Al día siguiente, cuando me levanté, todavía tenía una sonrisa en la cara, y no podía evitar recrear una y otra vez en mi mente esa tarde en la que había empezado todo.
Empecé a desayunar, viendo la tele y, de repente, vi mi cara en el noticiero.
Hablaban de que era la supuesta novia del pelirrojo, y de que se nos vio abrazados en un parque.No pude evitar reírme. ¿Cómo iba a ser yo la novia de un chico tan famoso? Si casi ni me conocía.
A ver, estaba claro que si fuera por mí ya estaríamos casados y tendríamos tres hijos, pero no estaba tan segura de que él pensara igual.Aun así, seguí viendo el programa, para ver qué decían de mí.
Estuvieron hablando de que era una completa desconocida para todos en el plató, y poco tiempo después, pasaron a otra noticia.Yo apagué la televisión y, cuando acabé de desayunar, recogí los platos y me vestí para salir a pasear.
Me puse unos vaqueros, mis deportivas negras y una camiseta negra con el logo de Arctic Monkeys, uno de mis grupos favoritos.Cogí mis cascos y me encaminé hacia el parque en el que había pasado la tarde el día anterior.
Ya allí, me senté en un banco. Me puse mis queridos cascos y comencé a escuchar toda mi música en reproducción aleatoria.
De repente, la voz del pelirrojo en 'U.N.I.' me llevó a otra dimensión, y me puso melancólica. Empecé a pensar en los últimos días, que habían pasado tan rápido, pero que a la vez parecía que habían sido hacía años.
Levanté la vista cuando sentí a alguien acercarse: Mike. Él se sentó a mi lado y me quitó uno de los cascos para ponérselo en un oído. Pasó un brazo por mis hombros y me acercó a él. Yo apoyé mi cabeza en su hombro y cerré los ojos.
Empezó a sonar 'Arabella' e instintivamente miré hacia mi mejor amigo, pues esa era "nuestra canción", ya que mientras esta sonaba, Mike me regalaba un colgante que llevaba una 'M', igual a una pulsera que él tenía con una 'L', para oficializar nuestra amistad.
Inconscientemente, llevé una mano al collar que colgaba de mi cuello y toqueteé la letra que llevaba en él. Mike simplemente me miraba y sonreía.
Acabó la canción y me abracé a mi mejor amigo, agradeciéndole su amistad y su apoyo incondicional; él simplemente reía y me abrazaba más fuerte.Media hora después nos encontrábamos en mi apartamento, pues le había invitado a comer. Cuando acabamos, se quedó conmigo y dormimos la siesta juntos. Me desperté antes que Mike, así que le observé dormir. Tenía el rostro tranquilo, y aunque estaba serio, parecía un ángel.
Después de diez minutos observándole, mi teléfono comenzó a vibrar; Ed me estaba llamando.
Salí de la habitación y cogí la llamada.-¿Hola?
-Hola, cariño.-dijo él con esa voz que tanto me gustaba.-¿Tienes planes para esta noche?
-No, ¿por qué?
-Pues porque he hecho una reserva en el restaurante más lujoso de Londres. Paso por ti a las ocho. Te quiero.Colgó. Yo me quedé parada en mi salón con una sonrisa tonta en la cara. Me había dicho que me quería. Miré la hora: las cinco y media. Debía prepararme.
Justo cuando iba a entrar a mi habitación salió Mike con cara de sueño y me dedicó una sonrisa torcida. Yo me reí y le dije:
-¿Tienes planes esta tarde hasta las ocho?
-Creo que no, ¿por qué?
-Llama a Sam, dile que necesito su ayuda y que venga aquí. Yo me iré duchando.Mike asintió confuso y cogió el teléfono para llamar a mi mejor amiga mientras yo entraba al baño y abría la ducha.
Media hora más tarde, salí del baño con una toalla alrededor de mi cuerpo y otra alrededor de mi cabeza para encontrarme a mis dos mejores amigos sentados en mi cama esperando por mí.
Sam rápidamente me cogió de los brazos para sentarme junto a ella y obligarme a contarle el por qué de todo ese escándalo. Yo, sonriente, relaté la llamada de teléfono, mientras Mike y Sam escuchaban atentos, la rubia revolviendo todo mi armario.
Cuando terminé mi relato, mi mejor amiga ya había sacado un conjunto perfecto: una camiseta azul turquesa de cuello barco que se pegaba a mi cuerpo, resaltando mi figura; una falda blanca con florecillas de colores suelta que me llegaba hasta la rodilla y unos zapatos de tacón del mismo color que la camiseta.
Sam me maquilló bastante poco, como a mí me gustaba: me echó un poco de rímel, me hizo la raya por encima del ojo con un rabillo bastante corto, me pintó los labios con un rosa chicle que casi no se notaba y finalizó coloreándome muy sutilmente las mejillas.
Cuando acabó, eran las siete, por lo que ella, viendo que daba tiempo, se puso a hacerme tirabuzones por todo el pelo.
Tardó cerca de media hora, por lo que los minutos que faltaban para las ocho los ocupamos sentados en mi sillón y viendo la televisión.
Mis amigos se fueron hacia las ocho menos cinco, y cinco minutos después, sonó el timbre de la puerta.
La abrí para encontrarme de frente con la sonrisa que me volvía loca, y aquel pelo naranja que tanto me gustaba acariciar.Le di una pequeña sonrisa y cogí mi bolso marrón antes de cerrar la puerta y seguirle hacia su coche.