Eight.

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Sobre la hora de comer, Sam vino a mi casa con la intención de irnos a comer por ahí para después ir de compras.
Yo me había puesto un ligero vestido blanco y unas sandalias del mismo color, acompañado de una larga trenza, un poco de rímel y un color fresa en los labios.

Fuimos a un restaurante bastante agradable en el que ya habíamos estado más veces, y allí nos dispusimos a comer. Mientras degustábamos los deliciosos platos que teníamos delante, estuvimos charlando acerca de un chico de nuestra clase que a Sam le parecía mono.

Cuando pagamos la cuenta, salimos del restaurante y echamos a andar con el propósito de entrar a cada tienda que viéramos.

En una de las tiendas, nos encontramos con Mike, que nos dio un gran abrazo a cada una.
Lo que más nos sorprendió fue su compañía. Nuestro amigo estaba con una chica, Brittany. Una de esas típicas chicas populares que miran por encima del hombro y se creen superiores a los demás.
A ella no la saludamos, pasamos por su lado ignorándola mientras ella nos dedicaba una larga mirada por debajo de sus pestañas.

Cuando nos alejamos nos preguntamos qué haría Mike con una chica así, pero no le dimos demasiada importancia. Seguimos a lo nuestro y cuando se hizo de noche nos dirigimos a casa de Sam.
Allí, preparamos una cena ligera y vimos una película hasta quedarnos dormidas.

****

A la mañana siguiente nos despertó un teléfono sonando. Era el mío, y quien llamaba era Ed.
Soñolienta, lo descolgué y respondí.

-¿Ed?
-¡Hola! Hoy hay noche de micrófono abierto en un bar cerca de mi casa, y pensé en ti... ¿Te gustaría venir conmigo?
-Pues...- respondí mientras Sam me hacía señas para que dijera que sí.- De acuerdo.
-¡Genial! ¿Quedamos en mi casa sobre las siete, cenamos y vamos para allá?
-Vale.- dije con una risilla nerviosa.
-Te pasaré la dirección. Nos vemos esta tarde. Adiós, Lucy.- dijo él cariñosamente.

Sin esperar respuesta, el pelirrojo colgó, dejándome con una sensación de estar flotando en las nubes, mientras mi amiga me sacudía e intentaba, según ella, despertarme de mi ensoñación.

Pasamos todo el día juntas, y después de comer con ella, me fui a mi casa para prepararme.

Me di una larga ducha y cuando salí me dejé el pelo natural, con algunas ondas desordenadas, y me vestí con un vestido corto color verde esmeralda y unos tacones blancos.
Decidí maquillarme algo más y me puse los labios de un rosa chicle algo llamativo, pero con un toque elegante aun así.

Me eché algo de perfume y cogí las llaves de mi coche para ir a casa del pelirrojo.

Cuando llegué y me abrió, vi que había puesto la mesa y la había decorado con algunas velas y flores.

Estuvimos un rato charlando y tras algunos elogios por parte de ambos, nos dispusimos a probar lo que el cantante había cocinado.

Una vez, terminamos, nos dirigimos a aquel bar. Estaba algo lleno, pero había sitio para estar, debido a que el lugar era bastante espacioso.

Estuvimos allí escuchando a la gente que salía a cantar y bebiendo, hasta que Ed se levantó de su asiento y me dijo que ahora volvería.
Yo no le di importancia y tranquilamente me pedí otra bebida, aunque casi me atraganté cuando vi que el chico subía al escenario.

Él miró hacia donde yo estaba, tocó algunos acordes de la guitarra y empezó a cantar 'Tenerife Sea' justo después de pronunciar unas palabras que lograron derretirme:
-Esta va por ti, Lucy.

Lo que me aceleró el corazón aún más fue cuando, al final de la canción, en vez de decir Beth, el nombre que aparece como última palabra, susurró el mío.
Y yo no pude hacer más que suspirar fuertemente mientras le aplaudía junto con todos los demás del bar.

Unas copas después, él estaba intentando que yo subiera a cantar. Yo me reía y me negaba, pero el chico no paraba de insistir.
Al final, tuve que acceder, porque el pelirrojo prácticamente me había arrastrado hasta el escenario.

Subí bastante nerviosa y le pedí a un chico que estaba por allí con una guitarra que tocara la canción 'Take me to church', de Hozier.
Empecé tímida, aunque al final me vine arriba y logré que todos en el bar cantaran conmigo. La verdad es que no sé si fue por las copas que había tomado, pero me sentía bastante bien ahí arriba.
Aunque estaba muy cómoda, por otra parte me sentí aliviada de que acabase la canción, pues mi voz tampoco era nada de otro mundo, y no me gustaba mucho que me oyesen cantar.

Seguimos allí un rato más y cuando nos cansamos de estar en aquel lugar, nos fuimos a casa de Eddie.

Él me dejó quedarme a dormir allí, pues no me veía en condiciones de conducir, además de que era demasiado tarde.

Me dejó dormir en su cama, que era enorme, así que cuando él se iba a ir para dormir en su sillón, le agarré del brazo impidiéndoselo, y le dije que como era tan grande, no habría problema en dormir los dos ahí.

El pelirrojo me dio la razón, y fue así cómo acabé durmiendo entre sus brazos, con una sudadera suya prestada, y con su agradable olor entrando todo el rato por mis fosas nasales.

Teddy.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora