El domingo por la tarde Nayla esperaba a su amiga sentada en un bar en la esquina del colegio, sorbiendo lentamente de una pequeña taza de café negro, pero ella no brindaba acto de presencia a pesar de ya haber pasado varios minutos de la hora pactada para el encuentro. Poco antes de que el bar cerrara, muy tímidamente, la figura de Chiara se divisó desde la esquina pateando cada tanto para acelerar su patineta.
—Hola —dijo únicamente al llegar junto a la castaña. Nayla la observó preocupada puesto que sabía leer los rostros de las personas y la tristeza se escribía en la cara de Chiara con letra roja.
—¿Qué te pasó? Pensé que nos íbamos a encontrar a las siete y cuarto y ya casi son las ocho.
—Mira hermana, seré breve ¿si? No creo que sea buena idea ir hoy a ese lugar, es solo eso.
La muchacha se impactó por aquellas palabras. Siempre le había costado tomar decisiones arriesgadas y una vez que lo hacía le resultaba muy difícil dar vuelta atrás, se sentía en la necesidad de cumplir con aquello para lo que se había estado preparando psicológicamente desde el día anterior.
—¿Por qué lo decís, te pasó algo?
—Bueno, a decir verdad no es que me pasara algo sino que pasó algo, aunque no necesariamente a mí, ¿me entendés? Es como algo que ya estaba y que noté esta tarde en mi computadora.
—¿Qué cosa? —preguntó intentando descifrar el gesto de su amiga sin lograr grandes avances—. Me estás asustando.
Chiara resopló como un búfalo cansado antes de contestar. —No te asustes, no es nada grave. Sólo que ir a ese lugar sería algo así como una mala idea.
—Pero eso ya lo sabíamos desde un principio. Vos fuiste la que me insistió ayer para ir.
—Lo que pasa es que pensé que sería divertido por cosas de la emoción y todo eso, pero esta tarde como que pasó algo que me hizo cambiar de idea... te puedo contar, pero vayámonos de acá primero. Es un lugar muy público y como que me da cosita.
Las chicas caminaron unas cuadras mientras Chiara narraba como esa tarde quiso conocer más sobre Silvio Arón Eliseo y al buscarlo por las redes sociales accidentalmente le hizo click a una publicación de este señor entrado en años, el cual al notar la actividad de la muchacha decidió hacer contacto con ella enviándole un mensaje.
—Y bueno, resultó ser todo un acosador, un enfermito, ¿entendés? Se pensó que porque le estaba revisando el muro quería tener algo con él y hasta me ofreció dinero por cosas muy sucias... no es que nunca las haya hecho... pero no por dinero.
—Guau, aguantá... ¿Entonces ese tal Silvio Eliseo era un pedófilo?
—Y... en sentido estricto si, un horrible viejo verde que se excita viendo fotos de menores de edad. Me dijo que él no tenía problema con que yo tuviera quince años... traté de desviar el tema, pero insistía en hablar de sexo hasta que me dio asco y lo bloqueé. Por eso vine tarde, estaba averiguando más cosas y luego como que me costó decidirme sobre qué hacer, pero ya lo sé. Yo no quiero ir a la plaza y que reconozca mi cara. Tenerlo cerca a esa hora de la noche me aterra y no me molestaría si lo mataran. Por lo que me contó que le hizo a otras chicas, es un desgraciado.
—¿Podrías mostrarme su cara?
—Si te interesa... —Chiara buscó en su celular la foto de perfil del señor Eliseo y se la mostró a Nayla—, es esta. —Realmente era un hombre muy mayor como para intentar una relación con una quinceañera.
—Pero aún así no merece morir, ¿o si?—Quiso saber la castaña, quien estaba convencida que ningún ser vivo merecía la muerte.
—Mirá, yo no puedo garantizar nada pero no me extrañaría que ese tipo fuera un violador o algo por el estilo. Es más, yo no me le acercaría demasiado y ahora que lo hablamos más tranquilas quizás lo mejor sea darle la agenda a la policía y retirarnos del tema. Esto es turbio hermana, turbio.
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Lecciones de artes marciales
AcciónNayla encuentra un diario repleto de fechas y lugares escritos en sus hojas, y decide devolvérselo a su dueño, pero al acudir a una de las citas se encontrará con que lo que lleva en su poder es en realidad la agenda de un asesino. Días, horas, luga...