Capítulo 9

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  • Dedicado a Elizabeth Duarte
                                    

Llevo dos días de mucho trabajo, no pensé que al venir a Madrid tuviera que moverme tanto, la verdad que mis jefes me han gastado una mala broma con esta nueva asignación para mí en la revista, pero bueno tampoco me quejo ya que es sábado y tengo la tarde libre para disfrutarla.

Las oficinas en Madrid tienen una vista preciosa; me encuentro en la terraza habilitada para estos calurosos días de verano, bastante cómoda y con las herramientas necesarias para trabajar, sin olvidarnos del buen tiempo que nos espera afuera. Son las 12 del mediodía, dentro de dos horas estaré libre para disfrutar del fin de semana y no me apetece nada pasarlo encerrada en el hotel, aunque es una habitación cómoda, más grande que nuestro apartamento he de decir, prefiero salir un poco, disfrutar de Madrid como es debido y para eso solo debo llamar a una persona, mi gran amiga Elizabeth. Ella conoce los mejores sitios de la ciudad, además de ser muy divertida y extrovertida, es una amiga de las que solo se encuentran una vez en la vida siendo para mí una lástima el no poder compartir más con ella por la lejanía. Decido darle la sorpresa de mi estadía en la ciudad, esperando que este libre esta tarde para pasarla juntas

- ¡rubiaaaaaaaaaaa! – le digo emocionada al escuchar su voz

- ¡morenaaaaaa!, ¿tú qué?, ¿Cómo andas mi morena bella? – me dice cariñosamente, enredándonos en una conversación más que divertida hablando de nuestros juegos particulares y de cómo nos hemos abandonado por unos días. Pregunta por Juan, es uno de sus mejores amigos y siempre han mantenido el contacto, de hecho le conocí gracias a él y desde ese momento nos hemos vuelto buenas amigas. Después de unos minutos de ponernos al día con nuestras vidas, le pregunto sobre esta tarde

- …pues lo dicho niña, que estoy aquí sola y me apetece salir, tomarme unos buenos mojitos, emborracharme y tú eres la mujer perfecta para hacer realidad mis deseos – reímos como tontas ante mi comentario

- no te preocupes morena, ¡hoy quemamos Madrid! – de esta manera quedamos para reunirnos a comer esta tarde y lo que se tercie.

Me dirijo hacia el hotel para darme una ducha refrescante y prepararme para ver a Eliza que me estará esperando en Sol, en el centro de Madrid; luego caminaremos un poco, beberemos y comeremos toda la tarde noche si es necesario, eso es lo que necesito antes de irme de la ciudad. Al meterme en la ducha suena el móvil, así que tomo una toalla envolviéndome en ella, saliendo rápidamente con el cabello chorreando y el cuerpo empapado, es Juan quien llama, me comenta lo bien que salió el espectáculo de Isabella, la falta que le hago y pregunta sobre mi estadía en Madrid. Minutos después vuelvo a la ducha.

Llego al lugar, allí me espera Eliza; nos damos dos besos y tomamos camino hacia los mojitos esperados. Las horas van pasando y la diversión aumentando, después de varios mojitos, tinto de verano y algún que otro chupito de tequila, decidimos comer algo en un sitio irlandés del centro. Es muy agradable, con ambiente deportivo y algún que otro camarero que no tendría ningún problema en catar, pero esta tarde es toda para disfrutarla con mi amiga, solo con ella o al menos eso espero.

Las copas ya hacen estragos en mí, así que decido irme al hotel, Eliza tiene otros planes que incluyen seguir la fiesta así que la dejo bien acompañada en el bar, no sin antes quedar con ella para comer antes de irme a Málaga. Salgo del lugar e intento ubicarme para buscar un taxi, camino calle abajo y me encuentro con una boca de metro cerca, pasando la calle. El semáforo esta en rojo, la calle esta abarrotada de gente que va y viene de fiesta, son casi las 11 de la noche, muchos apenas empieza a alborotar la ciudad. La luz verde me da paso para seguir caminando, observo como un grupo de chicos vienen hacia mí, son bastante guapos lo cual me alegra la vista pero uno en particular llama mi atención; su cara me suena familiar pero mi cabeza no tiene ahora mucha energía para recordar. Lo intento con fuerza pero solo logro confundirme más. Al encontrarnos en la mitad de la calle, como un rayo que cae sobre mí, recuerdo quien es. Su nombre Raúl, “el cordobés” como es conocido entre sus amigos, le conocí dos años atrás en una cena que tuvo lugar en nuestro apartamento, en ese entonces el apartamento de Juan solamente. Daba una fiesta junto a su hermana, era de disfraces para celebrar Halloween y él estuvo allí. Me gusto desde el momento en que cruzo la puerta, hubo una conexión increíble con él.

Sigo caminando sin dejar de mirarle, al llegar al otro extremo doy media vuelta y veo como se alejan de mí, de repente sin pensarlo grito su nombre

- ¡Raúl, Raúl! – digo avergonzada por mi alboroto pero logro su atención. Le saludo a lo lejos con una sonrisa enorme, deseando que me reconozca. Atraviesa corriendo la calle igual de sonriente que yo, lo cual me da un respiro. Me ha reconocido

- ¡niñaaaaaaaa! – dice mientras me toma en brazos y me levanta, damos unas cuantas vueltas antes de volver a mirarnos fijamente, darnos dos besos y alegrarnos por nuestro encuentro

Es increíble cómo pasa el tiempo, tenemos tanto que contarnos pero no estamos en el sitio adecuado, además los amigos de Raúl le esperan impacientes para seguir con la fiesta. Me pide que le de unos minutos, se despide de sus amigos y decide quedarse conmigo

- nos merecemos al menos tomarnos una copa juntos, ¿no crees? – dice mirándome fijamente. Recuerdo esa mirada de aquella noche, tan voraz y varonil que hizo que mi sexo se inundaran antes de que el hablara

Vamos buscando un sitio donde poder estar tranquilos pero es difícil al ser sábado; al agotar nuestras opciones me acuerdo que el hotel donde me hospedo tiene un bar en la terraza y lo cierran a la 1 de la mañana, estamos a tan solo unas calles así que decidimos irnos para allá.

Llegamos e inmediatamente nos escabullimos del recepcionista para pasar directamente hacia la terraza donde se encuentran unas 6 personas, incluyendo a la camarera. Pedimos nuestras copas y nos acomodamos en una de las mesas que da a un rincón muy íntimo, la noche es encantadora y la compañía muchísimo mas

- ¡increíble el verte aquí niña, después de tanto tiempo encontrarnos aquí, no me lo puedo creer! – dice Raúl emocionado. Debo confesar que a mí también me ha emocionado el volver a verle, ha sido uno de los hombres que más ha llamado mi atención y con el tengo una espina clavada desde aquella cena donde nos conocimos

Los minutos pasan volando entre risas e historias que contar, la terraza está cerrando así que decidimos abandonar el lugar. Ya en el ascensor, acercándonos a la planta 6 donde se encuentra mi habitación, decido espontáneamente invitarle, dichoso acepta mi invitación. Entramos y le invito a sentarse en el salón, un precioso sofá de color rosa llena el espacio de la habitación puramente blanca en la que me hospedo, entre tanto yo preparo las copas y pongo un poco de música para acompañar el momento. Sigue tan guapo como le recuerdo con esa barba tan bien cuidada, con sus ojos color miel y su mirada felina. Es un hombre muy guapo que a cualquier mujer fascinaría.

Me acerco con las copas y me siento cerca de él. Puedo oler su colonia, cuya exótica esencia le proporciona frescura pero endulza mi olfato, queriendo abrazarme a el

- hueles delicioso – le digo mientras le sonrió – igual que cuando te conocí, eso me encanto de ti – dejo claro mis intenciones, haciéndole saber el deseo que albergo en mí desde que le conocí

- y tú te ves más guapa aún que ese día, es extraordinario – dice mientras se acerca mucho más – esa noche estabas preciosa, ese vestido gris corto que tenías marcaba todas tus curvas, era para enloquecer viéndote así – nuestras miradas se encuentran y se dicen todo claramente, existe esa atracción, existe ese deseo. Este es nuestro momento y así lo demostramos

- Dio mucho juego en la cena ese vestido la verdad – sonrió ante mi pecado, el cual no había sido confesado

- ¿puedes contarme porque? – dice curioso ante mi respuesta

Me acerco a él delicadamente y de manera coqueta susurro a su oído

- estaba totalmente desnuda debajo de ese vestido – se excita ante mi confesión – pero lo mejor de todo, es que Juan jugaba debajo de la mesa con sus dedos dentro de mi coño, mientras tú y yo hablábamos tan animadamente – me noto maliciosa ante mis palabras, él se nota agitado pero deseoso de que siga confesándome ante el

- mmm, creo que la temperatura está subiendo mucho más – se levanta y se dirige hacia el balcón – ¿me acompañas?, tengo ganas de fumar – dice mostrándome un cigarrillo de maría, no lo dudo y me uno a el

Cuestión De Lujuria III : IsabellaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora