Cap XI

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Nuestra cita no podía ser más perfecta "no es una cita, tonta, ¿Por qué te emocionas tanto?" Me decía mi conciencia un tanto enojada conmigo misma.

Ya eran las siete de la tarde y comenzaba a bajar el sol, el atardecer era precioso y se podía observar desde el coche el hermoso mar a nuestra izquierda y cómo los colores rojizos y naranjas del sol bañaban el cielo y el mar, mis ojos comenzaron a brillar como los de una niña pequeña ansiando muchísimo su muñeco favorito, no podía no sentirme en una especie de película romántica.

En la radio sonaba "she will be loved" de Maroon 5, mi banda favorita, mi alma agradecía la calidez del momento, sentía un fuego interno incrementando, estaba muy feliz, el silencio era cómodo y nos dispusimos en disfrutarlo todo.

-¿A dónde vamos?- dije por fin saliendo de mi ensimismamiento.

-A un italiano, ¿Te apetece pasta?- me dijo lanzándome una sonrisa ladeada.

-Si- en ese instante me di cuenta de que soné un poco tímida y me quedé embobada por unos instantes hasta que me devolvió la mirada y yo la giré al momento ruborizada y avergonzada, después de ese momento no dejé de ver hacia la ventana.

No miraba nada en específico, mi mirada se quedó perdida escudriñando mi interior y sintiendo cosas raras en el estomago de las que antes no era consciente.

Un poco más tarde estacionamos, el bajó primero y mientras yo arreglaba algo en mi bolso me percaté de que me había la puerta de copiloto, me ruboricé más y mi mente no dejaba de agradecer ese acto de caballerosidad.

"¿En qué demonios piensas tonta?" Otra vez mi alter ego hablándome hizo que me diera cuenta de que actuaba como una estúpida.

-Gracias- dije y bajé del coche sin mirarlo a la cara, pero mi boca no dejaba de sonreír.

Nos sentamos a la mesa y pedí unos raviolis a la carbonera y el un espagueti a la boloñesa.

Sentía su mirada en mi cara y un calor extraño recorría mi cuerpo, mis mejillas se tornaban rojas y podía sentir mis orejas arder.

"Cálmate idiota, pareces una niña boba" me recordaba mi interior.
"Es que nunca he ido a una cita" le decía yo. "NO ES UNA CITA", y así se terminó la conversación con mi muy simpática consciencia.

-Oye, monstruo, ¿qué te pasa? Te siento rara- lo miré mientras mi cara se tornaba roja, pero supe disimular nervios con ira fingida.

-Tú sí que eres un monstruo, idiota- me sacó la lengua como niño pequeño y yo hice un puchero enojado girando la cabeza hacia un lado. Mi estómago empezó a sonar y me volvió a dar vergüenza ese acto involuntario.

-Tranquila que ya llega la comida- me dijo en tono gracioso, y así era, porque la camarera se estaba acercando con nuestros platos.

Al cabo de una hora habíamos terminado de comer y volvíamos al coche camino al cine.

Al llegar fui directa al baño.
-Te dije que hicieras en el restaurante, pero eres terca como una mula- le saqué el dedo medio como respuesta y fui corriendo porque ya no aguantaba más.

Al volver veo a Marc con cara triunfante y sonriente, lo miro extrañada.

-¿Qué pasa? ¿ya compraste las entradas?-

-Si- dijo tan tranquilo.

-¿Por qué no me esperaste? Yo también quería escoger que ver- dije en tono de reclamación - ¿que veremos? - pregunté.

-Terror- un sudor frío recorría mi espalda.

-¿QUÉ?- mi cerebro se puso en shock, no podía creer lo que estaba escuchando, no había visto la película y el miedo ya recorría mi interior, se alojó en mi estómago y los latidos de mi corazón nublaban mi visión. No tenía miedo, tenía pánico a las películas de terror.

¿Mi niñero?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora