Capítulo cuatro

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Las luces y las voces jubilosas se apoderaban del lugar, era mi cumpleaños. Todos me deseaban la felicidad pero yo deseaba 30 kilos y una escopeta. Se supone que los quince años deben ser alegres y llenos de emoción pero no era mi caso ni lo volvería a ser.

Me dolía ver como mis padres se arrepentían de sus fallas y como mi hermano lloraba. Mi situación fue empeorando, nada me ayudaba. Faltaba mucho al Instituto, suspendía las clases de piano y violín, comía nada, dormía todo el tiempo y me cortaba todas las noches sin falta.
A lo único que no faltaba era a la orquesta. Mala elección quizá, otra vez conocería a una persona tóxica para mí vida.

El era un chico alto, un metro 75 , ojos miel, cabello rubio ondulado, delgado y un año menor que yo. Tenía una sonrisa genial y contagiosa, era perfecto en todo lo que hacia, era cariñoso, era amable, era mi mejor amigo. Salíamos a todos lados, cine, encuentros, escuela, voleyball, iglesia a donde sea, parecíamos novios, parecía ser mi esperanza porque él era lo que yo más anhelaba.
Gian era mi único amigo,es decir, tenía unas amigas pero esas que son más falsas que el "te aviso para salir" .
Lo conocí en mi superación y a partir de allí nos hicimos muy amigos.
Era esa clase de chico alegre, y que no tenía preocupación. Su familia era genial y siempre me recibían con amor y mi comida favorita.
Éramos contrarios, a excepción de que el tocaba el violín como los dioses griegos. Nos llevábamos bien porque protones y electrones funcionan bien juntos, o eso había dicho él.
Paso un tiempo y tuve que contarle sobre mi anorexia- bulimia diagnósticada a lo que el poco entendía porque era menor y pensaba que la anorexia era estar en veinte kilos; pero no me importaba porque me hacia reír, esa era su forma de hacerme feliz y ayudarme.
Por algún motivo me molestaba que le gustara otra chica porque ella era más linda que yo (aunque el dijere lo contrario) y más flaca que yo. Aunque de todos modos, sabía que yo era mejor.
Como quería olvidarme de Gio volvi o cabello al rubio aunque no por mucho. Siempre le agregaba un fucsia o un violeta, lo cortaba, lo teñía, de todo me aburría, menos de Gian.
A nadie le podía contar lo que me sucedía excepto a una amiga, que vale era mi única amiga.
Garazi, se pronuncia la z como un s
Lo malo es que bueno ella vivía un poco lejos... En España. Solía contarle todo porque me entendía, ella pasaba lo mismo que yo al fin y al cabo. Nos conocimos por nuestras cuentas de Twitter y nos ayudábamos a seguir adelante.
Gian y Garazi fueron mi esperanza.
Debía estar allí para ella y cuidarla y debía quedarme porque Gian me daba un sentido o algo así. Si me mataba ellos se sentirían fatal luego, después de mis padres y no quería que nadie sufriese. Aunque hoy en día él no sufre ni de lejos por mí.

Tocaron el timbre y abrí
¡Que los cumplas feliz, que los cumplas feliz!, eran mis amigos o bueno, algo así, con torta (mierda) , globos y decoración por mi cumpleaños. Sinceramente lo mejor fue cuando Gian trajo una caja grande forrada de rosa, y con mi nombre en ella. La abrí disimulando la emoción y había un oso de peluche grande. Quizás pueda parecer típico pero para mi fue hermoso. Es decir, cualquier otro mejor amigo se hubiera olvidado de las cosas que me gustan así que yo lo aprovechaba porque sabía bien que me iría pronto, les dejaría a todos y me recordarían como la chica feliz de esa fiesta, y así es como quería que me recuerden.

Los Girasoles De PandoraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora