Four.

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Me acerqué a su mesa y, cuando estuve lo suficientemente cerca como para que me oyese, llamé al cantante.

Al escuchar mi voz, el pelirrojo levantó la vista y me sonrió. Dios, cómo adoraba esa sonrisa.

Se acercó hasta mí, pero cuando vio mi cara de tristeza, se puso serio y, sin decir nada, me abrazó fuertemente.

Yo no pude evitar aspirar profundamente su aroma, y supe que cuando me alejara de él, su olor se quedaría pegado en mi ropa.

Subí mi cara y le miré desde abajo, a lo que él sonrió, y con una risilla me dijo:
-Qué mona estás desde aquí arriba.

Yo fingí enfadarme y respondí:
-¿Solo desde ahí?

Ed rió y, con un falso puchero, habló:
-No, jo. Siempre. Pero me da vergüenza decírtelo.

Yo mostré mis dientes en una sonrisa y solté una carcajada:
-¿Cómo que siempre? Es la segunda vez que nos vemos.
-Ya, bueno, pero estos dos días has sido muy mona, y me da la sensación de que lo eres siempre.

Yo me reí:
-¡Bingo! Por cierto, ¿todavía queda en el aire la oferta para comer?

A Ed le brillaron los ojos cuando me asintió con energía.

Cuando nos separamos, me acordé de Sarah, que había presenciado la escena a un lado, y que ahora me miraba, no sabía descifrar si con asco o con odio.

Al parecer, Ed no se dio cuenta, porque se acercó a ella sonriente y le dijo que ya se verían otro día, que tenía planes conmigo.

Sarah le miró con disgusto y se fue dando pisotones, mientras los paparazzis tomaban fotos.

El pelirrojo echó a todos de allí y, cuando no quedó ni una sola cámara, me invitó a sentarme en la misma mesa en la que se había sentado él antes con Sarah.

-Así que, morena, cuéntame. ¿Trabajas? ¿Estudias?
-Bueno, pelirrojo,- dije con una sonrisilla- estudio Periodismo en la universidad.
-Periodismo, me gusta.- se rió el cantante.
-Qué risueño.- dije mirándole con admiración.
-¿Risueño?
-Sí, Ted. Siempre estas riéndote y sonriendo. Y déjame decirte que tienes una sonrisa preciosa.

El cantante se sonrojó, lo que hizo que soltara una gran carcajada, justo cuando llegó la camarera. Pedimos y seguimos hablando.

-Tu risa también es preciosa.- me dijo él pillándome por sorpresa.
-Ahora la que se sonroja soy yo.- dije en voz baja.

Pero, por desgracia, él me escuchó, y se rió con más ganas con las que me había reído yo antes.

Cuando se calmó, estuvimos un rato callados, momento que él aprovechó para deslizar su mano por encima de la mesa y llegar hasta la mía, que apretó dulcemente.
Yo me sonrojé violentamente y aparté la vista de sus ojos tan azules que eran prácticamente grises.

Estuvimos así hasta que llegó la misma camarera de antes, que nos trajo la comida, y tras pedirle un autógrafo a mi acompañante, se retiró.

Comimos en silencio, de vez en cuando soltando un: "¡Qué rico!", o alguna frase por el estilo.

Cuando acabamos, pagamos y nos fuimos.

Ya fuera del restaurante, Ed me agarró la mano, y echamos a andar hacia un parque cercano. Allí, nos tumbamos sobre la hierba, y el cantante me rodeó los hombros con su brazo, acercándome a él. Yo apoyé mi cabeza en su pecho, escuchando los latidos de su corazón, y cerré los ojos, disfrutando de la brisa que soplaba.

De repente, escuché una dulce voz cerca de mi oreja, y al instante reconocí la canción. ¡Thinking out loud! ¡Ed Sheeran me estaba cantando mi canción favorita al oído!

Apretó su brazo alrededor de mi cintura mientras cantaba. Yo simplemente cerré mis ojos de nuevo y me dejé llevar por el sentimiento de amor que me invadía, mientras reprimía mis ganas de besar al adorable pelirrojo.

Acabó la canción y yo abrí los ojos, miré hacia arriba y observé su cara de tranquilidad, con los ojos cerrados y una bonita sonrisa en la cara.
De repente, su mano empezó a moverse en mi cintura, y comenzó a hacerme cosquillas. Yo me retorcí de la risa, mientras intentaba apartarlo de mí.
Cuando ya casi no podía respirar, Ed se alejó y me miró con una gran sonrisa en la cara.

-¿Qué pasa? ¿Tengo monos en la cara?- le dije justo antes de sacarle la lengua.
-Qué va.- dijo riéndose.- Es solo que... Eres preciosa, Lucy.- terminó de decirme completamente serio.

Yo me quedé paralizada; no me podía creer lo que acababa de pasar. ¿Lo diría en serio? Imposible.
Estuve debatiéndome internamente un rato, hasta que vi que el pelirrojo me miraba preocupado.

-¿Lu? ¿Estás bien?
-Sí, sí. Es solo que no me lo esperaba. Y menos de un cantante tan famoso como tú.- dije riendo.

Ed esbozó una pequeña sonrisa y me acercó a él, dándome un fuerte abrazo. Yo simplemente me sentía en el cielo, y no podía pensar en nada más que en sus brazos rodeándome la cintura.

Estuvimos toda la tarde tumbados sobre la hierba, simplemente abrazándonos. Yo, escuchando los latidos de su corazón, y él, acariciándome el pelo.
Hasta que empezó a llover.

Ed me acompañó hasta mi apartamento, donde nos despedimos con un beso en la mejilla y un largo abrazo. Cuando el cantante se fue, cerré la puerta y, con una sonrisa tonta, llamé a Sam para contarle todo lo que había pasado aquella tarde.

Teddy.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora