Capítulo 6

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A tan solo dos días para el comienzo de feria estoy volviéndome loca, entre el trabajo que no me deja tiempo para absolutamente nada y mi próximo viaje a Madrid, llevo una acumulación de estrés increíble.

Juan está totalmente volcado en las discotecas, sobre todo en la de la playa, ya que con tanto movimiento veraniego y ferial, tendrán trabajo todos los días gracias al chill out.

Estoy de lleno escribiendo un artículo de última hora para la sección de música, pasando por alto que mi móvil lleva un rato largo sonando. Al final caigo de mi nube y me apuro a contestarle

- ¿diga? –

- hola Andrea, soy Ana – responde alegremente mi amiga de aventuras en Grecia - ¿Qué tal guapa? –

- hola guapa. Yo bien, ¿tú que tal?, ¿Cuándo llegan a Málaga? –

- para eso te llamaba con tanta insistencia, ¡ya estamos aquí! –

- ¡genial!, ¿Dónde se hospedan?, tenemos que quedar hoy o mañana, tengo muchas ganas de verles – digo emocionada y a la vez el mar de recuerdos de aquellas noches de veranos vienen a mí con una sensación muy conocida en mí, una excitación que me entrecorta la respiración

- ¡hoy mismo quedamos guapa!, nos hospedamos en… - continua la conversación mientras sigo recordando sus labios al besarme, sus pechos en mi boca y su coño pidiendo más con cada caricia que mi lengua le proporcionaba.

Cuelgo el teléfono y continuo con los recuerdos, mordiéndome el labio instintivamente por aquella excitación que me sobresalta, pidiendo que toque mi cuerpo, disfrutando de las imagines en mi cabeza, completas de libertinaje y excesos. Siento como mi coño lentamente se moja y levemente palpita ante mis pensamientos obscenos, pide ser tocado y mi mente no se lo niega.

Miro el reloj de mi ordenador, son casi las 7 de la tarde y la oficina se encuentra casi vacía, somos pocos los que trabajamos hasta tarde. Aprovechando la situación, me levanto de mi mesa y cierro con llave la puerta de mi despacho, obteniendo así absoluta privacidad. Me recuesto en mi silla aun con mis recuerdos que alteran mi cuerpo, saboreándome así de los gemidos de aquellas noches que se agolpan en mi cabeza.

Poso mi mano en mi cuello con los ojos cerrados, recordando cada tacto que mi cuerpo disfruto, bajando lentamente por mis pechos. Desabrocho mi blusa dejando a la vista mi sujetador, mis dedos juguetones buscan camino hacia mis pezones que los esperan ansiosos de ser tocados, completamente rígidos y sensibles. Finalmente se encuentran y reaccionan ante el contacto, mi coño también es participe de las sensaciones llenándose de fluidos, subiendo su temperatura, esperando que mis dedos le entreguen placer.

Suavemente acaricio mis pezones, rememorando todas las veces que fueron saboreados por esas tres maravillosas bocas que lograban de mi completa sumisión, devorándoles sutilmente incrementando mi goce con harmónica destreza. Continuo el camino hacia el lugar de mi deleite, llegando despacio e invadiendo su espacio, jugueteo con mi clítoris entre mis dedos masajeándole delicadamente tomando su voluntad, dejándole libre para explorar su sensualidad. Suspiro desgarradamente al sentir como mi coño se lubrica y florece al contacto de las puntas de mis dedos con mi clítoris que se expresa de manera ruda demostrando todo el placer que tiene guardado para mí. Vuelvo a recordar las veces que esos espectaculares amantes de altamar le exploraron, obteniendo de él reacciones increíbles que me hacían llegar a los rincones más desconocidos del placer por mí.

Mi dedo índice es mi aliado en la fácil tarea de entregarme al placer, es por eso que se mueve instintivamente en círculos, buscando cada punto donde la electricidad se esconde para unirlos todos en un solo estallido de luz sexual. Los suspiros son parte de mi batalla privada contra mi cuerpo, exhalando cada recuerdo lleno de vicio sin límites que convierte mis caricias en una peligrosa danza por todo mi cuerpo activo y ansioso de sensaciones llenas de libido. Tomo distancia de la tierra elevándome hacia el cielo alcanzando con mi propio cuerpo el nirvana, atragantándome con las palpitaciones de mi clítoris que crean un nudo en mi garganta no permitiéndome respirar pero si logrando que mi coño brote a su máxima potencia. Aprecio como se expande y se contrae rápidamente al notar la velocidad de mi dedo ya cansado por la agitación en busca obscena de placer, es por eso que decido palpar todo mi coño y mi mano agradecida se empapa en él.

Cuestión De Lujuria III : IsabellaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora