capítulo seis

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Me desperté mojada, orinada, casi sin pulso. No podía articular la boca ni abrir los ojos. Lo último que recuerdo es qué me inyectaron una vía en el brazo y mi papá me cargó corriendo hacia el auto. Estaba inconsciente.
Abrí mis ojos con dificultad. Era un Sábado frío. Estaba internada.
Mire mi brazo y estaba vendado, al parecer anoche me había cortado también. Había latas de ensure en las mesas y mi mamá estaba llorando.
Hubiese llorado si hubiere podido pero no podía respirar. Era un día frío de Agosto,una semana después de mi fiesta feliz.
- Tenés suerte de tener una mamá enfermera, Pandorita
- No sé que pasó anoche, doctora -dijo mi papá -
- ¿Que tomaste anoche? ¿ en que estabas pensando?
No podía contestar pero era obvio que no fue un accidente.
Por alguna razón , la mamá de Gian se enteró y vino a visitarme. No estaba en un hospital psiquiátrico, por ahora pero debía quedarme unos cinco días allí.
-Sólo se descompensó, Viviana. Esta mejor ahora.
- Gracias por el presente -dijo mi mamá avergonzada-.
Mi mamá y su mamá se quedaron hablando cuando yo, recibí un mensaje suyo diciéndome
-No fue mi culpa.
No lo fue, esto debía pasar y fracasé como en todo lo que hago en mi vida.
Los cinco días fueron eternos, tres Ensure por día, suero y lo peor: comida de hospital.
Estaba delgada quizás pero aseguro que en cinco días subí tres kg.
Quedó en claro que debíamos cambiar de tratamiento así que dictaron que empezaría a concurrir en un hospital de día.
Mientras tanto, me sentía sola y vacía
Mis papás querían saber qué había sucedido pero sólo le conté a mi mamá. Cuando dicen que las madres tienen un sexto sentido, la mía tiene un séptimo más.
Mi mamá es enfermera, jefa de hecho
Trabaja en el hospital mas importante de Buenos Aires en el turno noche
Sale de casa a las ocho p.m y vuelve a las ocho a.m, ese día volvió antes y se le dio por ir a mi cuarto. El panorama era de terror, ahí mismo me inyecto una vía porque si no, definitivamente me moría. Una hora más y lo lograba.

La pasantía en la clínica fue buena,e sentía mejor y de paso, logré hacer una amiga enfermera joven.
Me contó que ella pasó lo mismo que yo y que sentía todo lo sucedido. Me enseñó su tatuaje en donde tenía inscripto con cursiva "lo que no te mata, te fortalece".
Mientras tanto en el colegio, rezaban por mí y todos chusmeaban sobre la chica suicida. En la clínica me dejaban conservar el móvil porque era adolescente y porque no era un centro de salud mental.
Pensar que hace dos años jugaba con muñecas y ahora juego con mis propias muñecas como si fuera papel.
Ni yo ni mis papás daban a basto.
Siempre era yo el problema y lo sabía.
No decía cuando me cortaba pero últimamente trataba de hacerlo. Yo tenía toda su atención y se sentía agridulce.
Mi mamá venía rápido de su trabajo para estar conmigo. Vivía en zona norte y el hospital donde ella trabajaba , se encontraba en plena capital.
Un día, me corté terriblemente y tuvimos que llamar a la ambulancia, hacer suturas y de más. ¿Creen que es lindo ver como te atraviesan la piel con hilo? Pero yo lo provocaba. Mi mamá venía llorando de capital y yo era un matambre cortado desde hombros a piernas. La funda de mi celular estaba llena (en la parte de atrás) de todo tipo de cuchillas y claro, ¿quien buscaría allí?

"Los días se hacían meses y los meses años".

Gian jamás volvió a hablarme, una sola vez quizás. Nos rompimos porqué yo me rompí, esperé tanto de alguien que no podía ayudarme, era mi culpa, como siempre.
Me dolía demasiado, desde cuando el me dijo que mis piernas eran más gordas que las de el, hasta su rechazo continuo. Las palabras gorda resonaban en mi mente, estaban escritas en el plato. Si las emociones se laxaran o se vomitaran todo estaría bien, pero yo preferia ayunarlas.




Los Girasoles De PandoraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora