momento.
Eve observó cómo Max apagaba finalmente el móvil y lo lanzaba al asiento trasero para luego volver su vista a la hermosa ciudad que se alzaba ante a ellos. Ella vaciló por un pequeño segundo, con el teléfono repicando en su mano, antes de, al igual que el muchacho, apagarlo y lanzarlo al mismo lugar que él lo hizo.
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Clase 18
Genç Kurgu❝La juventud tiene el temperamento vivo y el juicio débil.❞ -Homero. Bienvenido a la preparatoria Metzler, donde los rumores corren más rápido que la luz, los alumnos tienen sexo en los baños, se fuma hierba en la azotea, las peleas son el pan...