Décima Canción ✳Nebenstimme✳

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Esa misma tarde, el rumor de que había golpeado a Draco Malfoy se había esparcido más fácil que la peste negra. A la hora de la cena, cuando Aria se sentó en su respectiva mesa, Stet le aplaudió, seguido por unos cuantos de su mesa para que después otras casas se unieran -a excepción de Slytherin-. De camino a su sala común, varias personas se detuvieron a felicitarla, tal parecía que el chico no era muy amigable con sus compañeros de clase y varios se morían por golpearlo. El castigo que les impulso McGonagall fue que mientras todos estuvieran en hogsmeade, ellos limpiarian el aula de pociones después de una larga semana de que no se limpiaran los calderos.

Luna le había prometido traerle una cerveza de mantequilla y stet unas hormigas de chocolate. Con eso se conformaba. Se vistió con unos pantalones sueltos de algodón color negro y una camiseta blanca con sus tenis. Sus dos amigos la acompañaron a la entrada de la biblioteca, lugar donde ya estaba el rubio y la profesora.

-Buenos días, chicos.-saluda la mujer.

-Buenos días, profesora- dicen los tres a unísono. Ambos se despiden de su amiga bajo la atenta mirada de Malfoy, cuando se marchan Aria lo mira, sosteniendole la mirada con sonrisa ladina.

-Bien, las puertas estarán cerradas hasta la hora de la cena, les he dejado algunos bocadillos sobre el escritorio por si les da hambre, tienen que acomodar y lavar todos los instrumentos.- explica.

-¿También los calderos?- pregunta con molestia el chico.

-También los calderos, señor Malfoy. Mas vale que queden limpios.

Hace una mueca de molestia antes de entrar, Aria se despide y entra al aula esperando que no acabe con su paciencia, o si no le mataría... figurativamente hablando.

Una vez ambos chicos adentro, observan como la profesora cierra la puerta a una velocidad tortuosa, hasta dejarlos completamente solos.

Aria echa un vistazo al cuarto observando el completo desastre que está hecho. La repisa donde deberían estar los libros esta completamente vacia, los calderos a la esquina expiden un olor desagradable y todas las mesas están llenas de instrumentos e ingredientes de pociones.

Aria decide comenzar con lo más difícil: calderos. Toma una esponja y jabón que ya estaba preparado para comenzar a fregar.

-No seas tonta- reprocha- usa tu varita.- pero ella le ignora, él saca su varita pero no hace nada. No se podía utilizar magia.

-¿Lo ves? McGonagall no nos lo dejaría fácil.-se burla. -Mas vale que comiences o tardaremos.

-Esto es estúpido- da la media vuelta con intención de salir pero estaba cerrado, tal parecía que McGonagall cumpliría su promesa de no abrir hasta la cena.

-Escucha Malfoy, apresurate que no quiero pasar un momento más contigo en este mugrero.

-Vaya, relájate.

La ignora completamente para sentarse sobre el escritorio e inspeccionar la comida que ha dejado la profesora. Toma una manzana y le da un mordisco.

La chica decide no intervenir, él claramente no tiene intención de ayudar y por nada en el mundo rogaría su ayuda. Estaba sola.

-¿Valió la pena golpearme?- suelta después de darle otro mordisco a la manzana.

-Fue tu culpa, te lo advertí- musita ejerciendo más fuerza al fregar el peltre.

-Sobre actuaste, te lo tomaste a pecho- se excusa.

-Tú sabes por que- dice pero Malfoy niega moviendo la cabeza- ¿le harías algo a la persona que insulte a tu madre?- pregunta.

Singing For You [D.M]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora