Primer semana de clases

3.5K 133 35
                                    

El sonido del celular de Nayla la hizo despertar de a poco. Mientras la muchacha se incorporaba varios recuerdos invadían su mente: primero fue su padre frustrado explicando que hubo un accidente en el trabajo y que los familiares del paciente habían decidido iniciarle un juicio por mala praxis, luego un largo proceso legal que los llevó a perderlo todo por aquel altercado, su madre llorando, las despedidas de sus compañeros del colegio Santa Mónica, ver a sus progenitores alzarse con un emprendimiento tan pequeño que apenas les permitiría mantener su casa, aunque el automóvil no corriera la misma suerte, que sus familiares se enojaran por sus reacciones de repudio a esta nueva vida humilde a la que se debería someter hasta que dicho proyecto prosperase, su abuela visitándolos y llevándoles comida para recalentar, ir a inscribirse a una escuela pública y ahora, estar preparándose para asistir al primer día de clases de la misma.

El no usar una camisa blanca y una pollera roja a cuadros a manera de uniforme le resultaba raro. Iría a un colegio sin corbatas ni zapatos, sin gente conocida ni elegante, con los salones sucios. Iría a una secundaria bastante vulgar, con las paredes escritas y un fuerte olor a marihuana en los baños.

El destierro de vida de lujos equivalía a caer en una rueda donde su posible futuro ostentoso se veía comprometido rebajándose hasta ubicarse junto a las opciones de los menos pudientes. Ella sentía que ya no era nadie.

La muchacha observó el cuadro con una gigantografía suya de su cumpleaños de 15 repleto de las firmas de sus allegados como un recuerdo lejano, a pesar de haber acontecido hace apenas unos pocos meses. Se puso unos jeans rasgados, zapatillas converse, una blusa roja y el temido guardapolvos blanco. Ató su cabello castaño y salió sin desayunar, convencida de que lo que le esperaba sería duro.

El nuevo colegio no estaba cerca. Nayla tuvo que inflar su vieja bicicleta y aunque apuró el paso lo más que pudo, tardó más de media hora en ver la desgastada fachada del establecimiento asomar a los lejos por las calles porteñas.

Suspiraba por dentro cada vez que sus ojos se posaban en las marcas de lapicera y fibrón que inundaban todos los recovecos del colegio, ¿sería siquiera imaginable que alguien produjera semejante injuria a su anterior institución educativa sin que el mismo recibiera un castigo ejemplar? Francamente lo dudaba.

Ingresó procurando no llamar la atención pero con escasos resultados. Todos parecían conscientes de que ella no pertenecía a aquel sitio; la miraban raro, incluso un chico de rulos casi se choca contra un basurero por intentar observarla disimuladamente mientras caminaba al interior del colegio. La burla, el apodo grosero y la alienación por ser diferente pendían sobre su cabeza como una realidad próxima e inevitable.

Buscó un lugar en medio del patio donde todos formaban para el acto de inicio del ciclo lectivo, se esforzó por no chocar con nadie mientras achinaba los ojos intentando encontrar algún rostro conocido; nada. La directora dio un breve discurso de recibimiento a todo el alumnado, las filas se rompieron sin que nadie diera la orden que lo amerite y los alumnos se dirigieron del patio del colegio a sus aulas entre bromas, empujones, barullo y centenares de comentarios imposibles de discernir.

Todos parecían conocer el camino a clase, todos menos Nayla la cual seguía a un grupo de chicos que había estado conversando sobre empezar en el mismo grado que ella. El grupo la llevó hasta un salón grande en el primer piso, al lado de la fotocopiadora, donde ya varios habían acomodado sus mochilas tras las sillas o bajo los pupitres. Un cartel en la puerta corroboraba su pertenencia a ese lugar a pesar de que ella no lo sintiera propio.

Eligió el único espacio vacío que encontró en la fila del medio, se sentó y luego sacó una carpeta púrpura y su lapicera de plumas. Las clases empezaron de inmediato, con una profesora de física que les dio la bienvenida advirtiéndoles que «esto» no sería como la primaria donde podían pasar sin estudiar, que debían esforzarse y bla, bla, bla.

Lecciones de artes marcialesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora