Capítulo 14

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-Y bien, ese fue el último tema que explicaron ayer -finalizó Levi, cerrando el grueso y pesado libro de Biología-. ¿Ya lo tienes todo, cierto?

Eve asintió y comenzó a recoger sus cosas para posteriormente meterlas en su bolso. Había pasado los últimos treinta minutos junto al muchacho, copiando y poniéndose al día con cada clase que había perdido debido a su extraña noche de alcohol junto a Max.

Totalmente diferente a lo que Kat y Will le habían advertido, Levi se había comportado, de nuevo, de forma agradable. Sus temas de conversación, sus intereses, gustos y todo en él indicaba que era un chico adolescente como cualquier otro.

Todo excepto el tatuaje de escorpión que relucía en su bronceada piel.

-Gracias -pronunció ella con una sonrisa agradecida-. No sé qué habría hecho si me reprobaban la evaluación de mañana.

-Ya deja de agradecerme, tú salvaste mi inicio de año escolar, sería un hijo de puta si no te devolviese el favor. -El muchacho miró al suelo con cierta curiosidad, donde Peggy se encontraba jugando entre sus piernas, y alzó ambas ceja-. Eh... ¿es normal que haya un gato en la biblioteca?

-Más de lo que te imaginas -respondió Eve con una risita-. Lleva años aquí en Metzler, nadie sabe quién la dejó o cómo llegó, pero desde ese entonces es la mascota del instituto. Su nombre es Peggy.

Levi se acercó a la gata persa y acarició su suave y esponjoso pelaje amarillo. Peggy ronroneó ante las caricias del joven y él sonrió encantado con la minina.

-Ah, por cierto, ¿estás bien? -preguntó él de pronto, subiendo su vista hacia ella. Eve frunció el ceño. Al ver la confusión en el rostro de la ojiazul, aclaró-: De salud. Le dijiste a la profesora Cohen que habías faltado por un problema de salud. ¿Ya estás mejor?

Ella alzó las cejas y entreabrió la boca.

Oh, a eso refería...

-Ehm... sí, sí ya estoy mejor. -Su voz brotó un tanto apurada mientras trataba de idear alguna excusa-. Solo tenía... un poco de gripe.

Levi enarcó una ceja y hundió sus largos dedos rodeados de anillos de plata entre el pelo de Peggy. En su rostro de facciones perfectas se pudo notar que no se había tragado lo que ella había dicho.

-Eres mala mentirosa, Eve Griffin -soltó entonces con una risita. A diferencia de la de Max, que resultaba insoportable, la de él era sonora y hasta daba gusto verlo hacer tal gesto-. Puedes admitir que te dio demasiada flojera asistir, ¿sabes? Es lo que hacen los jóvenes comunes.

-Oh no, pero yo no falté por flojera -corrió a responder ella. De pronto, los recuerdos de ella y Max cayendo al suelo en pleno Dolly's como un par de idiotas pasaron por su mente como un rayo-. No soy una chica floja, a veces desearía serlo pero... no me lo permito.

-¿Por qué no te lo permites? Vamos, eres la número uno de Metzler. Algunos días de descanso te mereces.

Ella negó con la cabeza y bajó la vista por un momento. Odiaba que todo el mundo le preguntase cosas así.


«Eve, ¿por qué no te das un respiro?»

«Eve, ya deja de ser tan obsesiva».

«Eve, sal y vive la vida como una adolescente normal».

«Eve, relájate un poco».

-No lo sé... simplemente soy así -mintió. No, no era simplemente porque era así.

Ojalá fuese porque ella simplemente era así, ojalá no hubiese una verdadera razón por la cual no se permitía a sí misma un segundo de descanso ni cometer un pequeño error.

Clase 18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora