Capítulo 15 (parte II)

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Uno. Dos. Tres. Cuatro. Cinco. Seis. Siete. Ocho. Nueve. Diez...

Eve contaba por cuarta vez hasta el número diez entre hondas inhalaciones en un intento de mantener la calma, sin embargo, la técnica no le estaba funcionando en lo absoluto. Su cuerpo no dejaba de removerse en atemorizados temblores, y su garganta estaba tan reseca que no era capaz de emitir ni una sola palabra.

El miedo la tenía paralizada.

El peligroso joven enfundado en el traje del rey del Infierno hacia avanzar el enorme Range Rover a toda velocidad por las y empapadas oscuras calles bajo la absoluta furia de la tormenta.


«Tsunami -Eve repitió en su mente las palabras que Crash acababa de pronunciar-, el líder de los Cerberus, el que destruye todo lo que está en su camino, el demonio de Golden City».

No es como si no lo hubiese sospechado antes, pero... por alguna razón había esperado que fuera mentira. ¿Quién querría que el líder de una de las dos pandillas más peligrosas de la ciudad, ese cuyo apodo es uno de peores desastres naturales del mundo, viviese bajo su mismo techo?

-¿Sorprendida, angelito? -habló Crash, observando el rostro pálido y desconcertado de Eve a través del retrovisor. Algo en su expresión le hizo saber a la muchacha que disfrutaba de su estado de horror y casi pánico-. Oh, no me digas que creías que tu querido Maximilian era un pan de Dios... ¿O eres tan ingenua como pareces?

Ella volvió a mantenerse en silencio. No se sentía de ánimos para ponerse a discutir con un completo psicópata como él.

-Tsunami... -continuó el joven, pronunciando el apodo como si fuese veneno en su boca-. La primera vez que lo conocí yo tenía once años, él diez. Éramos recién iniciados en nuestros grupos y en aquel entonces lo llamaban Maxi el Debilucho. Tenías que verlo... -Rió con sorna-, diminuto y delgado, tanto que daba pena mirarlo y el ridículo tatuaje de los Cerberus resultaba enorme en su flacucho brazo... No sé qué tanto sepas de este mundo, pero, por ley, somos rivales a muerte desde ese momento. Nuestros bandos siempre se han odiado, y nosotros no somos la excepción. Él aborrece a todos los Scorpio, yo aborrezco a todos los Cerberus, así es como funcionan las cosas, y más cuando se trata de semejante idiota como lo es Tsunami.

»El punto es que los años pasaron, y no en vano. Tan solo tres años después su fama aumentó, recuerdo de que hablaban de él por las calles: el pequeño Cerberus que logró derribar a cinco de los mejores Scorpio, el ganador de todas las peleas callejeras, el mejor alborotador y causante de caos en la ciudad, el más osado de todos. Solo tenía trece años cuando pasó de ser Maxi el Debilucho a Tsunami, el que acababa con todo lo que estuviese en su camino, y al año siguiente de eso se convirtió en el líder de los Cerberus. -Eve, que no había parado de estar atenta a cada una de las palabras del muchacho que conducía en dirección a las afueras de la ciudad, quedó pasmada en su asiento. ¿Catorce años? ¿Cómo era posible que un chico de catorce años llegase a alcanzar tal poder? Era algo... imposible-. Sí, yo pensé lo mismo -comentó Crash al ver por el retrovisor la expresión incrédula en el rostro de Eve-. ¿Catorce años? En estas pandillas están los más experimentados sicarios, ladrones, secuestradores y todo tipo de increíbles criminales traídos de todas las partes del mundo, ¿cómo, entonces, ponían a cargo a un niño? Era ridículo. Todos en la ciudad dieron por sentado que los Cerberus estarían acabados en muy poco tiempo tras una decisión tan estúpida como aquella, sin embargo... nadie pudo estar más equivocado.

»Desde que tu chico fue asignado como líder, los Cerberus solo fueron en ascenso. Formaban los mejores asaltos, los más grandes caos, los mejores clientes y aliados se iban con ellos, y los cuerpos de sus enemigos amanecían descuartizados frente a sus casas o lugares de trabajo... Tsunami había sido la mejor elección que pudieron hacer esos hijos de putas. Todos en la ciudad comenzaron a reconocerlo y a nombrarlo como uno de los mejores y más despiadados líderes que alguna vez dominó Golden City, un chico que se convertiría en leyenda...

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