—¡No me animo! —gritó nerviosa Nayla al chico de rulos mientras éste le colocaba una mano en la espalda y la otra en su pierna derecha.
—Es fácil, sólo tenés que pararte firme, arquear tu espalda y cuando sientes que bajaste al máximo tratás de alcanzar el piso con las manos así. —Líen realizó una perfecta caía a puente de parado y luego se volvió a incorporar con extrema facilidad para volver a colocarse al lado de la muchacha asustadiza que no encontraba el valor para realizar dicha destreza.
Nayla siempre había sido buena en danzas pero jamás le habían enseñado alguna acrobacia que fuera más allá de una simple media luna a una mano. A su alrededor todos los alumnos de la clase de adultos se elevaban por los aires realizando patadas, giros, piruetas y también algunas caídas accidentales a las que respondían con risas y auto críticas inmediatas. Sus habilidades habían logrado desgarbar el pasto de aquella plaza donde se habían reunido a entrenar e intentaban con sus piruetas unidas a diversos sonidos llamar la atención de Líen cada vez que les salía algo nuevo, pero el mismo no alejaba sus ojos ni un segundo de la muchacha de pelo castaño a la cual intentaba asistir con su destreza, decepcionando arduamente a su alumnado el cual ya no dudaba de la chispa que había surgido entre estos dos personajes.
—Ya lo hiciste al bajar contra el árbol, ¡es lo mismo! Sólo que tenés que apoyar tu peso el mayor tiempo posible en las piernas para no caerte. Despreocupate, yo te atajo.
—Pero tengo miedo.
—Confía en mí y en la estructura. Tenés fuerza, sólo te falta esa confianza, ¡dale, vos podés!
—Confiar en vos y en la estructura...
Sintió como el chico sujetaba firmemente su espalda y se dejó caer hacia atrás sin flexionar las piernas ni despegar la planta de los pies ni un centímetro del piso para luego alcanzar plácidamente el suelo con las manos y permanecer sola en la postura de arco. El muchacho la ayudó a levantarse y recibió con calma la alegría de la joven la cual inmediatamente quiso repetir su hazaña.
Al volver a su casa aquella tarde Nayla estuvo más de una hora parándose con las manos apoyando los pies contra la pared para luego empezar a alejarse de ella y tratar de pasar de la vertical al puente. Aunque no logró levantarse desde éste último se sintió muy feliz por sus nuevas habilidades.
Desde que empezó a entrenar el arte del taekwondo su ánimo se había visto afectado no sólo por la presencia tranquilizadora de sus compañeros, sino también porque sus capacidades estaban alcanzando nuevos límites casi a diario. Aún no se habían cumplido dos semanas del inicio de sus actividades en el Do yang pero la mejoría era notoria.
La quinceañera se dio una ducha y puso el noticiero para tener algo de compañía al merendar ya que sus padres estaban vendiendo en la calle.
—Un nuevo testigo asegura que nunca hubo estatuas en la esquina donde ocurrió el accidente dando un nuevo giro al caso de Hilda Duarte —Decía el reportero situado cerca del Microcentro para luego acercar el micrófono al propietario del edificio el cuál brindó una nota detallando que eran rumores nada más y que ese edificio había tenido estatuas y canteros desde antes de que él comenzara a trabajar ahí, pero que no eran propiedad suya sino que el lugar era tan antiguo que había sido declarado de interés cultural, por lo cuál nadie podía tocarlo ni siquiera para una refacción ocasional puesto que eso correspondía al gobierno de la ciudad.
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Lecciones de artes marciales
ActionNayla encuentra un diario repleto de fechas y lugares escritos en sus hojas, y decide devolvérselo a su dueño, pero al acudir a una de las citas se encontrará con que lo que lleva en su poder es en realidad la agenda de un asesino. Días, horas, luga...